Sanidad universal: Europa no predica con el ejemplo
Millones de europeos se enfrentan cada a?o a la pobreza como consecuencia de los copagos y los vac¨ªos en la cobertura
Cuando los ide¨®logos de la Agenda 2030 introdujeron el objetivo global de la cobertura sanitaria universal (CSU), pocos ten¨ªan en mente la realidad de los pa¨ªses europeos. Por delante incluso de otras regiones desarrolladas, la nuestra ha consolidado en la mayor parte de su territorio un modelo de protecci¨®n financiera y social que garantiza a todos los individuos el derecho b¨¢sico a una vida digna en salud. Cobertura universal equivale a Europa y la identidad del modelo social europeo se fundamenta en parte en el derecho de todos a una atenci¨®n sanitaria de calidad.
La realidad, sin embargo, es menos id¨ªlica. Un reciente informe de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) cuestiona la idea de que la CSU constituye un hecho incontestable en el territorio europeo. Utilizando datos para veinticuatro pa¨ªses de la regi¨®n ¨Cdentro y fuera de la UE, y en una horquilla amplia de niveles de ingreso y fortaleza institucional¨C, el informe mide dos indicadores fundamentales de la protecci¨®n financiera en salud: el gasto empobrecedor y el gasto catastr¨®fico. En ambos casos se trata de calibrar el efecto que tiene en los hogares la ausencia de cobertura o la necesidad de que el paciente financie determinados gastos de su propio bolsillo a trav¨¦s del copago. Este efecto puede empujar a una familia por debajo de la l¨ªnea de pobreza (empobrecedor) o puede llegar a asfixiar el margen de maniobra de un hogar una vez se han pagado los gastos b¨¢sicos de vivienda, alimentaci¨®n y servicios (catastr¨®fico).
Por primera vez, un estudio de este tipo mide las dificultades financieras con respecto a la verdadera capacidad de gasto de los hogares, lo que sortea las carencias metodol¨®gicas de indicadores globales como los Objetivos de Desarrollo Sostenible y permiten considerar las particularidades de una regi¨®n desarrollada. Y los datos que destaca la OMS son inquietantes:
- La incidencia del gasto empobrecedor va del 0,3% de Eslovenia al 9% de Ucrania. Pa¨ªses de la UE como Polonia y Hungr¨ªa muestran niveles de entre el 4% y el 6% de los hogares.
- La d¨¦bil protecci¨®n financiera deriva en gasto catastr¨®fico para uno de cada 11 hogares griegos y uno de cada 12 en Portugal. Moldavia muestra en este caso las cifras m¨¢s altas, con una incidencia total del 17%.
- Los quintiles m¨¢s pobres de la poblaci¨®n padecen de manera desproporcionada las consecuencias de este fen¨®meno. En algunos casos, como el de los medicamentos, los costes personales obligan a recortar otros gastos esenciales de las familias. En otros, como en el de la salud dental, la consecuencia es sencillamente prescindir del servicio sanitario.
Los pa¨ªses con mejor protecci¨®n financiera punt¨²an alto en algunas medidas evidentes, como la ampliaci¨®n de la cobertura de tratamientos. Pero tambi¨¦n han sido claves la limitaci¨®n de los copagos de los pacientes (menos del 15% del gasto sanitario total), la gratuidad para los grupos sociales m¨¢s vulnerables y la extensi¨®n de los derechos de acceso a poblaciones que est¨¢n excluidas en otros pa¨ªses, como los inmigrantes sin papeles o las comunidades gitanas.
Nota aparte merece la cuesti¨®n de los medicamentos. El precio injustificado de muchos tratamientos supone en general una carga cada vez menos sostenible para los sistemas de salud. Pero cuando esta carga recae sobre los hombros de familias en riesgo social, la situaci¨®n roza la obscenidad. La OMS no lo dice en su informe, pero sus conclusiones suscitan una pregunta evidente: ?qu¨¦ m¨¢s debe ocurrir para que nos planteemos la reforma del sistema de innovaci¨®n y acceso a medicamentos esenciales?
La falta de protecci¨®n financiera en salud condena a millones de europeos a una vida peor. Sus mecanismos proporcionan un baremo fiable de la desigualdad y la vulnerabilidad que crecen en las sociedades de nuestra regi¨®n. Y plantea dilemas fundamentales sobre nuestro modelo de protecci¨®n. Como se?alaba esta semana para el caso espa?ol un contundente informe de C¨¢ritas, fiarlo todo a la creaci¨®n de empleo constituye un error. Primero, porque la precariedad de salarios y contratos multiplica el riesgo de pobreza de los hogares. Segundo, porque un Estado del bienestar s¨®lido se basa en su capacidad para establecer redes de seguridad justas, eficaces y universales, no limitadas a las aportaciones sociales de los trabajadores.
Europa debe liderar ante la comunidad internacional la extensi¨®n de un modelo que ha dignificado a nuestras sociedades y que constituye uno de los bienes comunes mejor valorados por los ciudadanos. El mejor modo de hacerlo es predicar con el ejemplo y corregir las graves carencias de las que advierte la OMS en su informe.
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