?Un mill¨®n de d¨®lares o la conciencia tranquila? El dilema de las estrellas que actuan en lugares sin derechos humanos
Nicki Minaj ha cancelado su actuaci¨®n en un festival ¨¢rabe. Liam Payne, de One Direction, es el que debe decidir ahora si va o no. La relaci¨®n entre estrellas del pop, dictadores y naciones oprimidas es pol¨¦mica, pero en absoluto nueva
"Nicki Minak cancela su concierto en Arabia Saud¨ª¡±. La noticia llegaba esta semana despu¨¦s de unos cuantos d¨ªas de pol¨¦mica: la cantante, deslenguada defensora de los derechos de las mujeres, de la libertad sexual y del colectivo LGTBI, estaba siendo objetos de duras cr¨ªticas por haber aceptado actuar en el festival de verano Jeddah World Fest. En Arabia Saud¨ª se mantiene vigente un sistema de tutela masculina (las mujeres necesitan el permiso de un hombre para conseguir un trabajo, viajar o hacer tr¨¢mites burocr¨¢ticos) y solo desde hace un a?o se les permite conducir. Respecto al colectivo LGTBI, est¨¢ castigado con penas de prisi¨®n, castigos corporales y, en algunos casos, la pena capital.
?Cu¨¢nto pueden embolsarse por este tipo de actos? Seg¨²n 'The Guardian', la actuaci¨®n de Beyonc¨¦ en 2010 ante el dictador Gadafi le report¨® casi 1.800.000 euros por una hora. Aparte de todo tipo de lujos en transporte, alojamiento y dietas
Ahora la pelota est¨¢ puesta en el tejado del cantante Liam Payne, uno de los miembros del grupo juvenil One Direction, que tambi¨¦n forma parte del cartel (act¨²a el 18 de julio). Payne, como Minaj, se ha mostrado abiertamente a favor de causas feministas y LGTBI. Pero seguramente la cantidad de dinero que se podr¨ªa embolsar por el festival es imponente: el festival est¨¢ organizado y financiado por Mohammed Bin Salman, seg¨²n varios medios el miembro m¨¢s rico de la Familia Real Saud¨ª.
El dilema de Payne es importante: tras unos inicios prometedores como solista, sus sencillos fueron teniendo menos ¨¦xito a medida que pasaba el tiempo. Todav¨ªa no ha publicado un ¨¢lbum. En el caso de Minaj, dejar pasar un concierto de este tipo y la oferta econ¨®mica que conlleva puede ser m¨¢s f¨¢cil: es una de las raperas m¨¢s exitosas de la historia y su fortuna est¨¢ estimada en 85 millones de euros.
Liam Payne, por su parte, no tendr¨ªa que haberse enfrentado a este dilema hace unos a?os. Cuando no exist¨ªan las redes sociales, cuando el juicio p¨²blico se limitaba a una columna encendida en la prensa que se pod¨ªa olvidar en cuesti¨®n de d¨ªas, actuar ante dictadores, genocidas, caciques, tiranos, y totalitarios era una moneda de cambio habitual para cualquier artista famoso globalmente. Una oferta muy tentadora: un concierto corto ante un p¨²blico privado y reducido por el que los artistas se pod¨ªan embolsarse miles de euros en cuesti¨®n de una hora.
En 2013, Jennifer L¨®pez actu¨® (y cant¨® el ¡°cumplea?os feliz¡±) para el presidente de Turkmenist¨¢n, Gurbanguly Berdimuhamedow, un pa¨ªs sin libertad de prensa, sin respeto a las minor¨ªas y con civiles en prisi¨®n por razones religiosas. En 2009 Beyonc¨¦ actu¨® en una fiesta privada para Muamar el Gadafi, apodado ¡°el perro rabioso de Oriente Medio¡±. Para Gadafi tambi¨¦n actuaron Mariah Carey. Usher y Nelly Furtado (muchos de ellos donar¨ªan a?os despu¨¦s, ya concienciados, el importe que cobraron). En 2010 Sting actu¨® para la hija del presidente de Uzbekist¨¢n, Islam Karimov. En 2012, Julio Iglesias cant¨® en Malabo (Guinea Ecuatorial) ante el dictador Teodoro Obiang.
?Cu¨¢nto pueden embolsarse por este tipo de actos? Seg¨²n The Guardian, la actuaci¨®n de Beyonc¨¦ en 2010 ante el dictador Gadafi le report¨® casi 1.800.000 euros por una hora de concierto. Aparte de todo tipo de lujos en transporte, alojamiento y dietas.
La costumbre no se queda solo en los m¨²sicos, aunque es lo m¨¢s habitual. La actriz Hillary Swank acudi¨® al 35 cumplea?os de Ramz¨¢n Kadyrov, l¨ªder de Chechenia, en 2011 y le cant¨® el cumplea?os feliz. Eso fue unos a?os antes de que Kadyrov indignase a la comunidad internacional al localizar, encarcelar y ejecutar a homosexuales en su pa¨ªs, pero ya entonces ten¨ªa costumbres tan curiosas como destrozar los hogares de los familiares de cualquiera que se enfrentase a su gobierno. Kadyrov es uno de los tiranos con m¨¢s querencia por las estrellas de todo tipo: Gerard Depardieu, Mike Tyson, Diego Maradona o Luis Figo tambi¨¦n fueron vistas en sus celebraciones, tan ostentosas como vulgares. Tambi¨¦n la estrella de acci¨®n Jean-Claude Van Damme estuvo en aquel 35 cumplea?os, por cierto, y dej¨® al menos una nota de humor: mientras cantaba las alabanzas de Chechenia al micr¨®fono y ante miles de invitados, pronunci¨® varias veces mal el nombre de su l¨ªder.
No hay que irse hasta hace una d¨¦cada para encontrar casos de este tipo: en los ¨²ltimos meses han actuado en Arabia Saud¨ª Mariah Carey, Enrique Iglesias y los Black Eyed Peas, entre otros. Eso s¨ª: ya ning¨²n artista en sus cabales acepta actuar ante un mandatario o en una celebraci¨®n privada sin pedir a sus asesores un detenido vistazo en Google a su curr¨ªculum. Casi todos los nombres que hemos dado anteriormente pidieron perd¨®n por su falta de criterio y donaron el dinero cobrado en esos eventos. Hoy el mundo es diferente: las redes sociales y la presi¨®n de diferentes grupos pueden hacer que un artista pague muy caro una actuaci¨®n ante un desalmado, por mucho dinero que gane en muy poco tiempo.
Otro asunto son las giras y festivales en pa¨ªses en los que derechos humanos hay m¨¢s bien pocos, pero existe dinero a espuertas. Y que, adem¨¢s, en su intenci¨®n de abrirse al mundo e impostar una modernidad que no existe todav¨ªa, organizan grandes festivales y espectaculares conciertos en los que los rostros m¨¢s famosos del pop internacional ayudan a vender normalidad y progreso.
Eso s¨ª, que nadie espere poder beber en el festival de verano de?Jeddah World Fest mientras ve a Liam Payne si finalmente decide actuar: est¨¢ prohibido el alcohol. Seguramente Payne y su entorno s¨ª tendr¨ªan acceso a ¨¦l si lo pidieran. Y seguramente Nicki Minaj, si hubiese participado, tendr¨ªa permiso para actuar con sugerentes y coloridos modelos y enormes escotes, algo que no podr¨ªan hacer las chicas que fuesen a verla. Esa empieza y acaba en el escenario. All¨ª abajo, en el patio de butacas, todo sigue igual de gris.
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