No es liberalismo, es riveralismo
Ciudadanos afronta su ¨²ltima crisis necesaria: con este ¡°no es no¡± define su opa para hacerse con el espacio del PP
En Ciudadanos no ha habido un amotinamiento fatal sino una crisis inevitable. Todo partido con m¨¢s de un alma siempre, antes o despu¨¦s, sacrifica alguna. En Ciudadanos se ha impuesto un cord¨®n sanitario al PSOE que ha demonizado la socialdemocracia. Pero la secuencia de dimisiones tras la salida de Toni Rold¨¢n, no har¨¢ llegar la sangre al r¨ªo. El balance de da?os es asumible y ah¨ª est¨¢ Igea para constatarlo. Por dem¨¢s, pensar que Valls o Rold¨¢n representan m¨¢s a Cs que Rivera, y que este ahora representa m¨¢s al PP, son matices sofisticados. La mayor¨ªa secundan a Rivera y su proyecto de llegar a liderar la derecha. El tiempo dictar¨¢ sentencia seg¨²n alcance sus objetivos o no. Entretanto, eso s¨ª, Ciudadanos acent¨²a un fen¨®meno problem¨¢tico: tiende al proyecto personalista, cuando naci¨® contra eso. De hecho, es dif¨ªcil reconocer su liberalismo; solo es evidente el riveralismo.
Igea defiende la abstenci¨®n, pero sobre todo a Rivera. Y de hecho sostendr¨¢ en la vieja Castilla no un Gobierno de cambio como en Andaluc¨ªa, sino un Gobierno continuista apuntalando a un partido con m¨¢s de treinta a?os en el machito, como en Madrid o Murcia con un lastre considerable de corrupci¨®n. Esto no va de regeneracionismo, sino de tacticismo. No es una batalla de ideolog¨ªa, sino de poder. Aunque se aferren a la etiqueta liberal de renacido prestigio, no es m¨¢s que el espacio de la derecha. Los liberales ya se integraron con Fraga (ecco!) y ahora buscan no integrarse sino ensancharse y ocupar el electorado que lidera el PP. Hay algo simb¨®lico en el relevo de Rold¨¢n por una exmilitante del PP o la sustituci¨®n en la Ejecutiva por Marcos de Quinto, que ha acumulado una buena fortuna bien ganada pero ya ha demostrado que sin fuste de ideas. Ya se sabe, quod Coca-Cola non dat, natura nos prestat.
La crisis de Rold¨¢n est¨¢ zanjada, e incluso Villegas deja la puerta abierta a otros. Rivera sencillamente va a tirar del Manual de resistencia, y tiene con ¨¦l incluso a cr¨ªticos como Garicano o Igea. Act¨²a persuadido de que su obstinada negativa acabar¨¢ teniendo premio del mismo modo que lo tuvo para Pedro S¨¢nchez cuando se opuso a la nomenclatura socialista con el no-es-no inflexible a investir a Rajoy. El riveralismo como el sanchismo, ve su ventana de oportunidad en la polarizaci¨®n. Por eso Rivera, como hizo S¨¢nchez, se rodea de un grupo estrecho de pretorianos fieles para defender una hoja de ruta decidida. Lo de c¨ªrculo de Mal¨², contado por Ellakur¨ªa, es una maldad interna. Esto no guarda relaci¨®n con Navarra u otros pactos, que son coartadas; se trata de una estrategia de m¨¢s largo recorrido que comienza con la decisi¨®n de sacar al PSOE del constitucionalismo para tratar de convertirse en su alternativa. Y ahora Ciudadanos, que ya no es lo que era Ciudadanos, afronta su ¨²ltima crisis necesaria: con este ¡°no es no¡± define su opa para hacerse con el espacio del PP. Y el balance solo lo determinar¨¢ el ¨¦xito o el fracaso.
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