De derrota en derrota ?hasta la victoria final?

S¨¢nchez, tras fracasar de nuevo en la investidura, se ha comprometido a explorar otras opciones. Claro que hay algo que no encaja en la idea de S¨¢nchez como un explorador, dispuesto a ponerse un salakov metaf¨®rico para adentrarse corajudamente en arduas negociaciones como Livingstone en el Zambeze o Amundsen en las desoladoras praderas de hielo hacia los polos. Y no encaja el imaginario del explorador porque S¨¢nchez no ha actuado en las negociaciones, en ning¨²n momento, dispuesto a afrontar dificultades asumiendo riesgos. Al margen de que Podemos haya actuado desde la sinraz¨®n dogm¨¢tica ¡ª?por qu¨¦ esta vez iba a ser una excepci¨®n?¡ª su plan no era ¨¦se. Y ahora tiene muchos incentivos, muchos, para dejar correr agosto, ¡°augusto y lento¡± como en el poema de Gerardo Diego, hasta a?adir el estr¨¦s de la repetici¨®n electoral.

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EDITORIAL | Recomenzar

El diablo siempre est¨¢ en los detalles

En realidad nunca ha existido una sesi¨®n de investidura, solo una sesi¨®n-de-no-investidura. No hab¨ªa pacto en que sustentarla. La desconfianza, como suele suceder con partidos de los extremos, ha resultado irreparable. No es un disparate dar ministerios incluso de Estado a un socio de Gobierno cuando se conf¨ªa en el socio y se han redactado decenas de p¨¢ginas definiendo el programa con sus l¨ªneas rojas ¡ªMerkel ha llegado a dar Exteriores, Finanzas, Justicia y Trabajo a los socialdem¨®cratas¡ª pero no se puede entregar poder a un socio en el que no se conf¨ªa.

La opci¨®n Frankenstein siempre ha espantado al PSOE. La respuesta al desaf¨ªo catal¨¢n, el respeto al Tribunal Supremo tras la sentencia del proc¨¦s, la acci¨®n policial¡­ s¨®lo eso a corto plazo era inquietante, por no mencionar los ajustes desde Bruselas o la diplomacia internacional. S¨¢nchez, con instinto ventajista, aprovech¨® el monstruo en una moci¨®n instrumental y a lo largo de un a?o ha convertido su partido herido en primera fuerza. Todo eso es pol¨ªtica, pero gobernar es otra cosa.

Cuando S¨¢nchez habla de explorar otras opciones, sin duda vuelve a poner el objetivo en su opci¨®n preferida para gobernar, aunque a contracorriente de aquella estrategia pol¨ªtica: Ciudadanos. La abstenci¨®n naranja tras fijar l¨ªneas rojas y pactos de Estado es, de hecho, la opci¨®n a la europea preferida del electorado, como S¨¢nchez enfatiz¨® en la tribuna del Congreso; y a estas alturas Rivera lo sabe y ha visto c¨®mo le dimit¨ªa una parte de su nomenclatura, representativa de votantes tambi¨¦n perplejos o hastiados. Esta opci¨®n, en todo caso, no va a convertir tampoco a S¨¢nchez en un explorador de la mesa de negociaci¨®n. Al rev¨¦s, teatralizar¨¢ algunos gestos pero procrastinar¨¢ hasta que la convocatoria de nuevas elecciones pueda funcionar, alentada por un factor ausente hasta ahora: el hartazgo de la ciudadan¨ªa. Eso sumar¨¢ en el estr¨¦s del calendario.

S¨¢nchez probablemente conf¨ªa en que agosto proporcione una tregua, adormeciendo el debate pol¨ªtico¡­ y ya en septiembre, como toda asignatura pendiente, sea la urgencia de la repetici¨®n electoral, con sondeos calientes, la que resuelva la aritm¨¦tica para gobernar y mejor en solitario. Parafraseando a Groucho, de derrota en derrota ?hasta la victoria final?