40 a?os de refugio, claroscuros de cuatro d¨¦cadas de asilo en Espa?a
Ante el alarmante aumento de mensajes xen¨®fobos, es necesario que los l¨ªderes pol¨ªticos act¨²en con responsabilidad promoviendo la igualdad y la construcci¨®n de sociedades inclusivas
Hoy celebramos el 40 aniversario de la constituci¨®n formal de la Comisi¨®n Espa?ola de Ayuda al Refugiado, m¨¢s conocida por sus siglas, CEAR. Como en todo cumplea?os es tiempo de celebrar el camino andado, pero sobre todo, la fecha nos empuja a evaluar estas cuatro d¨¦cadas de asilo en Espa?a que van indisolublemente de la mano de la creaci¨®n y desarrollo de esta entidad.
Porque fue en los a?os que precedieron la creaci¨®n de CEAR en los que nuestro pa¨ªs pas¨® de ser emisor de miles de exiliados que hu¨ªan de la dictadura, y que se sumaban a los que llevaban fuera de Espa?a desde la Guerra Civil, a un pa¨ªs que ¡ªcon graves carencias y limitaciones¡ª se convirti¨® en un pa¨ªs de acogida.
Para entender la historia del asilo, es importante revisar nuestra historia reciente y en un d¨ªa como hoy no podemos dejar de hacer un homenaje a las personas que pusieron en marcha CEAR: Joaqu¨ªn Ruiz Gim¨¦nez, Juanjo Rodriguez Ugarte, Mar¨ªa Jes¨²s Arsuaga, Carmen de Victory, y a las organizaciones fundadoras que lo apoyaron... Su impulso fue clave para todos los avances que se han conseguido hasta hoy. Este grupo de personas empezaron a trabajar en los a?os 70 en la clandestinidad, con los riesgos que conllevaba trabajar con la bandera de los derechos humanos en esos a?os.
Esto nos recuerda que, a¨²n hoy en d¨ªa, muchas organizaciones que trabajan en Europa por la vida y los derechos de las personas que huyen est¨¢n siendo criminalizadas y han comenzado a sufrir persecuci¨®n y hostigamiento. Parece mentira que 40 a?os despu¨¦s, siga siendo un riesgo trabajar en favor de los derechos humanos en no pocos pa¨ªses europeos.
Entre los fundadores de CEAR hab¨ªa personas vinculadas a importantes constitucionalistas del momento que estaban trabajando en el dise?o de nuestra Carta Magna y lograron que nuestra Constituci¨®n incorporase en su art¨ªculo 13.4 el derecho de asilo. Otra de las acciones m¨¢s destacada fue conseguir que Espa?a ratificara en 1978 la Convenci¨®n de Ginebra y el Protocolo de Nueva York, principales marcos internacionales que regulan desde entonces el Derecho de Asilo.
Tras su constituci¨®n formal en 1979, CEAR despleg¨® una gran actividad de incidencia pol¨ªtica en los trabajos institucionales y parlamentarios hasta lograr la promulgaci¨®n de la primera Ley de Asilo en Espa?a, aprobada en 1984. Sin duda, la aportaci¨®n de CEAR fue determinante para que se instaurara en nuestro pa¨ªs un marco legal del derecho de asilo, situ¨¢ndonos al mismo nivel que el resto de pa¨ªses europeos que ya ten¨ªan una trayectoria de d¨¦cadas en esta materia.
As¨ª, en los a?os que siguieron a la ratificaci¨®n de la Convenci¨®n de Ginebra (1951), las personas refugiadas respond¨ªan principalmente a dos perfiles: supervivientes de los campos de la Segunda Guerra Mundial y los exiliados del comunismo. Todos ellos blancos, europeos y sin grandes brechas culturales respecto a las sociedades de acogida. Hacia ellos se despert¨® un doble sentimiento moral: por un lado l¨¢stima y por otro solidaridad con quienes luchaban contra la supuesta amenaza que supon¨ªa el comunismo para aquella Europa.
