Iglesia ortodoxa: la otra guerra de Ucrania
El enfrentamiento entre Kiev y Mosc¨² ha alcanzado a la religi¨®n. El nacimiento de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, impulsada por el hasta ahora jefe del Estado, Poroshenko, busca unir a todos los fieles nacionales, repartidos hasta hoy en otras tres organizaciones, la m¨¢s numerosa de ellas dependiente del patriarca de Mosc¨². Al dilema de los creyentes se une una dura lucha por el control de los templos.
LA GUERRA de las Iglesias azota Ucrania y plantea desgarradores dilemas de lealtad a los cristianos ortodoxos de ese pa¨ªs. Se trata de un enfrentamiento por el liderazgo espiritual, el patrimonio material y, sobre todo, por el poder y el concepto del Estado. La contienda se suma a otras refriegas, desde las que producen v¨ªctimas de carne y hueso en las regiones orientales de Donetsk y Lugansk hasta las pugnas ling¨¹¨ªsticas y culturales por afirmar y consolidar el ucraniano como idioma nacional. En el trasfondo de esas batallas est¨¢ la accidentada b¨²squeda de la identidad, que se plantea hoy en Ucrania tanto desde el Estado como desde la sociedad.
Una nueva Iglesia acaba de nacer. Es la Iglesia Ortodoxa de Ucrania (IOU), impulsada por Petr¨® Poroshenko, el jefe del Estado en funciones (acaba de perder la presidencia frente al c¨®mico Vlad¨ªmir Zelenski), para unir a todos los ortodoxos del pa¨ªs, dispersos hasta hace poco en tres comunidades distintas. Antes de que se fundara la IOU, la Iglesia Ortodoxa de Ucrania de la Patriarqu¨ªa de Mosc¨² (IOU PM), la confesi¨®n m¨¢s numerosa, ten¨ªa 12.000 parroquias; la segu¨ªan la Iglesia Ortodoxa de Ucrania de la Patriarqu¨ªa de Kiev (IOU PK), con 6.000 parroquias, y una Iglesia independiente minoritaria, con 1.000 parroquias.
Del proceso de unificaci¨®n en torno a la IOU ha quedado fuera la IOU PM, pero, por ley, sus parroquias pueden decidir si permanecen fieles al liderazgo moscovita o si se pasan a la nueva comunidad. La decisi¨®n deben tomarla los fieles en asamblea. El proceso est¨¢ en marcha.
?Se puede ser cristiano ortodoxo en Ucrania y tener como m¨¢xima autoridad a un patriarca ruso que reside en Mosc¨² y que apoya la pol¨ªtica imperial del Kremlin? ?Se puede separar la figura de ese patriarca de la pol¨ªtica de Rusia y de su intervenci¨®n militar en apoyo de los secesionistas del Este y la anexi¨®n de la pen¨ªnsula de Crimea? ?Qu¨¦ se pierde y qu¨¦ se gana durante la transformaci¨®n de un pa¨ªs fraternalmente unido a Rusia en otro que, dolido y humillado por el comportamiento del ¡°hermano mayor¡±, lo rechaza y escapa hacia Occidente?
Es dif¨ªcil ser ortodoxo en Ucrania y tener como m¨¢xima autoridad a un patriarca ruso
Estas y otras preguntas est¨¢n hoy en el aire tras la creaci¨®n de la IOU, la nueva Iglesia nacional, que ha sido posible despu¨¦s de que el patriarca Bartolom¨¦, de la Iglesia Ecum¨¦nica de Constantinopla (entidad con funci¨®n coordinadora y de primus inter pares entre las 15 Iglesias ortodoxas existentes en el mundo), haya reconocido oficialmente el derecho a existir de una Iglesia local ucraniana y su independencia de la Iglesia Ortodoxa Rusa (IOR), a la que estaba vinculada desde fines del siglo XVII. El decreto que culmin¨® el proceso de independencia (el denominado tomos) fue firmado el 5 de enero en Estambul por el patriarca Bartolom¨¦ en presencia del presidente Poroshenko.
