Reorientar la br¨²jula
La lucha contra el cambio clim¨¢tico, las desigualdades y la precariedad debe situarse en el centro de la agenda econ¨®mica
Ha llegado el momento de pasar de la efervescencia electoral al debate de fondo. ?Qu¨¦ grandes transformaciones econ¨®micas debemos impulsar en esta nueva legislatura?
Tano Santos y Jes¨²s Fern¨¢ndez-Villaverde empujaban recientemente este debate. Algunos diagn¨®sticos son compartidos: el nulo crecimiento de la productividad dificulta la convergencia con nuestros socios europeos, la complejidad tecnol¨®gica de nuestras exportaciones es limitada y nuestro sistema financiero est¨¢ preocupantemente concentrado y poco capitalizado. Sin embargo, entre los desaf¨ªos que se?alan nuestros colegas hay omisiones relevantes y debates pendientes.
En primer lugar, los economistas no podemos seguir olvidando por m¨¢s tiempo la actual emergencia clim¨¢tica. Debemos situar en el centro de la agenda la descarbonizaci¨®n de nuestra econom¨ªa, impulsando un programa de inversiones en energ¨ªas renovables, rehabilitaci¨®n inmobiliaria y movilidad el¨¦ctrica. Estas inversiones ayudar¨ªan adem¨¢s a sortear la desaceleraci¨®n internacional, apuntalando la creaci¨®n de buenos empleos.
Otros art¨ªculos de los autores
En segundo lugar, este plan de inversiones verdes debe tener tambi¨¦n un componente morado, que impulse infraestructuras sociales de las que carecemos y que son esenciales para avanzar en la igualdad de g¨¦nero. Universalizar la educaci¨®n de cero a tres a?os, y desarrollar un verdadero sistema de dependencia, permitir¨ªa elevar la tasa de empleo de la econom¨ªa y reducir la brecha salarial que sufren las mujeres.
Sorprende, en tercer lugar, que Santos y Fern¨¢ndez-Villaverde no hagan referencia en su art¨ªculo a la necesidad de reducir la desigualdad: ninguna transformaci¨®n econ¨®mica ser¨¢ social y pol¨ªticamente sostenible si no camina de la mano de una mayor equidad. Los costes de vivir en sociedades tan desiguales est¨¢n muy documentados: la desigualdad conlleva una insuficiencia estructural de demanda ¡ªcon p¨¦rdidas de crecimiento potencial¡ª, polarizaci¨®n pol¨ªtica y desafecci¨®n social. Contamos con instrumentos diversos, pero la profundidad del problema exige un planteamiento integral: por un lado, necesitamos cambios en las pol¨ªticas de redistribuci¨®n ¡ªcon la articulaci¨®n de un aut¨¦ntico sistema de ingresos m¨ªnimos y una mayor progresividad fiscal. Pero, adem¨¢s, debemos transformar nuestro modelo de predistribuci¨®n ¡ªcon un reequilibrio de la negociaci¨®n colectiva en el mercado laboral.
Esto nos lleva a un cuarto reto, que nuestros colegas tampoco mencionan: urge terminar con la precariedad, que dificulta los proyectos vitales de muchas personas y da?a la productividad de nuestras empresas. La reforma laboral no ha corregido la alt¨ªsima temporalidad que arrastramos desde antes de la crisis. De hecho, hoy la situaci¨®n es a¨²n peor: los contratos temporales duran 30 d¨ªas menos que en 2008 y los indefinidos se han precarizado (el 40% no alcanza el a?o de duraci¨®n).
Durante la ¨²ltima d¨¦cada no solo se han pospuesto reformas necesarias, sino que algunas pol¨ªticas ensayadas han fracasado
Durante la ¨²ltima d¨¦cada no solo se han pospuesto reformas necesarias, sino que algunas pol¨ªticas ensayadas han fracasado. El ejemplo de la desregulaci¨®n laboral es evidente, pero tambi¨¦n la austeridad fiscal nos ha llevado a un callej¨®n sin salida. Hemos de atrevernos, por tanto, a plantear nuevas miradas.
Hoy d¨ªa incluso economistas mainstream, como Krugman, Stiglitz o Blanchard, alertan frente a la obsesi¨®n por seguir reduciendo los d¨¦ficits p¨²blicos una vez que estos han entrado ya en zona de control ¡ªcomo en Espa?a. Los recortes del gasto p¨²blico tienen efectos negativos sobre la actividad econ¨®mica, y acaban, por tanto, dificultando la reducci¨®n de la ratio deuda-PIB. Pero adem¨¢s debemos aprovechar el contexto actual para financiar a tipos bajos programas de inversi¨®n que sean social y econ¨®micamente rentables, como las inversiones verdes y moradas. Por ello, los ingresos que se obtengan de una reforma fiscal no deben destinarse a reducir a¨²n m¨¢s el d¨¦ficit, sino a impulsar estas inversiones.
Finalmente, la modernizaci¨®n de nuestra estructura productiva tambi¨¦n requiere un cambio de perspectiva. Como la experiencia internacional ha demostrado, es necesaria una pol¨ªtica industrial activa que lidere e impulse la innovaci¨®n y los cl¨²steres empresariales, que fije prioridades estrat¨¦gicas, que facilite el aumento de la talla empresarial y la cooperaci¨®n entre firmas y que construya los instrumentos financieros p¨²blicos necesarios para financiar estos cambios.
No podemos mirar para otro lado ante los grandes desaf¨ªos econ¨®micos. La lucha contra el cambio clim¨¢tico, la reducci¨®n de las desigualdades o la precariedad laboral deben situarse en el centro de la agenda, al mismo nivel que la mejora de la productividad o la modernizaci¨®n empresarial. Y la pol¨ªtica fiscal debe servir para acometer estos retos, no para obstaculizarlos.
Nacho ?lvarez es secretario de Econom¨ªa de Podemos y Jorge Ux¨® es profesor de Econom¨ªa en la Universidad de Castilla-La Mancha.
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