Solitud, sin soledad
Ortega y Gasset dec¨ªa que quien fuera capaz de meditar sobre un tema 10 minutos al d¨ªa podr¨ªa ser el amo del?mundo
La soledad, como el colesterol, la hay buena y la hay mala. Para la buena, podemos hacer uso, como los ingleses que diferencian entre solitude (ra¨ªz latina) y loneliness (ra¨ªz sajona), del t¨¦rmino solitud, que estaba en el castellano, pero que ha ca¨ªdo en desuso, aunque la Real Academia lo mantiene para significar ¡°carencia de compa?¨ªa¡± o ¡°lugar desierto¡±. La solitud, tal como la entendemos, es mucho m¨¢s rica que eso. Estos tiempos, debido a la constante conectividad (aunque no s¨®lo a ella), nos est¨¢n robando nuestra esencial, radical y ben¨¦fica solitud, para, parad¨®jicamente, imponernos una nada deseable soledad.
La solitud se podr¨ªa definir, con Raymond Kethledge y Michael Erwin, como ¡°un estado subjetivo en el que tu mente est¨¢ libre de inputs de otras mentes¡±, y tambi¨¦n de inteligencias artificiales y otros artefactos. Ortega y Gasset, usando un ¨²nico vocablo para ambas ideas, consideraba la soledad (en nuestro sentido de solitud) como una condici¨®n radical del ser humano, que, al cabo, est¨¢ solo ante sus decisiones, ante su vida y ante su muerte, por mucha compa?¨ªa que tenga. Hay que defender esa solitud. El fil¨®sofo la valoraba para meditar, no en el sentido de mindfulness, sino de concentraci¨®n en temas. Dec¨ªa que el que fuera capaz de meditar de verdad, de pensar en un tema con profundidad diez minutos al d¨ªa, podr¨ªa hacerse el amo del mundo.
Cal Newport, en un libro de gran inter¨¦s con ese t¨ªtulo, aboga por un ¡°minimalismo digital¡±, por dosis de solitud, lo que implica poder y saber desconectar. Para estar solo sin que nos roben nuestra atenci¨®n, junto a la solitud, el bien m¨¢s preciado y escaso en esta era digital. En otros tiempos anal¨®gicos, escribi¨® Blaise Pascal que ¡°toda la miseria de los hombres proviene de una ¨²nica cosa, que es no saber permanecer en reposo en una habitaci¨®n¡±. Es decir, no saber estar solo. Estar siempre alterado, por usar otra expresi¨®n orteguiana. Para Newport, la solitud puede ser importante tanto para la felicidad como para la productividad.
Incluso el ruido o m¨²sica constante ¡ªque tan nervioso pon¨ªa a ese erudito que fue Julio Caro Baroja, que tanto gozaba de sus solitudes¡ª nos altera, nos saca de nosotros, como el m¨®vil, especialmente el smartphone permanentemente conectado a Internet, nos priva de la solitud. Newport define la privaci¨®n de solitud como ¡°un estado en el que no empleas casi tiempo solo con tus propios pensamientos ni est¨¢s libre de los inputs de otras mentes¡±. La gente se acostumbra a vivir sin solitud. Los m¨¢s j¨®venes nacen y se desarrollan sin solitud, con consecuencias a¨²n insospechadas. No es que la conectividad sea mala en s¨ª, mientras la controlemos a voluntad, y no nos volvamos adictos a ella. Pues es un nuevo tipo de adicci¨®n.
Pese a las adictivas redes sociales, que tambi¨¦n tienen su lado bueno y malo, esta conectividad no mejora la soledad, sino que puede empeorarla. Estamos viviendo una carencia de solitud junto a lo que se ha llamado una pandemia de soledad. Esta, adem¨¢s, es mala para la salud, como demuestran diversos estudios.
La BBC llev¨® a cabo el a?o pasado una gran encuesta (50.000 personas en varios pa¨ªses) sobre la soledad (loneliness), con algunas conclusiones sorprendentes: los j¨®venes son los que se sienten m¨¢s solitarios (40%, frente al 27% entre los mayores de 75 a?os); y no es vivir solo lo que le hace a uno sentirse as¨ª.
Estos son tiempos de soledad, m¨¢s en unas sociedades que en otras. En Espa?a, casi seis millones de personas vivir¨¢n solas dentro de 15 a?os, seg¨²n las proyecciones del INE. En Suecia hubo protestas de mayores a los que se les retiraron las ayudas de familiares y amigos para que el Estado se encargara de todo. Por no hablar de los robots para cuidados. En el Reino Unido, ante la gravedad del problema, May cre¨® un Ministerio de la Soledad (Loneliness), liderado por Tracey Couch. Y en esta soledad, pese a las redes o debido a ellas, faltan marcos sociales para conocerse directamente. Proliferan las webs de citas de todo tipo. Aunque no son ellas las que nos devolver¨¢n la solitud.
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