La IOR considera Ucrania su territorio can¨®nico y no reconoce la autoridad de Bartolom¨¦ para promulgar el decreto. El patriarcado de Mosc¨² ha roto relaciones con la Iglesia de Constantinopla y considera cism¨¢ticos a los integrantes de la IOU. Entre bastidores, la diplomacia rusa ha promovido los intereses de la IOR en Grecia, en Constantinopla y en otros centros ortodoxos de Europa, con el fin evitar el reconocimiento internacional de la nueva comunidad. De momento, la mayor¨ªa de las Iglesias ortodoxas del mundo est¨¢n a la expectativa. No han reconocido la nueva Iglesia ucraniana, pero tampoco han dado la espalda a la nueva entidad, que surgi¨® en un concilio de unificaci¨®n celebrado el 15 de diciembre pasado. Varios jerarcas disidentes de la IOU PM se han integrado tambi¨¦n en la IOU, despu¨¦s de que Constantinopla le diera luz verde.
Como jefe de la IOU ha sido nombrado el metropolita (un cargo eclesi¨¢stico equivalente al cat¨®lico de arzobispo) Epifanio, de 40 a?os, que celebr¨® los oficios de la Navidad ortodoxa en presencia de Poroshenko y que fue entronizado en la catedral de Santa Sof¨ªa de Kiev a principios de febrero.
La realidad en esta ¨¦poca de transici¨®n es que lo nuevo sigue coexistiendo con lo viejo. La IOU PK est¨¢ en proceso de disoluci¨®n, pero el metropolita Filaret, de 90 a?os, que la dirige, no se ha dado por enterado de los cambios. Nombrado patriarca honorario de la IOU, Filaret, que en el pasado aspir¨® a dirigir la Iglesia Ortodoxa Rusa en Mosc¨², sigue comport¨¢ndose como si fuera el m¨¢ximo dirigente de los ortodoxos de Ucrania, afirman medios eclesi¨¢sticos en Kiev.
El Estado presiona para acelerar el trasvase de fieles y parroquias y para acotar el terreno de los seguidores del patriarca ruso Kiril. Desde principios de a?o y hasta mediados de marzo, unas 500 parroquias de la IOU PM se hab¨ªan pasado a la nueva Iglesia, seg¨²n el canal de televisi¨®n ucraniano TSN. Legalmente, para cambiar de jurisdicci¨®n, las parroquias deben organizar asambleas a las que han de asistir dos tercios de sus feligreses. La decisi¨®n se considera v¨¢lida si cuenta con dos tercios de los votos de los asistentes.
¡°El Estado se ha inmiscuido en la Iglesia. No hay que confundir la pol¨ªtica y la fe en Dios. Antes de que nos dieran el tomos, no nos consideraban separatistas, pero ahora s¨ª¡±, dice Mar¨ªa, una mujer de mediana edad que, junto con otros ortodoxos de la IOU PM, monta guardia d¨ªa y noche en tres turnos en la iglesia del Arc¨¢ngel San Miguel de Zadubrivka (pueblo en la regi¨®n de Chernivtsi, en el suroeste de Ucrania) para evitar que los fieles de la IOU ocupen el edificio y se lo arrebaten. En la calle, el p¨¢rroco, el padre Leonid, discute con Mikola, un vecino del pueblo y veterano de la Operaci¨®n Antiterrorista (nombre con el que se denomin¨® inicialmente la guerra contra los separatistas del Este de Ucrania apoyados por Rusia). Mikola es ahora uno de los manifestantes que cada domingo a mediod¨ªa acuden a reclamar el templo. ¡°Jur¨¦ fidelidad a Ucrania¡±, dice Mikola, buscando la comprensi¨®n del padre Leonid. Su esposa lo mira con severidad, no se sabe si por la posici¨®n de su marido o por el olor a alcohol que desprende.
En Zadubrivka hay 900 vecinos. La iglesia del Arc¨¢ngel San Miguel se construy¨® cuando la regi¨®n pertenec¨ªa al imperio austroh¨²ngaro. De aquella ¨¦poca es el imponente libro de rezos, que pasa de generaci¨®n en generaci¨®n. ¡°?Publicado en Viena en 1855 y escrito en eslavo eclesi¨¢stico!¡±, exclama el padre Leonid, mostrando el tomo encuadernado en cuero. No lejos de aqu¨ª, en el pueblo de Vaslovitsi, donde los fieles montan tambi¨¦n guardia para evitar que su iglesia sea ocupada, hay otro libro igual, tambi¨¦n en eslavo eclesi¨¢stico, pero impreso en Kiev en 1876.
La diplomacia de Mosc¨² intenta evitar que la nueva Iglesia sea reconocida en el mundo
Para completar los turnos de guardia, un monasterio vecino ha enviado refuerzos al padre Leonid, quien adem¨¢s ha rodeado la iglesia de c¨¢maras de televisi¨®n.
