Ostentaci¨®n de saldo
Resulta parad¨®jico que, habiendo conocimiento y t¨¦cnica para comer cada vez mejor, la oferta se encuentre plagada de art¨ªculos mediocres a bajo coste.
Poseemos tecnolog¨ªas y conocimientos que permiten entender y dominar los procesos necesarios para obtener alimentos seguros y de calidad en nuestras mesas. Hoy d¨ªa todo lo que ingerimos est¨¢ regulado y controlado por organismos y leyes; tambi¨¦n supervisado por protocolos y an¨¢lisis que nos deber¨ªan permitir despreocuparnos en gran medida de lo que nos llevamos a la boca. No obstante, durante miles de a?os, muchos procedimientos se ejecutaban a ojo, a trav¨¦s de un elemental m¨¦todo de ensayo y error que se transmit¨ªa de generaci¨®n en generaci¨®n.
Nuestros ancestros conviv¨ªan entre ciclos de necesidad y, en momentos concretos, de abundancia. De ah¨ª provienen tantas y tantas elaboraciones que en todas las culturas han procurado preservar los excedentes, macer¨¢ndolos en salmueras, l¨ªas de sake, vinagres, grasas, cal o cenizas; sec¨¢ndolos al sol, al aire fr¨ªo o con humo. Cada vez que probamos una cu?a de queso, una loncha de cecina, un bocado de mojama o un trocito de pulpo seco, estamos tomando una cantidad asombrosa de conocimiento.
No llegamos a ser conscientes de toda la t¨¦cnica y tecnolog¨ªa que hay tras un familiar sorbo de vino, que, con el paso de los siglos, ha ido mutando bajo par¨¢metros culturales hasta llegar a ser lo que es hoy. Quiz¨¢ por ello no deja de ser parad¨®jico el hecho de que pudiendo seleccionar mejor lo que sembramos; cultivar con precisi¨®n milim¨¦trica a fin de optimizar espacio, agua y la expresi¨®n de ciertas caracter¨ªsticas de lo plantado; habi¨¦ndose logrado conservar con fr¨ªo e incluso congelar con procedimientos para inhibir la formaci¨®n de cristales de hielo¡, pues que, a pesar de todo ello, el mercado est¨¦ plagado de art¨ªculos mediocres. Es como para cuestionar la utilidad de tantos expertos cuya funci¨®n ha sido mediar entre el consumidor y las opciones existentes, con el fin de evitarle tener que sortear entre lo que hay hasta dar con lo m¨¢s adecuado. ?Para qu¨¦ tanta maestr¨ªa si despu¨¦s se ignora todo ante el resplandor de las promesas a bajo coste?
Asomarse a supermercados, grandes almacenes y tiendas de alimentaci¨®n, por no hablar de los expositores de las gasolineras o las mesas de los buf¨¦s, es constatar c¨®mo una parte importante del saber y competencias adquiridas en el ¨¢mbito alimentario hasta la actualidad se destinan a impulsar el abaratamiento de la producci¨®n a costa de la devaluaci¨®n de la calidad. El esfuerzo de muchas industrias se ha dirigido no a dar de comer mejor, sino a hacer m¨¢s accesible aquello que antes era de consumo espor¨¢dico. De este modo, ingredientes y bebidas que se disfrutaban en fechas se?aladas y momentos concretos del a?o se exponen en los men¨²s diarios y en ofertas de descuento entre semana. Las etiquetas, r¨®tulos y presentaci¨®n de los envases van sobrados de esfuerzos t¨¦cnicos en pos de la apariencia y de la imagen. Y como somos consumidores de iconos, las propuestas de los cruceros van de la mano de un p¨²blico ataviado de gala, dispuesto a comerse un bogavante capturado y congelado a miles de kil¨®metros y un plato de fruta pelada y troceada sin aroma ni sabor mientras se brinda con un champ¨¢n al l¨ªmite de lo considerado como tal.
Y aqu¨ª aflora otra de las cuestiones en este pulso entre la ostentaci¨®n y lo asequible: si hay conocimiento y t¨¦cnica para comer cada vez mejor, ?d¨®nde est¨¢ el problema? En buena medida, en un p¨²blico que no puede o no quiere pagar. Se desea rechupetear langostinos a precio de tomates, masticar solomillo a coste de pollo y olisquear jam¨®n por un importe menor al pagado por un DVD. Y obviamente, siempre hay alguien dispuesto a leer las demandas del p¨²blico. Ser¨ªa positivo interiorizar que lo verdaderamente extraordinario es amoldar nuestros antojos y apetitos a la infinidad de opciones excepcionales y accesibles que cada temporada nos ofrece el mercado. Ese y no otro es el verdadero lujo.
Pan de molde y nueces
Ingredientes
Para 4 personas
- 80 gramos de nueces troceadas
- 100 mililitros de leche entera
- 160 mililitros de agua templada
- 550 gramos de harina de fuerza
- 60 gramos de mantequilla
- 40 gramos de aceite de oliva
Instrucciones
Forrar un molde de pan con papel sulfurizado. En un cuenco amplio, mezclar la sal y la harina. Agregar la levadura disuelta en el agua, la mantequilla en pomada, el aceite, la leche y el huevo. Amasar hasta que todos los ingredientes estén integrados.
En otro bol engrasado con un poco de aceite, dejar la masa boleada y taparla con papel transparente. Dejar que fermente durante una hora hasta que duplique su tamaño. Volver a amasar para desgasificar y estirar la masa.
Añadir las nueces y volver a formar un rectángulo que quepa en el molde. Dejar fermentar nuevamente una hora hasta que vuelva a doblar su tamaño. Precalentar el horno a 180 grados y cocinar durante 35 minutos a esa temperatura. Retirar y dejar atemperar. Desmoldar y dejar enfriar en una rejilla.
4. Acabado y presentaci¨®n
Cortar una buena rebanada y acompañar al gusto.
Propiedades nutricionales
El trigo es una gran fuente de amino¨¢cidos esenciales, desde la valina y la fenilamina hasta la ciste¨ªna. En cada 100 gramos de trigo podemos encontrar unos 10 gramos de fibra. Tambi¨¦n es una excelente fuente de carbohidratos, con 60 gramos por cada 100 de producto.
Tipolog¨ªa
Dependiendo de la dureza del trigo y su contenido en gluten, existen harinas de fuerza ideales para hacer panes o harinas flojas m¨¢s aptas para reposter¨ªa.
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