El alquimista novelista
Un cient¨ªfico benefactor de la humanidad est¨¢ insatisfecho con su premio Nobel: ¨¦l quiere ser escritor
En cuanto uno menciona a un qu¨ªmico la gente piensa en Bryan Cranston y su viaje a los infiernos morales de Breaking Bad. S¨ª, los qu¨ªmicos, esos tipos que mezclan cosas en un matraz y no paran hasta causar una explosi¨®n o inventar una nueva droga de abuso. Joachim Frank, premio Nobel de Qu¨ªmica en 2017, es seguramente la refutaci¨®n perfecta de ese prejuicio ignorante y da?ino. Sus contribuciones a las t¨¦cnicas de imagen para las estructuras biol¨®gicas han cambiado ya el mundo, y lo har¨¢n mucho m¨¢s en los pr¨®ximos a?os y d¨¦cadas. Pero, como puedes leer en un precioso art¨ªculo de Materia, el genio no est¨¢ satisfecho con eso. ?l quiere ser novelista, y no encuentra un jeringado editor. Cu¨¢n bajo caen los poderosos.
Hacer fotos de las estructuras microsc¨®picas de la biolog¨ªa puede parecer una cuesti¨®n secundaria, pero no lo es en absoluto. Pese a su fama de chapucera, la vida es geometr¨ªa. La forma de las macromol¨¦culas (ADN, ARN y prote¨ªnas, los gigantes de ese nanomundo) no solo permite su funci¨®n biol¨®gica, sino que la fundamenta y la explica ante nuestros ojos asombrados. Lo que se suele considerar el mayor avance de la biolog¨ªa de todos los tiempos, la doble h¨¦lice del ADN, es un descubrimiento estructural. Esos dos elegantes muelles antiparalelos (como dos serpientes enredadas cabeza con cola) explicaron de inmediato por qu¨¦ los organismos pueden sacar copias de s¨ª mismos. Las dos serpientes se separan, y cada una reproduce a su antigua pareja. Donde antes hab¨ªa una doble h¨¦lice, ahora tenemos dos dobles h¨¦lices id¨¦nticas. El secreto de la vida.
Pero replicar tonter¨ªas, como hacemos todos en las redes sociales, no sirve de gran cosa. Cada h¨¦lice de la doble h¨¦lice del ADN es un texto (gatacca¡) que significa ¡°prote¨ªnas¡±. El texto del ADN se traduce en otro texto que encadena un amino¨¢cido tras otro en un orden exacto, y eso son las prote¨ªnas, las nanom¨¢quinas que ejecutan todas las tareas de nuestro cuerpo y nuestra mente. Y ah¨ª la geometr¨ªa empieza a hacerse m¨¢s compleja e interesante. Averiguar la forma de esas prote¨ªnas, y de las sociedades que forman en cada una de nuestras c¨¦lulas, es un problema central de la biolog¨ªa. Y Frank ha sido un cient¨ªfico fundamental para abordar ese reto formidable. Gracias a ¨¦l y a sus compa?eros de viaje a Estocolmo todos podemos ver, en cualquier sentido sensato de este verbo, las geometr¨ªas de la vida, y c¨®mo sus alteraciones nos conducen a la enfermedad, la muerte y la penalidad.
Pero Frank, esa fuerza benefactora de la humanidad, se siente frustrado, porque ¨¦l quiere ser novelista. En los ¨²ltimos treinta a?os ha producido tres manuscritos, ha paseado por las editoriales de Nueva York, ha contratado a un agente literario y nada, no hay manera. Por lo que sabemos, sus novelas tienen elementos de ciencia ficci¨®n, mayormente dist¨®pica, y algunos ¨¢ngulos de literatura psicol¨®gica, con astr¨®nomos en declive, duras separaciones sentimentales, melancol¨ªa, fracaso y mal rollo en general. ?No habr¨¢ por ah¨ª un editor que se atreva con eso? Como dijo Vinicius de Moraes, ¡°Tristeza nao tem fim, felicidade sim¡±. La tristeza no tiene fin, la felicidad s¨ª.
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