¡°Perdemos templos, pero ganamos a los feligreses. La prueba los ha fortalecido¡±, dice en Chernivtsi el jefe de la di¨®cesis, el metropolita Meleti, de la IOR PM. ¡°Con la Iglesia Ortodoxa Rusa solo nos unen los v¨ªnculos espirituales del rezo. No tenemos v¨ªnculos materiales ni sentimos su influencia¡±, asegura el metropolita, un hombre jovial nacido en el sur de Rusia, que habla correctamente el ucraniano y que predica en ese idioma.
La di¨®cesis dirigida por Meleti controlaba a principios de a?o 350 parroquias, 15 monasterios y 450 sacerdotes. Hasta el 5 de marzo, ocho de sus parroquias se hab¨ªan pasado a la IOU. Meleti denuncia los traspasos truculentos de Iglesia y explica que para votar sobre el futuro de los templos se celebran asambleas de vecinos, propiciadas por los funcionarios de los Ayuntamientos, en lugar de verdaderas reuniones de fieles. ¡°Eso va contra la ley. Antes no ten¨ªamos listas de feligreses, pero ahora los registramos y con esas relaciones de nombres podemos ir a los tribunales e impugnar las asambleas vecinales organizadas desde los Ayuntamientos¡±, se?ala. En Kiev, el diputado de la Rada Suprema, Viktor Yelensky, acusa a su vez a la IOU PM de ama?ar las listas y de excluir de ellas a los feligreses m¨¢s cr¨ªticos de la comunidad.
¡°El Estado ucraniano, en la persona de Poroshenko, ha cambiado de actitud hacia nuestra Iglesia y nos identifica con Rusia y el agresor¡±, opina Meleti. ¡°La Constituci¨®n ucraniana establece que la Iglesia debe estar separada del Estado¡±, afirma el metropolita. Meleti asegura haber recibido la visita de agentes de los servicios de seguridad de Ucrania, quienes, con el prop¨®sito de convencerle para que se pase a la nueva Iglesia, lo habr¨ªan tentado con la oferta de privilegios y cargos. El metropolita se r¨ªe: ¡°Yo no necesito nada¡±.
Tanto la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica como los fieles de la IOU PM afirman que sus ¨²nicas relaciones con Mosc¨² son de car¨¢cter espiritual. ¡°Solo queremos servir y rezar al verdadero Dios. No apoyamos el sistema. En Rusia est¨¢n nuestras reliquias y la Iglesia que ha luchado por la limpieza de la fe ortodoxa sin retroceder ni un paso¡±, dice Mar¨ªa, una feligresa de Zadubrivka. Tanto ella como otros feligreses encerrados en el templo del pueblo se expresan habitualmente en ucraniano, pero pasan sin problema al ruso.
Reconoce el padre Leonid que la guerra en el Este ha desempe?ado un gran papel en la reivindicaci¨®n de una Iglesia ucraniana y que los veteranos de la guerra est¨¢n entre los activistas que promueven este proyecto y combaten tambi¨¦n a la IOU PM. ¡°Uno de sus argumentos es que, mientras Rusia lucha contra Ucrania, nosotros rezamos por Putin y por Kiril, que bendice los tanques que disparan contra nuestros soldados¡±, afirma el sacerdote.
Fieles del patriarcado de Mosc¨² ocupan sus templos para evitar que se los quiten
La posici¨®n de este p¨¢rroco respecto al patriarca Kiril no es f¨¢cil. ¡°No ha sido un padre amante. En mi opini¨®n, ha sido un padrastro. Se lo dije al metropolita Meleti y lo digo ante todos los feligreses¡±, afirma. Y contin¨²a: ¡°En las alturas juegan a la pol¨ªtica y nosotros, aqu¨ª, somos el chivo expiatorio. Si nos hubiera tratado como a su reba?o, Kiril deber¨ªa haber actuado de otro modo. Sea como sea, el patriarca Kiril est¨¢ lejos, en Mosc¨², pero Poroshenko est¨¢ en Kiev, y es garante del Estado, y como tal deber¨ªa haber fomentado la paz, pero lo que est¨¢ haciendo es sembrar la discordia. Nos ha enfrentado entre nosotros¡±, dice Leonid. El p¨¢rroco piensa que el enconamiento de la guerra de religiones es una maniobra pol¨ªtica para desviar la atenci¨®n del deteriorado nivel de vida de los ucranianos. El enfrentamiento entre unos ortodoxos y otros, sin embargo, hab¨ªa comenzado ya antes, explica. ¡°Tras la Revoluci¨®n Naranja ya se produjo la primera oleada¡±, dice Leonid, refiri¨¦ndose a las protestas populares de 2004.
