La equidad de g¨¦nero en la salud ocular: un reto alcanzable
Como media global, el 55% de personas con problemas de visi¨®n moderada o severa son mujeres.
En Espa?a, si tienes cataratas te sometes a una operaci¨®n relativamente sencilla y pronto recuperas la visi¨®n y la calidad de vida. Pero si esto te ocurre en otro pa¨ªs, existe una gran posibilidad de quedarte ciego y vivir con graves carencias. Adem¨¢s, si eres mujer, tienes todos los n¨²meros para que la intervenci¨®n m¨¦dica sea m¨¢s tard¨ªa o que est¨¦s m¨¢s afectada por prejuicios y temores.
Este es el caso de Inhambane, provincia del sur de Mozambique, donde las barreras que enfrentan las mujeres para una correcta salud ocular son variadas. Un estudio realizado por Fundaci¨®n Ojos del Mundo sobre el acceso a servicios de salud ocular evidencia los obst¨¢culos que tienen eliminarse para ofrecer un tratamiento m¨¢s equitativo.
Presiones que alejan a la mujer del tratamiento
El hombre en Mozambique, y espec¨ªficamente en Inhambane, es quien tiene el papel de principal proveedor del hogar y toma las decisiones importantes para la familia, como las relacionadas con intervenciones m¨¦dicas. La mujer, por su parte, se ocupa del ¨¢mbito dom¨¦stico y a menudo se siente en inferioridad de condiciones. Por ello, si la mujer tiene cataratas, o simplemente necesita gafas cuenta con una fuerte presi¨®n en contra.
Ahora, intenta imaginar c¨®mo te sentir¨ªas si tienes que someterte a una operaci¨®n quir¨²rgica que consideras muy complicada y crees que tu enfermedad est¨¢ relacionada con hechizos. Si, adem¨¢s, sabes que mientras te operan y te recuperas tu marido no va a ocuparse de los ni?os, ni de la casa, etc. Estas son algunas de las preocupaciones que sienten muchas mujeres en Inhambane, y que se expresan en cifras escalofriantes: el 56.5% de las personas ciegas o con graves deficiencias visuales en Mozambique son mujeres, cifra que llega al 69% en la provincia de Inhambane. Ambos n¨²meros lejos de la proporci¨®n global en el mundo, con el 55%.
Analfabetismo en salud, un riesgo diario
La pobreza y los papeles tradicionales de g¨¦nero hacen m¨¢s grande la brecha en lo referente a cuidados de salud. Seg¨²n explica el profesor Guillermo Mart¨ªnez, quien estudi¨® de cerca el caso de Inhambane, ¡°la pobreza hace que la mujer priorice a los ni?os, quedando ella en segundo plano a la hora de ir al m¨¦dico o tratarse un problema de salud¡±.
Pero otro de los males a combatir es el analfabetismo en salud oftalmol¨®gica. A menudo, los problemas oculares son relacionados con la vejez ¡ªy, por tanto, se creen sin soluci¨®n¡ª, con hechizos o causas sobrenaturales. Para evitar ello, es necesario incrementar las acciones de prevenci¨®n e informativas, incluyendo a todos los colectivos, especialmente los m¨¢s discriminados o estigmatizados, como las mujeres o las personas albinas, con gafas o ciegas.
Entre las barreras m¨¢s importantes para que la mujer acceda a los servicios de salud ocular encontramos la postura dominante del hombre y el papel social del m¨¦dico tradicional o curandeiro. Este ¨²ltimo, es un personaje que tiene un poder muy fuerte en sociedades como Mozambique. Por eso, hay que aprovechar la influencia que tiene el curandeiro, por lo que es mejor formarlos y hacerles part¨ªcipes de las actividades de promoci¨®n de salud ocular, mediante estad¨ªas en los centros de salud. Asimismo, es importante concienciar a los hombres para implicarlos en el desarrollo de una sociedad m¨¢s igualitaria, para que todos puedan acceder a los servicios de salud y hacer el seguimiento necesario.
Defender los derechos de las pacientes
Cuando se implementa un servicio de salud, en este caso salud ocular, los profesionales se encuentran a menudo con un problema importante. El personal sanitario formado all¨ª reproduce, m¨¢s o menos conscientemente, los mecanismos discriminatorios de g¨¦nero. Esto es porque las inercias sociales son muy fuertes y dif¨ªciles de erradicar.
A pesar de que en los servicios de salud ocular no hay diferencia de protocolos de cuidados oftalmol¨®gicos, muchos sanitarios dan por hecho que las mujeres pacientes no entienden las recomendaciones. Se las trata con paternalismo, se les a?ade presi¨®n por lo que respecta a los cuidados familiares, se las culpabiliza¡
Por ello, se recomienda fomentar en los sanitarios una actitud favorable a la defensa de derechos de la paciente y a la denuncia de los hombres que infringen los derechos de las mujeres impidiendo su acceso a los servicios de salud. Las formaciones y la mentor¨ªa ayudan a no perpetuar las actitudes de g¨¦nero da?inas.
El jefe de programas de la Fundaci¨®n Ojos del Mundo, Paco Sanz, explica que si bien existen problemas de acceso de salud para todos, el reto es mayor para las mujeres. No obstante, con el estudio no solo se identifican las barreras que existen, sino que tambi¨¦n se podr¨ªa "llevar a cabo acciones de incidencia pol¨ªtica frente a las autoridades sanitarias mozambique?as".
En resumen, se puede decir que la aplicaci¨®n de los proyectos de desarrollo in situ no se desprende del todo de un sesgo de g¨¦nero, que hay que eliminar para ofrecer un tratamiento m¨¢s equitativo. Para conseguir reducir la desigualdad y lograr mayor equidad, es clave empoderar a las mujeres para que superen las barreras que encuentren, principalmente en lugares como Inhambane.
La Fundaci¨®n Ojos del mundo fue creada en 2001 por iniciativa de Rafael Rib¨®, presidente de la ONG y actual S¨ªndic de Greuges y el oftalm¨®logo Borja Corc¨®stegui. Ha trabajado en pa¨ªses como Mozambique, Mali, los campamentos de personas refugiadas saharauis y Bolivia. Ha llevado a cabo m¨¢s de 30.000 intervenciones quir¨²rgicas (principalmente de cataratas), unos 600.000 tratamientos oculares y formado miles de profesionales locales.
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