Congreso o guarder¨ªa
La sesi¨®n de acatamiento de la Constituci¨®n result¨® tan rid¨ªcula que sin duda sus se?or¨ªas toman el Parlamento por un kindergarten
HABL? HACE ya a?os de la fragilidad actual ¡ªde la pusilanimidad, de hecho¡ª de muchos estudiantes universitarios estadounidenses. Algunos lectores quiz¨¢ recuerden que exigen que sus centros sean ¡°espacios seguros¡±, es decir, en los que las opiniones contrarias a sus creencias y convicciones no los ¡°perturben¡± ni ¡°desasosieguen¡± y sean acalladas. Han cercenado la libertad de expresi¨®n ¡ªno digamos de debate¡ª hasta l¨ªmites dictatoriales. A veces se impide que un invitado d¨¦ una conferencia si su persona les es ingrata o prev¨¦n que sus ideas los van a ¡°alterar¡±. Hay j¨®venes que se salen de un seminario, lloriqueando, si un compa?ero manifiesta una postura que los ¡°ofende¡± y ¡°trastorna¡±. A menudo deciden qu¨¦ libros y qu¨¦ temas se pueden abordar en un curso y cu¨¢les no, y, dado que los alumnos se comportan como ¡°clientes¡± por los alt¨ªsimos precios que sus familias pagan, a los profesores no les queda otra que tragar y plegarse. Lo que sol¨ªa llamarse ¡°libertad de c¨¢tedra¡± est¨¢ muy seriamente amenazado. Los claustros ceden cada vez m¨¢s a los caprichos y a la intolerancia de estos estudiantes mimados, d¨¦biles, que se descomponen y quiebran por cualquier cosa. Est¨¢n hechos de porcelana y no deber¨ªan ir a la Universidad, por tanto, que siempre ha sido lugar para la confrontaci¨®n de ideas: en los reg¨ªmenes autoritarios, incluso, con un grado de libertad del que el resto de la sociedad carec¨ªa, la prensa no digamos. Si los claustros complacen a los j¨®venes d¨¦spotas es en parte por amilanamiento y cobard¨ªa y en parte porque tambi¨¦n est¨¢n formados por profesores y bur¨®cratas que son igual de hipersensibles e hist¨¦ricos.
Todo esto indica una infantilizaci¨®n impropia. Estos universitarios ¡ª?universitarios!¡ª no han salido ni est¨¢n dispuestos a salir de su ni?ez sobreprotegida. Y se sabe que los ni?os, si se les da pie y se les permite, tienen una tendencia natural a ser tir¨¢nicos; a que se haga su voluntad sin excepciones. Lo ¨²ltimo que he le¨ªdo al respecto es que algunos colleges han creado, a petici¨®n de estos clientes de guarder¨ªas, ¡°cry rooms¡± y ¡°pet rooms¡±, esto es, cuartos a los que retirarse a llorar y cuartos con mascotas, para que los alumnos se acerquen a acariciar conejos, perros, gatos y no s¨¦ si cerdos y se calmen en su compa?¨ªa. Ignoro si son alquilados o si son los de los estudiantes, que se los llevan a clase o a los aleda?os. Es seguro, en todo caso, que de ellos no saldr¨¢n opiniones indeseadas. Curioso que estos universitarios busquen conversaci¨®n con seres irracionales. Creer¨¢n que pensar es abyecto, una contrariedad y una anomal¨ªa.
Dada la aceptaci¨®n creciente y mundial de puerilidades, me parece que esta iniciativa deber¨ªa ser adoptada por nuestros Congreso y Senado, y que sus se?or¨ªas gocen de la oportunidad de irse a echar unas l¨¢grimas o a abrazar a unos h¨¢msteres, y de paso a unos peluches. La sesi¨®n de acatamiento de la Constituci¨®n result¨® tan rid¨ªcula que sin duda sus se?or¨ªas toman el Parlamento por un kindergarten. Lejos de los dramatismos de Casado y Rivera, que en las variopintas f¨®rmulas de juramento o promesa vieron ¡°ultrajes¡± y ¡°humillaciones¡± sin cuento, lo que se contempl¨® fue un espect¨¢culo digno de imp¨²beres. Me sorprendi¨® que los nuevos Presidentes, Batet y Cruz, no puntualizaran a la primera: ¡°No se les pregunta por sus fobias, filias y aspiraciones. S¨®lo si prometen o juran acatar y defender la Constituci¨®n. Por favor, lim¨ªtense a eso. Por qu¨¦ o por qui¨¦n lo hacen, es superfluo¡±. Hubo f¨®rmulas contradictorias, como ¡°Con lealtad al mandato del 1 de octubre¡±, fecha de un refer¨¦ndum-farsa ilegal que se utiliz¨® para atentar contra la Constituci¨®n. ?Cu¨¢l de esas dos cosas iban a defender, si son incompatibles? Otro individuo improvis¨®: ¡°Por los nuevos tiempos republicanos, prometo¡±. Es due?o de sus deseos, pero, seg¨²n la Constituci¨®n, que yo sepa, Espa?a es de momento una monarqu¨ªa parlamentaria, que a la vez prometi¨® defender e intentar minar o derrocar. Es lo de menos. La sarta de infantilismos y bravatas fue de opereta. ¡°Por Espa?a¡±, como si hubiera cabido jurar por Francia o Alemania. ¡°Por la democracia¡±, como si sus se?or¨ªas no estuvieran en sus esca?os gracias a ella y a un sufragio transparente y limpio, no impugnado por nadie, y no fuera el en¨¦simo desde hace m¨¢s de cuarenta a?os. Hubo diputados franquistas que se dedicaron a golpear violentamente sus pupitres (s¨ª, pupitres) como si fueran reventadores en un estreno teatral decimon¨®nico. Otros vest¨ªan camisetas con lemas, por fuerza simplezas (¡°Por la salvaci¨®n del planeta¡±). Todo muy ameno y pintoresco, no me quejo. A un hermano m¨ªo lo decepcion¨® tan s¨®lo que los pol¨ªticos presos no se presentaran a la sesi¨®n disfrazados con trajes y gorritos a rayas blancas y negras y con un pie encadenado a una bola, como los presidiarios de los antiguos tebeos y de las pel¨ªculas sure?as. En fin, no se puede tener todo. Pero insisto en serio: vista la mentalidad infantiloide de bastantes se?or¨ªas, solicito urgentemente que el Congreso habilite una habitaci¨®n para soltar l¨¢grimas y otra bien provista de animalillos, para que los diputados se desahoguen a gusto, refieran sus anhelos y cuitas a los conejos y a los cochinillos, y cumplan despu¨¦s con sus obligaciones. Sobriamente y al grano, si es posible.?
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