El taller de El Escorial donde puedes comprar vajilla de restaurantes con estrellas Michelin desde 20 euros
Isabel Companys se encuentra detr¨¢s de las piezas de mesa que anhelan los que m¨¢s saben en cuesti¨®n de fogones. Sus cer¨¢micas de motivos marinos, formas org¨¢nicas y esmaltes elegantes maridan a la perfecci¨®n con los platos m¨¢s premiados de nuestra gastronom¨ªa
Puede que los fogones de los restaurantes de la Gu¨ªa Michelin est¨¦n en su mayor¨ªa dominados por hombres, pero las mujeres son las reinas absolutas de la Gastrocer¨¢mica, de las vasijas donde los cocineros de aquellos lugares donde la presentaci¨®n es casi tan importante como lo que se va a degustar emplatan sus experimentos culinarios. Si un entrante de merluza semicurada en Can Roca cuesta 30 euros, el plato donde se sirve puede alcanzar los 100 euros. Son creaciones ¨²nicas de las artesanas de la alta cocina que hasta ahora pocos conocen. Y los chefs las cortejan para que encuentren en sus recetas la inspiraci¨®n para sus nuevas colecciones.
Muchas llevan a?os en el negocio, como la catalana Ester Luesma, que se estren¨® con elBulli y ahora colabora con cocineros como Quique Dacosta, Arzak o Ruscalleda. O la vallisoletana Monona ?lvarez, especializada en restaurantes japoneses como Kabuki o Komori. De las ¨²ltimas en llegar es la escurialense Isabel Companys, que en poco tiempo ha conseguido colocar sus platos en los locales con m¨¢s galardones de Espa?a.
Los 'consabores' de la vida
La progresi¨®n de Companys ha sido ultras¨®nica, impulsada por la persistencia y un feliz encuentro. De dise?ar durante 20 a?os cocinas en Moralzarzal, en la sierra madrile?a, y despu¨¦s de formarse, en los ¨²ltimos 10 a?os ha pasado a crear vajillas para genios de la cocina como?Dabiz Mu?oz, Quique Dacosta, Dani Garc¨ªa o Joan Roca.
Todo se dispar¨®, dec¨ªamos, con un feliz encuentro. Cuando, decidida por fin a dedicarse a la que hab¨ªa sido durante d¨¦cadas su vocaci¨®n oculta, abri¨® un taller de cer¨¢mica en El Escorial, junto al que al tiempo comenz¨® a rodar el restaurante Montia, ahora con una estrella Michelin. "Un d¨ªa pasaron por mi local y se interesaron por mi trabajo. Comenzamos a colaborar y ahora muchos de sus platos son hechos por m¨ª".
Sus piezas son en su mayor¨ªa de inspiraci¨®n marina, "aunque yo viva rodeada de monta?as": cuencos con forma de an¨¦monas, platos con bordes blancos serpenteados que emulan la espuma del mar en la arena, bandejas de porcelana tan agradables al tacto como el env¨¦s de una goma Mil¨¢n, recipientes para el aceite que parecen f¨®siles del Atl¨¢ntico¡ Todas las formas van molde¨¢ndose en sus manos, sin torno. "Ya no lo uso porque me resulta aburrido, con ¨¦l solo puedes dise?ar objetos redondos", explica.
Companys prefiere las formas sinuosas, las superficies planas y los objetos con formas org¨¢nicas que recuerdan a los animales que Gaud¨ª esparc¨ªa por sus edificios. Esmaltes turquesa sobre gres negro, sellos con forma de margarita o texturas de piedra p¨®mez en las que comer se convierte en un acto casi neandertal. De su taller han salido platos-elefante, vasos con p¨²as y todo tipo de vasijas con geometr¨ªas tribales. Su ¨²ltima colecci¨®n, inspirada en motivos africanos, se encuentra apilada en una caja de cart¨®n en su taller.
Entrar en las cocinas a 'tel¨¦fono fr¨ªo'
A pesar de que la cer¨¢mica hab¨ªa sido su pasi¨®n desde la adolescencia, cuando lleg¨® el momento de elegir un camino profesional no tuvo el valor para matricularse en la escuela de artes y oficios. "Por aquel entonces, era dif¨ªcil imaginar que alguien pudiera ganarse la vida con el barro", indica. As¨ª que abandon¨® su sue?o y apost¨® por el negocio de la venta de cocinas montando su propia empresa. A finales de los ochenta, los tiempos del auge inmobiliario, parec¨ªa un trabajo seguro.
