El escurridizo significado de ¡°guiri¡±

El verano aumenta las temperaturas y tambi¨¦n el uso del vocablo ¡°guiri¡±, que el Diccionario define con s¨®lo dos palabras: ¡°Turista extranjero¡±. Pero ?es eso lo que entendemos por ¡°guiri¡±?

¡°Mira, ni?o, dame unas cervezas para los guiris de la mesa ocho¡±. ¡°Vaya c¨®mo se ha puesto de colorado ese guiri¡±. ¡°Intent¨¦ ligar con una guiri pero no le entend¨ªa nada¡±. ¡°Menuda algarab¨ªa est¨¢n montando los guiris de la habitaci¨®n de al lado¡±. ¡°Las guiris vienen mucho a esta tienda¡±.

Lo siento, son los ejemplos que han surgido a bote pronto. Habr¨ªa de esforzarme mucho para imaginar contextos diferentes, y (ay) poco veros¨ªmiles: ¡°Los guiris que cenaron aqu¨ª se tomaron un rioja gran reserva¡±. ¡°Un guiri lleg¨® ayer en patera¡±. ¡°Me pregunt¨® una guiri boliviana por d¨®nde se iba¡±. ¡°Los guiris de la habitaci¨®n de al lado escuchaban ¨®pera¡±.

Porque la palabra ¡°guiri¡± ha ido acumulando connotaciones y exclusiones que no aparecen reflejadas en la escueta definici¨®n del Diccionario.

?Llamamos ¡°guiri¡± a un turista uruguayo, que es por tanto un ¡°turista extranjero¡±? Quiz¨¢s no, porque identificamos ¡°guiri¡± con alguien que no habla espa?ol. Entonces, ?un italiano punt¨²a como guiri? Pues tampoco, porque un italiano es como de la familia, igual que un portugu¨¦s o una brasile?a. ?Consideramos ¡°guiri¡± a un africano negro? De ning¨²n modo: el guiri o la guiri deben ponerse colorados en cuanto se tumban al sol. ?Acaso es guiri un ser silencioso que se acuesta poco despu¨¦s del ocaso? Tampoco encaja. ?Es el ¡°guiri¡± un exquisito en gustos poco dado al chiringuito porque prefiere un restaurante de lujo? M¨¢s bien no.

El vocablo ¡°guiri¡± entr¨® en el Diccionario en 1925, pero referido al nombre con el que los carlistas del siglo XIX llamaban a los partidarios de la reina Cristina. Se supone procedente del vasco guiristino, alteraci¨®n fon¨¦tica de ¡°cristino¡±. El euskera tiende a rechazar las consonantes sordas iniciales y en especial los grupos en los que aparece una erre; por eso en vez de ¡°cruz¡± escoge gurutz (Alvar Ezquerra, 1994). Y los carlistas ve¨ªan a sus adversarios como extranjeros, lo que lleva a establecer tal relaci¨®n mediante el acortamiento de guiristino.

Hasta 1984 no a?adi¨® la Academia esa acepci¨®n concerniente al turista que nos visita, a la que quiz¨¢s convendr¨ªa incorporar la marca de ¡°espa?olismo¡± (pues apenas se oye en Am¨¦rica).

Ha pasado poco tiempo a¨²n para que se asiente entre nosotros. Pero ya podemos conjeturar algunos rasgos constantes: los ¡°guiris¡± hablan ingl¨¦s, franc¨¦s o alem¨¢n (el japon¨¦s se halla en lista de espera); con el sol espa?ol pasan de blancos a pieles rojas; se excluye del t¨¦rmino a las personas de raza negra; no suelen mostrar gustos exquisitos y ejercen sus actividades culturales, si acaso, lejos de nosotros.

Los diccionarios discuten sobre marcar o no el t¨¦rmino como despectivo. La Academia no lo hace, la edici¨®n de 2007 del Mar¨ªa Moliner dice que lo es ¡°a veces¡±, y el Seco lo considera s¨®lo como ¡°jergal¡±.

No s¨¦. Quiz¨¢ sea despectivo el plural, y no el singular: los guiris en grupo dan la brasa, pero el guiri aislado nos merece compasi¨®n, le ayudamos complacidos si pide ayuda. Y el guiri var¨®n puede ser gordo y bruto, mientras que la guiri, sobre todo si est¨¢ sola, forma parte de cierto imaginario: esbelta, rubia¡­, casi casi una ¡°sueca¡±.

Podemos pedirle algo m¨¢s al Diccionario, pero antes habremos de saber que sus definiciones son s¨®lo la puerta por la que se entra en los contextos de las palabras.