La glotoner¨ªa
Llega la hora de la ciudadan¨ªa cr¨ªtica. Sin ella, no ser¨¢ posible que perdure la democracia
La democracia contiene la paradoja que la convierte en el sistema m¨¢s decente para gobernar una comunidad. Es el ¨²nico que se esfuerza en debilitar al poder, en lugar de lo que suele ser com¨²n en cualquier otro mecanismo de gobierno, que no es m¨¢s que conceder m¨¢s y mayores poderes a quien lo detenta. Por eso es un sistema cr¨ªtico, que precisa de ciudadanos con capacidad y en largo plazo tan solo se sostiene con sociedades cultivadas, respetuosas y capaces. Quiz¨¢ por ello la educaci¨®n es el pilar m¨¢s s¨®lido, y de ah¨ª que el atajo para dominar las democracias sea destruir la igualdad educativa y el respeto por el conocimiento. Est¨¢n en ello y esa es la gran crisis democr¨¢tica que se avecina. La confianza del pueblo en soluciones autoritarias se obtiene al invitarle a percibir que un poder rotundo, absoluto y paternalista puede ser m¨¢s eficaz y contundente. Por ello conviene fijar la atenci¨®n sobre las lecciones casi diarias que ofrece la democracia a sus ciudadanos. Es una evaluaci¨®n continua, que nos fuerza a andar todo el rato pregunt¨¢ndonos en voz alta si aquello que presenciamos y que nos estimula responde a valores democr¨¢ticos o los trasciende hasta el capricho del glot¨®n. El ¨²ltimo aprendizaje ha venido de Italia, una de las capitales del mundo.
Una joven capitana de barco ha obligado a contrastar las normas de decencia marinera con las supuestas atribuciones del poder pol¨ªtico. Al recoger en alta mar a un nutrido grupo de n¨¢ufragos quiso llevarlos a puerto seguro. El Gobierno italiano se opuso y finalmente la maniobra de atraque se hizo entre regates a la polic¨ªa costera. Pero han sido los jueces quienes han vuelto a dar otra descripci¨®n de los valores democr¨¢ticos. Por encima de los poderes que otorga el pueblo en sus votaciones mayoritarias persisten los derechos b¨¢sicos. En este caso, el barco ten¨ªa prioridad frente a las pol¨ªticas nacionales de rechazo a la inmigraci¨®n. Es un primer recurso y puede tener m¨¢s recorrido, pero el varapalo judicial ha sido notable. Por eso, el mandatario Salvini corri¨® a echar contra los magistrados toda la fuerza linchadora que conceden las redes sociales. Los acus¨® de actuar contra los intereses de la patria y moviliz¨® al pueblo para que, sencillamente, se posicionara contra la democracia. Las instituciones garantistas presentadas como un escollo intolerable al capricho propio.
Reside ah¨ª la paradoja del pueblo enfrentado a la democracia, que es la m¨¢s ladina de las perversiones del sistema. El apoyo popular, su presunto mandato, alzado contra las normas convivenciales. Salvini, que es inteligente, juega la carta de la soberan¨ªa popular usurpada por la instituci¨®n judicial. Y ah¨ª llega la hora de la ciudadan¨ªa cr¨ªtica. Sin ella, no ser¨¢ posible que perdure la democracia en ning¨²n rinc¨®n. La frustraci¨®n de los grupos ciudadanos que ven limitados sus deseos y reformas tiene que ser correspondida con la pedagog¨ªa m¨¢s b¨¢sica. Hoy se te limitan a ti los excesos, por m¨¢s bien intencionado, ilusionado y decente que te consideres. Y se te limitan porque ma?ana, con la misma excusa, los que consideras indecentes, malvados y oportunistas podr¨ªan pisotear los derechos que te protegen. No hace falta ser un genio para entender la disputa. Pero en tiempos de mentiras y reducci¨®n de la paleta de colores al blanco y negro, no est¨¢ de m¨¢s recordarnos que en democracia un d¨ªa podemos pertenecer al bando blanco y, al siguiente, al negro.
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