Iglesias se inmola en Pedro S¨¢nchez

Todav¨ªa hay tiempo, dec¨ªa Pablo Iglesias a Pedro S¨¢nchez mientras le administraba el ¨®leo de la extrema unci¨®n. Se refer¨ªa, acaso, a la resurrecci¨®n del tercer d¨ªa, pero la defunci¨®n del pacto de socialistas y Unidas Podemos no lo remedia ni la conversi¨®n de Rufi¨¢n en Paolo Coelho.

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S¨¢nchez pierde la investidura al no alcanzar un pacto con Podemos

El rechazo a la investidura abre la cuenta atr¨¢s para la repetici¨®n electoral

M¨¢s se implica ERC en la construcci¨®n del puente y m¨¢s se adhieren las pla?ideras de EH Bildu, m¨¢s se hace evidente la precariedad de S¨¢nchez, cuya fallida investidura representa un fracaso pol¨ªtico a la altura del desastre aritm¨¦tico: el diputado de Revilla aportaba este jueves el ¨²nico consenso presidencial, a semejanza de una figura piadosa o de un testigo del desastre.

Ha expiado S¨¢nchez la soberbia y la arrogancia. Suya era la responsabilidad de obtener una simple mayor¨ªa simple y de ilusionar al hemiciclo, aunque el naufragio del timonel socialista no se explica sin el menosprecio a los partidos constitucionalistas y sin la conspiraci¨®n de Iglesias.

El l¨ªder de Unidas Podemos ha malogrado por segunda vez una investidura de S¨¢nchez. La primera negaci¨®n hizo presidente a Rajoy, mientras que la decisi¨®n del 25 de julio garantiza la inmolaci¨®n del propio Iglesias. No ya por la intransigencia hacia una propuesta sensata ¡ªuna vicepresidencia, tres ministerios¡ª sino por la incredulidad que traslada a su electorado el sabotaje de un Gobierno de izquierdas. Iglesias cre¨® Podemos e Iglesias ha decidido destruirlo.

Es la raz¨®n por la que resultaba bochornosa la decisi¨®n de ofrecerse a una nueva negociaci¨®n e inventarse una pr¨®rroga imaginaria. Un golpe de efecto esc¨¦nico que sorprend¨ªa a S¨¢nchez amortajado y que a?ad¨ªa al follet¨®n una expectativa de ingenuidad rufianesca.

T¨¦cnicamente es viable un proceso de restauraci¨®n, pero el deterioro de las relaciones entre el PSOE y Unidas Podemos tanto contradice la verosimilitud de un pacto veraniego como resulta premonitorio de las incompatibilidades insalvables que arrojar¨ªa un Gobierno de coalici¨®n.

Termine o no produci¨¦ndose la quimera del bien, sucede que el recelo y las aprensiones son ya irremediables. Los trucos, las mentiras y las promesas frustradas socavan una relaci¨®n de m¨ªnima confianza, contraindican una legislatura de porvenir. Iglesias ofrece la mano a S¨¢nchez despu¨¦s de haberlo arrojado a la lona. Y le propone un final feliz con la sonrisa del Joker.

Urge recordar que el pacto no garantiza siquiera la mayor¨ªa absoluta. Y que la ¨²nica manera de preservarla consiste en el patrocinio de los soberanistas. Empezando por Gabriel Rufi¨¢n, cuyas prisas y urgencias no provienen de la plenitud m¨ªstica de la izquierda, sino de la conveniencia de un Gobierno intervenido por Podemos al que se le pueda chantajear y extorsionar cuando sobrevenga el escarmiento judicial de los m¨¢rtires del primero de octubre.

Iglesias ha vuelto a traicionar a S¨¢nchez. Peor a¨²n: ha traicionado a sus propios votantes y ha hipotecado su porvenir con el r¨¦quiem del 10 de noviembre. Tic, tac, tic, tac.