A finales de los a?os 70 llegaron tanto a Espa?a como Europa personas procedentes de los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina que, como en un terrible domin¨®, iban cayendo en manos de dictaduras militares. Esta vez, por la cercan¨ªa cultural, despertaban sentimiento de empat¨ªa e incluso de admiraci¨®n. Asimismo, los balseros del sudeste asi¨¢tico que escapaban de la represi¨®n comunista en Vietnam provocaban una compasi¨®n que tambi¨¦n llev¨® a Europa a acogerlos. De hecho, en 1979 Espa?a acogi¨® a cerca de 1.000 vietnamitas procedentes de campos de Tailandia, Hong Kong, Filipinas e Indonesia.
Es a partir de finales de los a?os 80 cuando las pol¨ªticas comienzan a cambiar de signo. La ca¨ªda del muro de Berl¨ªn (1989) representaba la desaparici¨®n de las fronteras internas de Europa, mientras en paralelo se pon¨ªa en marcha una frontera externa invisible mucho m¨¢s potente y amenazadora que permanece hasta ahora: Schengen, aprobado en 1985, pero que no entra en vigor hasta 1995.
En estos ¨²ltimos a?os Espa?a no ha jugado un papel positivo para mejorar estas pol¨ªticas de asilo
Ya en los 90, a los solicitantes de asilo se les fue intencionadamente identificando y confundiendo con la inmigraci¨®n irregular que llegaba a Europa. Desde entonces, la imagen social de las personas refugiadas se deteriora. Se les mira con desconfianza, como ¡®posibles farsantes¡¯ que utilizan el asilo de forma fraudulenta para quedarse a vivir en Europa. En aquellos a?os las persecuciones contra chechenos en Rusia, los tamiles de Sri Lanka o los nativos de Darfur en Sud¨¢n estaban presentes en todos los informativos. Pero ya no despertaron reacciones de cercan¨ªa, y muy pocos de ellos consiguieron que Europa les diese protecci¨®n internacional.
Es sin embargo en los a?os 90 cuando Espa?a, con el apoyo de la ciudadan¨ªa, acoge en tiempo r¨¦cord a cerca de 2.500 personas que huyen procedentes de la Guerra de Bosnia, convirti¨¦ndose en un ejemplo a nivel europeo. CEAR, junto a otras organizaciones, es una de las entidades que lidera esta iniciativa. En ese momento llegaban tambi¨¦n a nuestro pa¨ªs personas b¨²lgaras, rumanas, peruanas, argelinas, iran¨ªes, pakistan¨ªes, iraqu¨ªes o cubanas que ve¨ªan pidiendo protecci¨®n. Y tambi¨¦n subsaharianos, principalmente desde Liberia y Nigeria. Espa?a empieza a ser a partir de esta d¨¦cada un pa¨ªs receptor de personas migrantes.
A principios de esa d¨¦cada, CEAR abre los primeros centros de acogida y en paralelo incide para que el Gobierno espa?ol ponga en marcha la Oficina de Asilo y Refugio, que ser¨¢ desde entonces la autoridad encargada de estudiar las peticiones de asilo en Espa?a. Y a finales de esa d¨¦cada se vuelve a cumplir otro hito en la historia del refugio en Espa?a. En 1999, Espa?a acoge a casi 1.500 personas que hu¨ªan de la Guerra de Kosovo con la m¨¢s absoluta normalidad y sin ninguna alarma social.
Con el cambio de siglo, el mensaje de desconfianza hacia las personas refugiadas como una amenaza para nuestro bienestar va calando poco a poco. En aquellos a?os, la ¡°Europa de los valores¡± apenas hace nada por recibir a los ciudadanos de Hait¨ª afectados por el terremoto, en el marco de un contexto de violencia pol¨ªtica y de cr¨®nica violaci¨®n de los derechos humanos, ni tampoco a aquellos que proven¨ªan del Congo, v¨ªctimas de una cruenta guerra civil con m¨¢s de tres millones de muertos.
