Israel, fracturado
Netanyahu ha situado la pol¨ªtica en un extremo que cierra la puerta a cualquier entendimiento con los palestinos
Por primera vez en su historia, Israel tendr¨¢ que repetir unas elecciones despu¨¦s de que el primer ministro, Benjam¨ªn Netanyahu, como cabeza del Likud, no haya logrado conformar una mayor¨ªa con la que revalidar su mandato al frente del Gobierno. El acuerdo entre los socios con los que deb¨ªa contar Netanyahu no ha sido posible por el enfrentamiento entre Israel Nuestra Casa, de Avigdor Lieberman, y el partido ultraortodoxo Uni¨®n por la Tor¨¢ y el Juda¨ªsmo a cuenta de la exenci¨®n del servicio militar a favor de los estudiantes de las escuelas religiosas. Lieberman es partidario de acabar con este y otros privilegios tradicionales, en tanto que los ultraortodoxos los consideran innegociables.
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Netanyahu apur¨® el plazo legal para que la Kneset invistiera un Ejecutivo, manteni¨¦ndose en la ambig¨¹edad de si lo hac¨ªa por conceder tiempo a sus aliados para llegar a un acuerdo o si lo que buscaba, por el contrario, era la repetici¨®n electoral sin aparecer como el responsable. Sin embargo, no resulta f¨¢cil prever si estos meses de par¨¢lisis beneficiar¨¢n al l¨ªder del Likud. Las acusaciones judiciales por corrupci¨®n siguen tomando cuerpo, lo que podr¨ªa colocarlo ante la pr¨®xima campa?a en una posici¨®n comprometida. A favor cuenta con el respaldo cada vez m¨¢s expreso del Gobierno estadounidense.
La diplomacia del presidente Trump en apoyo de las pol¨ªticas m¨¢s radicales de Israel ha hecho saltar todos los l¨ªmites observados por las anteriores Administraciones, ya fueran republicanas o dem¨®cratas. Fiel a su estrategia de obtener ventajas inmediatas sobre los palestinos en la creencia de que, una vez consolidadas, conducir¨¢n a una soluci¨®n definitiva del conflicto, Netanyahu no parece prestar atenci¨®n a las fracturas que provocan sus decisiones. Si no ha podido formar Gobierno es porque, despu¨¦s de situar la pol¨ªtica israel¨ª en el extremo que cierra la puerta a cualquier entendimiento con los palestinos, ahora resulta que en ese extremo afloran divergencias insalvables sobre la idea del pa¨ªs que se hacen las fuerzas laicas y las religiosas.
Y, junto a esta fractura interna, se est¨¢ dibujando otra exterior, derivada de asociar la suerte de Israel a la diplomacia de Trump. El hecho de que esta se haya alineado hasta ahora con las posiciones del Likud y de la constelaci¨®n de fuerzas contrarias a buscar f¨®rmulas de paz distintas de la mera imposici¨®n no la hace m¨¢s h¨¢bil ni m¨¢s previsible. Al igual que ha sucedido en otros escenarios internacionales desde que lleg¨® a la Casa Blanca, Trump puede desdecirse de las m¨¢s graves decisiones acerca de Oriente Pr¨®ximo con tanta rapidez y facilidad como las adopta. Si esto ocurriera, Israel no solo tendr¨ªa que pagar las consecuencias de un error de estrategia diplom¨¢tica, como le suceder¨ªa a EE?UU. Adem¨¢s, se enfrentar¨ªa a una soledad internacional cada d¨ªa m¨¢s profunda.
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