Bango, el vivero de Saint Louis
Un recorrido por la ¨²nica calle asfaltada que cruza este barrio perif¨¦rico de Saint Louis, desde el aeropuerto en obras a la depuradora que abastece de agua la entera ciudad senegalesa, pasando por cocoteros, bananos y mangos
Las calles de Dakhar-Bango est¨¢n muy tranquilas. No por ser domingo por la ma?ana, ni por estar en Ramad¨¢n. Siempre es as¨ª. El solo ruido que se escucha a lo largo de la ¨²nica carretera asfaltada que atraviesa todo el barrio a la periferia de Saint Louis (Senegal) es el viento entre las ramas de los ¨¢rboles.
Bango, como todos le conocen, se encuentra a unos nueve kil¨®metros de la isla, coraz¨®n de la ciudad y principal atracci¨®n para los turistas. La distancia hace que los mismos saintlouisiens a veces no consideren esta zona como parte de la ciudad, sino como un pueblo a parte ¡ªpese a que se integrara formalmente a la urbe en los a?os setenta¡ª, se quejan los lugare?os.
Aqu¨ª viven, seg¨²n el ¨²ltimo censo de la Agencia Nacional de Estad¨ªstica y Demograf¨ªa (2013), casi 8.000 personas, la mayor¨ªa de las cuales se dedica a la ganader¨ªa, la agricultura y la pesca. La placidez del barrio, sin embargo, atrae a cada vez m¨¢s extranjeros y habitantes de la isla, que vienen en busca de aire limpio y de un contacto m¨¢s cercano con la naturaleza. Este inter¨¦s ha disparado los precios de los terrenos.
Un peque?o aeropuerto se?ala el ingreso a Bango. Sigue funcionando, aunque ya no est¨¦ abierto a los vuelos comerciales. ¡°Antes hab¨ªa m¨¢s movimiento y era mejor, porque significaba m¨¢s trabajo¡±, cuenta el vigilante. Espera que pronto empiecen las obras para remodelar la pista, que, seg¨²n las previsiones, deber¨ªan acabar para finales de 2020 para facilitar la actividad econ¨®mica alrededor de los yacimientos de gas y petr¨®leo descubiertos recientemente a lo largo de la costa.
Poco m¨¢s adelante se encuentra un centro de formaci¨®n militar, escondido detr¨¢s de la frondosidad de los ¨¢rboles y c¨²mulos de basura. Aqu¨ª se fund¨® la primera escuela del barrio a principios de los a?os sesenta. Cheikh A?dara estudi¨® entre sus pupitres. Su generaci¨®n, dice, fue la primera de Bango en aprender a leer y a escribir.
¡°?Cu¨¢l es mi trabajo? No lo puedo decir exactamente... Pinto, monto talleres de lectura, me ocupo de los desechos... Voy de aqu¨ª pa' all¨¢¡±. A?dara tiene 61 a?os y lleva casi toda la vida en el barrio. Est¨¢ sentado delante de su casa y ojea un cuaderno de hojas amarillentas con apuntes que tom¨® en 1987 con jerogl¨ªficos, historias de dioses y dinast¨ªas de faraones. El estudio de distintas disciplinas y la lectura ocupan la mayor¨ªa de su tiempo desde que un accidente limit¨® hace seis a?os su capacidad de andar.
¡°Nac¨ª en Bango en 1958 y apenas hab¨ªa una decena de casas en esa ¨¦poca. Era muy seguro por la presencia de los militares, hab¨ªa buen ambiente entre los vecinos, muchas oportunidades de trabajo¡¡±, recuerda. ¡°Nosotros so?¨¢bamos con irnos a vivir a la isla y ahora resulta que son ellos los que quieren mudarse aqu¨ª, porque la ciudad es m¨¢s cara e insegura¡±.
Bango es la sede del mayor vivero p¨²blico de la ciudad, un jard¨ªn de 1,5 hect¨¢reas de las que los vecinos se abastecen de plantas de todo tipo. ¡°Para ellos es completamente gratis¡±, explica el director del centro, Demba Sarr. ¡°Hay ¨¢rboles de fruta, para hacer sombra, para contrarrestar la erosi¨®n costera¡¡±, enumera se?alando a la derecha y a la izquierda.
Cocoteros, bananos y mangos son algunos de los que despuntan por encima de los muros de las fincas que flanquean la carretera. En una de ellas, la Granja B2K, trabaja Demba Ngom, de 31 a?os, ocup¨¢ndose de los corderos. Lleva mucho tiempo trabajando con estos animales, pero muy poco en Saint Louis. Lleg¨® a Bango desde otra sede de la empresa agr¨ªcola, en Dakar, pero su mujer vive en Kaffrine, en el centro del pa¨ªs. Ngom no se queja y de momento no le interesa cambiar. All¨ª lo tiene todo, casi no necesita ni salir de la granja.
¡°Voy donde hay empleo, me da igual estar en un sitio o en otro. El trabajo es el mismo¡±, zanja. En esta granja, se ocupa de unos 40 corderos de una raza mejorada, que necesitan mayores cuidados porque son m¨¢s fr¨¢giles en comparaci¨®n con los comunes. ¡°Hay que prestarles atenci¨®n todo el d¨ªa todos los d¨ªas. Hasta por la noche quedo con el o¨ªdo pendiente, por si pasa algo".
De Bango sale el agua que se bebe en toda Saint Louis y alrededores. La calle principal del barrio acaba a orillas del r¨ªo Lampsar, un afluente del r¨ªo Senegal, donde se ubica una depuradora. Algunos ni?os se ba?an para ahuyentar la can¨ªcula de mayo, mientras los pescadores remiendan las redes. Un militar vigila constantemente la zona para evitar la entrada de productos de contrabando desde Mauritania, a escasos 20 kil¨®metros.
Saliou Ndiaye, 45 a?os, cuenta que a veces se encuentra el pescado cerca de la costa, pero otras tiene que ir mucho m¨¢s lejos, incluso al pa¨ªs vecino. ¡°Es una vida dura, hay muchos mosquitos y por la noche a veces hace fr¨ªo, pero es lo que hay¡±, dice.
A?dara teme que todo va a cambiar con la remodelaci¨®n del aeropuerto y la explotaci¨®n del crudo. ¡°Va a ser el fin para nosotros. Va a empezar una nueva vida, pero peor, m¨¢s individualista. El petr¨®leo no va a traer desarrollo para todos, al rev¨¦s. Los beneficios econ¨®micos se quedar¨¢n en los bolsillos de unos pocos¡±.
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