Ya entonces, el alto porcentaje de rechazos de solicitudes de asilo en Europa era una t¨®nica general, y en vez de cuestionarse los l¨ªmites que se estaban imponiendo para el acceso a la protecci¨®n (lo que supon¨ªa en la pr¨¢ctica el incumplimiento de los tratados internacionales), el enfoque se orienta a considerar el asilo un ¡®privilegio¡¯ en vez de un derecho. Un estatus casi inaccesible, al que solo pod¨ªan optar los elegidos, los de verdad, es decir, una minor¨ªa.
Espa?a deber¨ªa convertirse en un referente a nivel europeo liderando una nueva forma de enfocar las pol¨ªticas migratorias
En los ¨²ltimos a?os hemos vuelto a vivir nuevas ¡°crisis¡±, aunque a veces parezca que a quienes realmente afecta es a los pa¨ªses europeos y no a las propias personas que se ven obligadas a huir. La m¨¢s reciente, la que se produjo en 2015 con la llegada de m¨¢s de un mill¨®n de personas a las costas europeas, principalmente de origen sirio, iraqu¨ª, somal¨ª, afgano, pero tambi¨¦n de muchas otras nacionalidades.
A pesar de que im¨¢genes como la del ni?o Aylan han golpeado la conciencia de toda Europa, y que cada a?o los muertos se cuentan por miles en el Mediterr¨¢neo, la respuesta que ha dado Europa ha sido la de alejar lo m¨¢ximo posible a quienes buscan refugio a trav¨¦s de sus pol¨ªticas de control migratorio y de externalizaci¨®n de fronteras, firmando acuerdos vergonzosos con pa¨ªses que vulneran de forma flagrante los derechos humanos.
Desgraciadamente, en estos ¨²ltimos a?os Espa?a no ha jugado un papel positivo para mejorar estas pol¨ªticas de asilo. Sin olvidar que la respuesta ciudadana ha sido de plena solidaridad, reclamando en su inmensa mayor¨ªa el cumplimento de los acuerdos de acogida a las personas refugiadas.
As¨ª, vemos que el Derecho de Asilo ha sido en las ¨²ltimas d¨¦cadas un term¨®metro certero para medir la situaci¨®n de los derechos humanos en el mundo. Las nacionalidades de las personas que huyen han ido variando, pero los motivos que les hacen huir siguen repiti¨¦ndose: la persecuci¨®n, la guerra y las graves violaciones de derechos fundamentales.
En los tiempos oscuros que estamos viviendo, corren especialmente malos tiempos para los m¨¢s vulnerables, y en concreto para las personas que se ven obligadas a huir, a quienes se les ataca, se les criminaliza y se les pretende convertir en los causantes de todos nuestros males. Ante el alarmante aumento de mensajes xen¨®fobos, es necesario que los l¨ªderes pol¨ªticos act¨²en con responsabilidad promoviendo la igualdad y la construcci¨®n de sociedades inclusivas proponiendo medidas para combatir aquellas narrativas que da?an la dignidad, estigmatizan y criminalizan a las personas migrantes y refugiadas al tiempo que amenazan gravemente la cohesi¨®n social.
En un contexto tan amenazador para los derechos y las libertades de cualquiera, Espa?a deber¨ªa convertirse en un referente a nivel europeo liderando una nueva forma de enfocar las pol¨ªticas migratorias, poniendo el foco en las personas, y no seguir avanzando en las err¨¢ticas pol¨ªticas de blindaje de fronteras que han demostrado ser un fracaso.
Nos encantar¨ªa decir que tras estos 40 a?os nuestro trabajo ya no es necesario. Pero desgraciadamente, organizaciones como CEAR hoy son m¨¢s necesarias que nunca. Y me temo que va a continuar si¨¦ndolo muchos a?os m¨¢s. El derecho de asilo, al igual que otros derechos, est¨¢ en riesgo. Y por eso seguimos trabajando cada d¨ªa. Porque es un derecho que no nos es ajeno, ni es el derecho de otros, sino que es el derecho que tenemos que garantizar para que cualquier ser humano que huye para salvarse encuentre una rendija, y no un muro insalvable, para rehacer su vida en paz.
Carlos Berzosa es presidente de CEAR.
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