Elogio de los impuros
Hoy por hoy, la l¨ªnea de la mayor¨ªa de los partidos en Espa?a es esa: la de no conceder absolutamente nada fuera del bloque, y lo m¨ªnimo posible dentro
Toni Rold¨¢n. Carolina Bescansa. Carles Campuzano. Ignacio Urquizu. Rosa Mart¨ªnez. Gabriel Elorriaga. Son algunos de los nombres que ha perdido la pol¨ªtica estatal en los ¨²ltimos tiempos. Unos dejan la vida p¨²blica. Otros se pasan al territorio auton¨®mico o local, donde hay m¨¢s ox¨ªgeno. A pesar de sus considerables diferencias ideol¨®gicas, todos tienen algo en com¨²n: en un momento dado, demostraron de una forma u otra que la pol¨ªtica, la de las negociaciones a puerta cerrada y los titulares a tumba abierta, sirve de poco si no maximiza la aplicaci¨®n de pol¨ªticas espec¨ªficas que terminen por mejorar la vida de las personas. Demostraron que los votos y los liderazgos deber¨ªan encarrilarse un poco m¨¢s hacia lo posible.
¡°Mejorar la vida de las personas¡± es, por supuesto, un concepto abierto. Precisamente, las diferencias ideol¨®gicas son las que aseguran que no signifique lo mismo para todo el mundo. Pero la b¨²squeda de matices, la atenci¨®n a la letra peque?a fuera de los focos medi¨¢ticos, es la que permite ciertas renuncias para alcanzar otros logros. En cambio, la defensa irredenta de la posici¨®n puede terminar parad¨®jicamente en una traici¨®n a los propios principios porque produce exquisitos cad¨¢veres program¨¢ticos que nunca se llegaron a aplicar a pesar de que quedaron impolutos.
Hoy por hoy, la l¨ªnea de la mayor¨ªa de los partidos en Espa?a es esa: la de no conceder absolutamente nada fuera del bloque, y lo m¨ªnimo posible dentro. Es cierto que en el corto plazo tienen incentivos para ello: cada uno tiene un enemigo aparentemente inaceptable y definido como t¨®xico al otro lado. Sin embargo, esta l¨®gica lleva inexorablemente a largo plazo a la consolidaci¨®n del neobipartidismo. Las formaciones r¨ªgidas parten con ventaja en esta carrera gracias a sus aparatos, que no premian a quien aporta matiz, diversidad ni talento al debate, sino a aquellos que mantienen la disciplina.
Es innegable que la ruta actual era la que ofrec¨ªa menor resistencia. Los votantes parecemos bastante contentos con ella. Pero no solo elegimos l¨ªderes para que malcr¨ªen nuestra supuesta pureza moral e ideol¨®gica. Tambi¨¦n para que nos ayuden a tomar decisiones dif¨ªciles, e incluso para que de vez en cuando pongan a prueba nuestras (y sus) propias convicciones a cambio de un futuro quiz¨¢s, ojal¨¢, mejor. Los que se han ido estaban dispuestos a ello. Los que se quedan, me temo, no tanto. @jorgegalindo
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