Desde viciosos hasta inseguros, bisexuales
Reflexiones de una mujer bisexual que ronda los cincuenta
La bisexualidad es una de las orientaciones sexuales con menos referentes visibles. Entre otras cosas, porque tambi¨¦n es una de las orientaciones de las que m¨¢s prejuicios se tienen.
Como toda hija de vecino, me cri¨¦ con los dibujos animados y los libros que ten¨ªa a mano. Empec¨¦ con aquello y no fue hasta que me convert¨ª en adulta cuando supe d¨®nde encontrar las historias y las mujeres de las que quer¨ªa aprender. Durante toda mi ni?ez y adolescencia jam¨¢s tuve referencias de que pudieran gustarme los ni?os y las ni?as, pero as¨ª era. Tuve suerte de encontrar en un tebeo lo que los libros me negaban. De todas las incursiones literarias que hice, hasta Tomates verdes fritos no le¨ª nada que no fueran amores heterosexuales. Y esa parte la dominaba. Sab¨ªa hasta d¨®nde pod¨ªa llegar con un hombre. Por suerte, El V¨ªbora se cruz¨® en mi vida. Mi primer contacto con cualquier sexualidad que no fuera heteronormativa me lleg¨® con aquel c¨®mic que le¨ªa a escondidas, col¨¢ndolo en mi cuarto con alguno mucho m¨¢s inocuo, tipo Superl¨®pez. Igual que escond¨ªa mi parte homosexual, escond¨ªa el tebeo con el que empec¨¦ a masturbarme.
A los diez aquello era una simple an¨¦cdota, a los quince empez¨® a preocuparme al no encontrar persona con la que hablar de lo que a m¨ª me pasaba. Tard¨¦ d¨¦cadas en saber que aquello se llamaba bisexualidad y su significado en la RAE no se correspond¨ªa en absoluto conmigo. Yo no soy hermafrodita, se?oros. Tuve que cumplir los treinta para permitirme el lujo, como mucho, de engrosar el cat¨¢logo de exotismos varios. Molaba tener una amiga que le diera a la carne y al pescado. A¨²n hoy, con todo lo que se habla del tema, hay quien me pregunta si, puesto que tengo pareja y es un hombre, ejerzo de bisexual.
Quiz¨¢s no sea el colectivo m¨¢s violentado ni agredido, pero sufren esa violencia como una tortura china de una gota de agua sobre la cabeza
Como si ser bisexual consistiera en interpretar un espect¨¢culo determinado.
Con poco que busquen encontrar¨¢n art¨ªculos sobre bisexualidad en los que se cuestiona si detr¨¢s de esta orientaci¨®n sexual hay una intenci¨®n de promiscuidad. Como si la bisexualidad incluyera una sexualidad mucho m¨¢s fren¨¦tica, salvaje y despegada. Juan tiene pareja masculina desde hace cuatro a?os, pero antes tuvo una esposa con la que vivi¨® m¨¢s de diez a?os. Sus dos hijas, adolescentes, conocen a su actual pareja. Lo que m¨¢s le molesta a Juan es que digan que su bisexualidad es por vicio. "Puede que sea vicioso, pero no lo soy por ser bisexual. Lo ser¨ªa siendo heterosexual u homosexual. Ser bisexual me ha llevado a enamorarme primero de una mujer y desde hace cuatro a?os, de un hombre. No es cuesti¨®n de que echara en falta m¨¢s sexo o de que quisiera explorarlo todo. Simplemente, puedo enamorarme de unos y de otras".?
Ignacio Elpidio Dom¨ªnguez, doctor en Antropolog¨ªa y autor de Bifobia: etnograf¨ªa de la bisexualidad en el activismo LGTB lo resume en que se habla de los bisexuales siguiendo unos estereotipos: "Se refieren a ellos como personas dudosas, con dificultades para el compromiso. Los consideran hipersexualizados o creen que "alternan" para que todo el mundo sepa que son bisexuales y se sientan reconocidos. Quiz¨¢s no sea el colectivo m¨¢s violentado ni agredido, pero sufren esa violencia como una tortura china de una gota de agua sobre la cabeza; se les repite constantemente que lo que ellos sienten no es enamoramiento sino otra cosa." La lucha contra la bifobia, a juicio del doctor en Antropolog¨ªa pasa por una mayor visibilidad de la bisexualidad y de las personas bisexuales. "Cuanto m¨¢s se las vea y se entienda su existencia, menor ser¨¢ el poder de la opresi¨®n que sufren".
Aceptar es uno de los verbos que m¨¢s tard¨¦ en conjugar. Acept¨¦ que me atra¨ªan personas de otros g¨¦neros que no fueran masculinos. Acept¨¦, incluso, ser el sue?o er¨®tico de la mayor¨ªa de los hombres con los que me relaciono. Cada vez que un hombre heterosexual se entera de alguna de mis amantes, autom¨¢ticamente, se la pongo dur¨ªsima. Puede incluso que hasta me guste y lo use para seducir a m¨¢s de uno. Pero lo que tard¨¦ m¨¢s en permitirme a m¨ª misma fue enamorarme tambi¨¦n de ellas. Me gustaban, me atra¨ªan, adoraba curz¨¢rmelas en una cama. Pero aceptar que hab¨ªa perdido la cabeza por alguna aunque me lo hubiera negado y asumir que podr¨ªa volver a suceder, ese es mi mayor orgullo.
Estamos preparados para tener sexo casi con cualquier cosa, solo hace falta echar un vistazo a la historia de los masturbadores. Pero enamorarse, no. Te enamoras de muy pocos y con la edad, te enamoras cada vez menos. Podemos acostarnos, repito, casi con cualquiera, pero esa capacidad para tener sexo no determina nuestra orientaci¨®n sexual. Enamorarse determina tu orientaci¨®n sexual, no con qui¨¦n seas capaz de echar un polvo.
Echar un polvo es lo m¨¢s f¨¢cil del mundo.
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