Ndioloff¨¨ne, el barrio de la tolerancia
El f¨²tbol contribuye a la integraci¨®n de los talib¨¦s en este distrito de Saint Louis, en Senegal. Aqu¨ª se encuentra tambi¨¦n el primer vivero para la experimentaci¨®n bot¨¢nica de ?frica occidental
Algunos visten una camiseta azul y otros una roja, pero es imposible saber qui¨¦n de ellos es un talib¨¦ [alumno de escuela cor¨¢nica] y qui¨¦n vive con su familia. Todos son iguales cuando se trata de perseguir la pelota en un campo de arena donde no hay ni porter¨ªas. La mera existencia de este equipo, el Talib¨¦ F¨²tbol Club, es la prueba evidente de que en el barrio de Ndioloff¨¨ne, en Saint Louis, hay espacio para todos.
Con la llegada del Ramad¨¢n, el mes sagrado para los musulmanes, el ritmo de vida de la ciudad senegalesa se ralentiza. Lejos de la isla, donde se concentran los turistas, las actividades cotidianas siguen, aunque m¨¢s despacio, a la espera de las 19.30, hora en la que se permite a los fieles romper el ayuno. Los peque?os jugadores del Talib¨¦ F¨²tbol Club, que coman o no en las horas de sol, no escatiman energ¨ªa en correr arriba y abajo.
¡°Creamos el equipo para los talib¨¦s, pero los otros ni?os del barrio pidieron unirse. Se ha creado una bonita sinergia, el f¨²tbol ha contribuido a que cayeran las barreras¡±, explica Abdoulaye Ka, secretario general de Bonheur d'enfants d'Afrique, una organizaci¨®n que trabaja por el bienestar de la infancia y ofrece actividades de ocio, educativas y cuidados m¨¦dicos. El mismo terreno donde se encuentra la sede de la asociaci¨®n les fue cedido por un vecino.
¡°Todos nosotros hemos crecido en este barrio. Conocemos muy bien las condiciones de vida de los ni?os, en especial las de los talib¨¦s¡±, agrega el presidente Herv¨¦ Sambou. En los alrededores, estima, hay al menos cinco daara (escuela cor¨¢nicas) que albergan cerca de 500 ni?os que viven en condiciones dif¨ªciles.
La frontera norte del barrio, donde viven m¨¢s de 9.300 personas, seg¨²n el ¨²ltimo censo de la Agencia Nacional de Estad¨ªstica y Demograf¨ªa (de 2013), est¨¢ marcada por una carretera. A lo lejos, se divisa el r¨ªo Senegal. En el medio, un mar de basura. El marab¨² (l¨ªder espiritual) Wilane Babacar se lava los pies para prepararse para el rezo del mediod¨ªa. Est¨¢ sentado al sol en el medio del patio donde vive con una cantidad incierta de estudiantes. Babacar viene de la regi¨®n de Kafrin, donde ha dejado a su mujer e hijos. Tiene 40 a?os, pero lleva m¨¢s de la mitad en Ndioloff¨¨ne, primero como talib¨¦ y ahora como gu¨ªa religiosa. ¡°Estoy muy orgulloso de esta ciudad y del barrio. La casa en la que nos alojamos nos la dej¨® un vecino. Los habitantes de esta zona se portan muy bien con nosotros. A veces ni hay que pedir, son ellos que vienen aqu¨ª para ofrecernos alimentos. No hay diferencias entre los talib¨¦s y los otros ni?os¡±.
Ndioloff¨¨ne siempre ha sido un barrio dispuesto a acoger de brazos abiertos a personas con distintos or¨ªgenes. Por lo menos desde que lo recuerde Djibril Dia, que naci¨® aqu¨ª hace 63 a?os. ¡°Antes esto era pura vegetaci¨®n, hab¨ªa algunos tubabs [blancos], pero con el fin de la ¨¦poca colonial se fueron y dejaron sus casas en herencia a los lugare?os que trabajaban para ellos como dom¨¦sticos o en la agricultura¡±, cuenta. Cuesta entender su voz, escondida tras una radio a todo volumen.
La familia de Dia se mud¨® de Fouta a Saint Louis en b¨²squeda de oportunidades. Este hombre de bigote blanco ¡ªque anta?o se dedicaba a la construcci¨®n y que ahora est¨¢ jubilado¡ª tiene buenos recuerdos de su infancia. ¡°El r¨ªo era mucho m¨¢s grande, hab¨ªa pescado en abundancia y ¨¢rboles. La gente viv¨ªa bien, hab¨ªa un buen clima social. Era un para¨ªso en la tierra. Desde entonces ha habido muchos cambios: ahora los habitantes del barrio tienen trabajos m¨¢s estables y disponen de dinero para que sus hijos estudien. Pero hay cosas que permanecen, como la tolerancia, las ganas de compartir y la simpat¨ªa de los vecinos. A¨²n hay mucho mestizaje¡±.
Ndioloff¨¨ne es tambi¨¦n el pulm¨®n de Saint Louis. Aqu¨ª se ubica la Direcci¨®n de Desarrollo Rural de la regi¨®n de Saint Louis, que dispone de una huerta en la que los estudiantes pueden hacer pr¨¢cticas en las labores agr¨ªcolas. Las hortalizas y verduras que aqu¨ª se producen se venden a los vecinos.
Massamba Sakho, t¨¦cnico agr¨ªcola de 31 a?os, se define como ¡°nacido, crecido y formado en Saint Louis¡±. Lleva 10 a?os en el Departamento y ha sido testigo de un profundo cambio en la huerta. ¡°Antes estaba abierta a todos los que quisieran, pero ahora, con la presencia de los estudiantes el trabajo se ha profesionalizado¡±. En el mismo barrio avanzan las obras para la construcci¨®n de una nueva escuela que reunir¨¢ la formaci¨®n en todas las profesiones ligadas a la agricultura para que los j¨®venes no tengan que desplazarse hasta Dakar para estudiar.
Sakho no vive en Ndioloff¨¨ne, pero aqu¨ª est¨¢ su rinc¨®n preferido de la ciudad, un lugar tranquilo en el que puede respirar y pensar. Se trata del primer vivero de experimentaci¨®n bot¨¢nica de ?frica occidental, fundado por los colonos en 1890 y ahora propiedad del Ministerio de Agricultura. Pese a ser un espacio de nueve hect¨¢reas al que todos pueden acceder de manera gratuita, no hay nadie m¨¢s, a excepci¨®n de un par de vigilantes sentados a la sombra de unos cocoteros en compa?¨ªa de un gato somnoliento.
El t¨¦cnico agr¨ªcola se pasea entre los ¨¢rboles de la cuadra donde se concentran todas las variedades de mango africanas. ¡°De peque?o, mi abuela me dec¨ªa que este era el lugar m¨¢s bonito de ?frica¡±, r¨ªe, convencido de la verdad absoluta de estas palabras. ¡°Hoy en d¨ªa, en Saint Louis se construyen casas en cualquier lugar y este es el ¨²nico rinc¨®n en el que se puede ver mucho verde en el coraz¨®n de la ciudad. Es un patrimonio. Aqu¨ª se est¨¢ fresco, puedes respirar, estar en contacto con la naturaleza, pero falta personal, podr¨ªa estar m¨¢s limpio, se podr¨ªan organizar m¨¢s actividades con los ni?os¡¡±, se queja. ¡°Este lugar tiene un enorme potencial de formaci¨®n y de trabajo, sobre todo para los j¨®venes, pero no veo a muchos venir por aqu¨ª. Quiz¨¢s a¨²n no son conscientes de la suerte que tenemos¡±.
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