El experimento de preguntar a los fieles que acuden a un servicio religioso a qu¨¦ jurisdicci¨®n pertenece su parroquia puede arrojar resultados sorprendentes, seg¨²n pudo comprobar esta corresponsal tanto en Kiev como en Chernivtsi. A juzgar por las respuestas, existe un enorme grado de confusi¨®n acerca de la autoridad eclesi¨¢stica a la que se somete una u otra Iglesia o sobre el idioma en el que se imparten los servicios.
En diferentes puntos de Ucrania hay feligreses de la IOU MP atrincherados en sus templos para evitar que le sean arrebatados por sus adversarios de la IOU. Los dos grupos enfrentados tienen sus argumentos. Unos se han fortalecido en la resistencia, que da un nuevo sentido a sus vidas, y otros exploran el terreno de libertad que Constantinopla ha legalizado. ¡°Nunca hab¨ªamos rezado con tanto fervor¡±, dice Dunka, que monta guardia en la iglesia del pueblo de Vaslovitsi. El mismo fervor, el mismo entusiasmo, puede advertirse en Daria Morozova en la sala de conferencias de la catedral de Santa Sof¨ªa de Kiev durante un evento para presentar el ¨²ltimo tomo de una colecci¨®n de libros dedicados a los santos del calendario. La colecci¨®n da a conocer a personalidades que la nueva Iglesia considera significativas. Morozova explica que la IOR descuidaba a los santos ucranianos o bien los presentaba como si fueran rusos. Los ortodoxos de Rusia y de Ucrania han discrepado tambi¨¦n sobre la canonizaci¨®n de los ¡°nuevos m¨¢rtires¡± ucranianos. La expresi¨®n ¡°nuevos m¨¢rtires¡± sirve para designar a los fieles ortodoxos que fueron represaliados por sus ideas anticomunistas. En Ucrania el anticomunismo se teje con el nacionalismo, lo que resulta una combinaci¨®n compleja y delicada vista desde la ¨®ptica de los ortodoxos de Mosc¨². El deslinde entre los que se orientan hacia el patriarcado de Mosc¨² y los que buscan nuevos puntos de referencia no es n¨ªtido todav¨ªa. Morozova, que defiende las posiciones de la nueva Iglesia, dice, sin embargo, seguir perteneciendo todav¨ªa a la IOR porque ¡°ah¨ª est¨¢ mi director espiritual¡±.
La ma?ana de un domingo de primavera, en uno de los templos del monasterio de las Cuevas de Kiev, la meca de la ortodoxia eslava, una decena de sacerdotes de la IOU PM celebran una solemne misa, mientras el coro entona c¨¢nticos en eslavo eclesi¨¢stico. Apostados discretamente en los accesos al recinto hay vigilantes que dirigen escrutadoras miradas a quienes entran en el templo. Su objetivo es prevenir eventuales incursiones de sus rivales religiosos, que controlan ya la catedral de Santa Sof¨ªa, otro de los grandes centros ortodoxos de Kiev. El ambiente de la misa dominical en el monasterio de las Cuevas contrasta con el de la misa dominical en la catedral de Santa Sof¨ªa. En la primera es pomposo y solemne, en la segunda casero y familiar. En la primera se canta en eslavo eclesi¨¢stico y hay algunos bancos laterales donde se sientan personas de edad avanzada o enfermas, y en la segunda se canta en ucraniano y hay sillas en abundancia que cualquiera puede usar. A la entrada de ambos templos, los mendigos piden limosna y los activistas recaban donativos para distintas obras de beneficencia.
En el quiosco de objetos religiosos del monasterio de las Cuevas se venden libros, mayoritariamente escritos en ruso pero editados en Kiev. Nada de cuanto all¨ª se vende, sin embargo, recuerda a Kiril o a la Iglesia Ortoxa Rusa. Es m¨¢s, la dependienta que despacha velas y cobra por las oraciones personalizadas se irrita si se le pide una estampa o un texto del patriarca de Mosc¨². ¡°Aqu¨ª no tenemos nada que ver con ¨¦l¡±, exclama con suspicacia.
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