Ese encono ?es teatro o es cinismo?
Los virulentos ataques de Rivera a S¨¢nchez ponen en riesgo la posibilidad de un pacto tras las elecciones
Es teatro o esta vez va en serio? ?La inquina con la que los candidatos se trataron en algunos momentos era de verdad o solo era representaci¨®n? Los ataques de Pablo Casado y Albert Rivera contra Pedro S¨¢nchez, especialmente en el segundo debate, fueron muy virulentos, y aunque tambi¨¦n se azuzaron entre ellos en su disputa por la hegemon¨ªa de la derecha, el desprecio y la falta de respeto con la que trataron al candidato socialista resultaba desagradable. No le trataron como un rival o un adversario pol¨ªtico, sino como un enemigo. Y por extensi¨®n, como un enemigo de Espa?a.
Las puyas de Albert Rivera ten¨ªan un plus de animadversi¨®n personal inquietante. Es dif¨ªcil imaginar un golpe m¨¢s bajo que sacar la tesis doctoral de Pedro S¨¢nchez para espetar, con tono arisco y displicente, que se la entregaba para que la leyera, dando a entender que se la ha hecho otro. ?La siente realmente, esa inquina contra S¨¢nchez, o solo la representa? La cuesti¨®n tiene trascendencia porque, seg¨²n las encuestas, cabe alguna posibilidad de que el PSOE pudiera formar una mayor¨ªa con Ciudadanos, y en ese caso, los que ahora se han enfrentado con tanta acritud, ?podr¨ªan pactar como si nada hubiera ocurrido? Para pactar una mayor¨ªa de gobierno hace falta un m¨ªnimo de confianza, de respeto mutuo. Vista la rabia, la irritaci¨®n y la visceralidad con la que Rivera atac¨® a S¨¢nchez, resulta dif¨ªcil imaginarlo. Los puentes emocionales parecen derruidos.
Pero tambi¨¦n cabe la posibilidad de que ese encono forme parte de una estrategia electoral ef¨ªmera, de una performance desesperada fruto de los nervios y el miedo al fracaso. Al fin y al cabo, en su corta historia pol¨ªtica, Albert Rivera ya ha demostrado que puede afirmar en campa?a que nunca har¨¢ presidente a Mariano Rajoy, y luego cederle sin problema los votos necesarios para que lo sea. Y tambi¨¦n que nunca pactar¨ªa con Vox en Andaluc¨ªa, y luego formar una mayor¨ªa de gobierno gracias al apoyo de ese partido.
En todo caso, cualquiera que sea la respuesta, deja mal sabor de boca. Porque si no es teatro, es cinismo. Si representa, denigra la pol¨ªtica porque la reduce a una farsa destinada a enga?ar a los electores. Y si la siente, la denigra tambi¨¦n, porque saca la leg¨ªtima disputa pol¨ªtica del terreno de la racionalidad y la lleva al de la visceralidad de forma consciente y calculadora.
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