Hasta los 37 a?os esta fue su dedicaci¨®n a tiempo completo, aunque en sus ratos libres las manos se le iban a la arcilla, y hac¨ªa esculturas y piezas sueltas para alimentar sus ganas de moldear. Hasta que finalmente decidi¨® aparcar las encimeras de granito y los muebles modulares para ingresar en la Escuela de la Cer¨¢mica de La Moncloa.
Los primeros a?os fueron un experimento continuo. "Me encerraba durante d¨ªas en el estudio y no sal¨ªa hasta que acababa las piezas, casi todas de inspiraci¨®n marina, aunque yo viva rodeada de monta?as". Pero el verdadero cambio lleg¨® despu¨¦s de vivir dos a?os en Marruecos, una experiencia inspiradora para Companys. El azar quiso que Montia apareciera en escena a su regreso a El Escorial, cuando su taller estaba en el punto perfecto de cocci¨®n. Entonces, decidi¨® crear una cuenta de Instagram, donde posteaba las creaciones que realizaba para Montia, y donde contact¨® con restaurantes de prestigio para presentar su trabajo.
Sin intermediarios, a tel¨¦fono fr¨ªo. "Ninguno hab¨ªa o¨ªdo hablar de m¨ª, pero no fue dif¨ªcil acceder a ellos", recuerda. Sus platos triunfaron. Eran diferentes. Los primeros locales con los que trabaj¨® fueron de Madrid: El Tiradito de Omar Malpartida o Lakasa de C¨¦sar Martin. Despu¨¦s llegaron los restaurantes de dos estrellas: Dstage, Miramar, Santceloni o Casa Marcial. Y los de tres: DiverXo de Dabiz Mu?oz, Quique Dacosta, o Dani Garc¨ªa.
"Uno de los encargos m¨¢s especiales que recuerdo fue la pieza que Joan Roca us¨® para homenajear al gran chef franc¨¦s Jo?l Robuchon en 2016, dos a?os antes de su muerte. Hab¨ªa descubierto un nuevo mundo creativo y quer¨ªa seguir creciendo", cuenta. ?Cu¨¢l ser¨ªa el siguiente paso? "Consegu¨ª una entrada para Madrid Fusi¨®n y me fui con mi tarjeta de visita y un juego de vajillas artesanales hechas por m¨ª. All¨ª conoc¨ª a la que se convertir¨ªa en mi agente de venta. En cuesti¨®n de un par de a?os el n¨²mero de clientes se multiplic¨® y tuve que contratar a otra persona para el taller".
Antes de morir de ¨¦xito
Companys reconoce que el ¨¦xito ha sido inesperado, y que incluso a veces se siente desbordada por los encargos. "Esta etapa de crecimiento era necesaria, pero ya va siendo momento de parar para ver qu¨¦ modelo de negocio es el ¨®ptimo". Artesana meticulosa, le gusta supervisar todo el proceso creativo. Eso supone que no dispone de pr¨¢cticamente de jornadas libres. "Cada dos o tres d¨ªas tengo que poner el horno para dar salida a todos los encargos", indica.
Su arte no entiende de grandes producciones. Se encierra en su casa para dar rienda suelta a su imaginaci¨®n. Estuvo d¨ªas concibiendo todo tipo de recipientes para el restaurante Amaz¨®nico, cuyos fogones dirige Sandro Silva. Ya lucen en sus mesas.
Su pr¨®ximo proyecto para un restaurante es un jard¨ªn vertical a base de nidos de los que emanan plantas. Isabel es una de esas artistas que est¨¢n en constante evoluci¨®n: ha encontrado un fil¨®n en la gastrocer¨¢mica, pero ya piensa en avanzar hacia otro destino. Ni siquiera se ha preocupado por terminar su p¨¢gina web, pero se la puede encontrar f¨¢cilmente en su estudio de El Escorial con la puerta abierta, donde adem¨¢s se pueden adquirir piezas ¨²nicas desde 20 euros. Solo hay que saltar la peque?a barrera para que su perro Guss no se escape.
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