Carta a un amigo que me falta
Querido Alfredo: ahora que ya no podemos quedar en una terraza en Madrid, te escribo para contarte lo ocurrido en los ¨²ltimos d¨ªas, tal y como hemos hecho tantas veces
![Los Reyes, en la capilla ardiente de Alfredo P¨¦rez Rubalcaba.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/V4SSVEUKLPD4EPYFWLB5JKUEV4.jpg?auth=8d9cf452645dc6f0dff8a09ce79af251c1ec108c99720dcb85471651f0df48ee&width=414)
Querido Alfredo:
Ahora que ya no puedo llamarte para comentar la jugada (todav¨ªa no me he atrevido borrar tu n¨²mero de mi m¨®vil), ahora que ya no podemos quedar en una terraza en Madrid, te escribo para contarte lo ocurrido en los ¨²ltimos d¨ªas, tal y como hemos hecho tantas veces. Lo hago con pena y emoci¨®n, y con la devoci¨®n de quien ten¨ªa en ti a un gran amigo, un consejero y, como te he dicho muchas veces, un maestro.
Te fuiste rodeado de los tuyos, de tu familia, tus amigos y tus compa?eros. Ah¨ª estaban Jaime Lissavetzky, roto por el dolor, tus fieles Goyo, Rodolfo Irago, Manolo y Magdalena, ocup¨¢ndose de todo y tu querida Pilar, con la entereza que siempre le ha caracterizado, demostrando una vez m¨¢s su cari?o y su entrega.
En los ¨²ltimos d¨ªas, las m¨¢s altas instancias del Estado, los representantes de los partidos, empresarios, sindicatos y gentes de la cultura han hablado de ti como un ejemplo de responsabilidad y compromiso con el pa¨ªs y con la ciudadan¨ªa espa?ola.
Se te ha reconocido como un hombre de Estado, como un servidor p¨²blico, que prest¨® un gran servicio a Espa?a y sus instituciones en momentos muy dif¨ªciles. Fuiste protagonista de los avances de este pa¨ªs en educaci¨®n, ciencia, en la modernizaci¨®n de Espa?a. Fuiste protagonista del impulso de la Espa?a auton¨®mica y de la defensa de su cohesi¨®n territorial y social. Pero por encima de todo se ha destacado que si hubo alguien que trabaj¨®, arriesg¨®, sufri¨® y perdi¨® muchas noches de sue?o para combatir al terrorismo y acabar con ETA, y consolidar y afianzar la paz y la libertad, ese fuiste t¨², Alfredo.
Por el Congreso de los Diputados pasaron a despedirte cuatro de los cinco ¨²ltimos presidentes vivos de nuestra democracia, dos Reyes y dos Reinas (em¨¦ritos y actuales). Tambi¨¦n los m¨¢ximos representantes del Poder Judicial, y, por supuesto, los m¨¢s altos mandos y miembros de la Polic¨ªa, Guardia Civil y Ej¨¦rcito, que con emoci¨®n rend¨ªan homenaje a quien fue uno de los mejores ministros y vicepresidente del Gobierno de Espa?a.
All¨ª, haciendo cola, estuvieron tus alumnos que reconoc¨ªan al profesor brillante y cercano, a la persona que era capaz de proyectar con su ejemplo los mejores valores de coherencia, ¨¦ticos y sociales. Cuando dejaste la primera l¨ªnea de la pol¨ªtica, en lugar de ocupar un puesto en el Consejo de Administraci¨®n de una gran empresa, como me consta que te ofrecieron, decidiste sin ninguna duda volver a la Universidad.
Lo m¨¢s emocionante fue ver c¨®mo miles de ciudadanos an¨®nimos de todas las edades, de toda condici¨®n e ideolog¨ªa, esperaron m¨¢s de dos horas para darte su adi¨®s en silencio, mostrarte su respeto, reconocimiento y cari?o, y el dolor por tu muerte.
All¨ª estaban tambi¨¦n, querido Alfredo, periodistas de todos los medios de comunicaci¨®n, resaltando tu cercan¨ªa, tu disponibilidad permanente y esa innata capacidad tuya de comunicaci¨®n, que te permit¨ªa sintetizar una idea compleja en un titular, un corte o una imagen.
Y por supuesto, todo el PSOE. Dirigentes y afiliados del partido que te recordaremos con orgullo como su secretario general, el que en los momentos m¨¢s dif¨ªciles supo dar un paso al frente y liderar la organizaci¨®n con dignidad, responsabilidad y altura de miras.
Miles de personas aplaudieron cuando las m¨¢ximas autoridades, acompa?adas de tu familia y amigos, te dijimos adi¨®s desde la escalinata de la puerta de los leones del Congreso, con un aplauso largo y emocionado que reconoc¨ªa al pol¨ªtico, pero estoy seguro de que, sobre todo, al hombre de bien que trabaj¨® porque la sociedad espa?ola fuera m¨¢s justa, tuviera m¨¢s derechos y libertades y mejores condiciones de vida e igualdad de oportunidades para toda la ciudadan¨ªa.
En los ¨²ltimos d¨ªas me han llamado familiares de v¨ªctimas de ETA, que me recordaban tus atenciones para con ellos, tu empat¨ªa y ternura, y todo lo que hiciste para que las v¨ªctimas tuvieran memoria, dignidad y justicia. Creo que me perdonar¨¢s si desvelo hoy que todos los a?os, por Navidad, dedicabas unas cuantas horas para llamarles y mostrarles tu cercan¨ªa, cari?o y respeto.
Cada vez que hab¨ªa un asesinado lo m¨¢s duro y dif¨ªcil siempre era consolar a los familiares. Pero all¨ª estabas t¨², dedic¨¢ndoles el tiempo que fuera necesario. Recuerdo que visitando a los familiares de uno de los ¨²ltimos asesinados por ETA, uno de ellos, en medio del dolor, empez¨® a hacerte reproches de todo tipo. En ese momento, la madre del asesinado le mand¨® callar y le dijo ¡°a mi hijo me lo han asesinado por defender sus ideas socialistas. Estaba orgulloso de ti como ministro y de todo el trabajo que estabas haciendo para acabar con el terrorismo¡±.
Muchas veces has dicho que el mejor homenaje que les pod¨ªamos hacer a todos los asesinados, a todos los que sufrieron el terror de ETA, es haber derrotado a la banda y haber conquistado la paz y la libertad. Lo conseguimos y hoy todos reconocen que en buena parte fue gracias a ti.
Querido amigo, durante estos d¨ªas todos, incluidos tus adversarios y cr¨ªticos, han reconocido tu val¨ªa como gran hombre, pol¨ªtico y estadista. M¨¢s vale tarde que nunca.
Dicen que uno no muere del todo, mientras haya seres queridos que le recuerden. Si eso es cierto, en esta Espa?a tuya, que ya te echa en falta, vas a seguir vivo por mucho tiempo.
Rodolfo Ares fue consejero vasco de Interior.
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