Dos debates sobre la inteligencia artificial
La posici¨®n dominante de Silicon Valley y la propagaci¨®n de los algoritmos a todos los sectores industriales plantean cuestiones de fondo
Como dijo el antiguo jefe de datos de Facebook, Jeff Hammerbacher: ¡°Las mejores mentes de mi generaci¨®n se dedican a pensar c¨®mo hacer que la gente pinche anuncios. Es un asco¡±. La frase puede ser producto de un berrinche, pero tambi¨¦n describe con exactitud una tendencia agobiante del desarrollo de la inteligencia artificial (IA). Quienes mandan aqu¨ª son las mismas tecnol¨®gicas de Silicon Valley que controlan todo lo dem¨¢s: las omnipresentes GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple) junto a las no menos ubicuas IBM y Microsoft est¨¢n monopolizando el campo de la inteligencia artificial, y decidiendo casi por entero la direcci¨®n de las investigaciones en el sector. Lee en Materia c¨®mo estos gigantes tecnol¨®gicos contratan a los mejores cerebros de los departamentos universitarios, compran las startups en cuanto asoman la cabeza con una idea nueva y dirigen el desarrollo del campo, como es l¨®gico, a la satisfacci¨®n de sus intereses comerciales. Sea un asco o no, es lo que hay.
Un segundo debate, causado tambi¨¦n por el flujo masivo de cient¨ªficos de todas las ¨¢reas al desarrollo industrial de la inteligencia artificial, es el uso solvente de estas tecnolog¨ªas. Aunque los gigantes tecnol¨®gicos no destacan precisamente por su transparencia, algunos de sus expertos comparten de vez en cuando con la comunidad cient¨ªfica un destilado de su arte. Es el caso de Patrick Riley, cient¨ªfico de la computaci¨®n de Google, que aboga en Nature por la adopci¨®n de unos est¨¢ndares internacionales en la investigaci¨®n en IA y la manera adecuada de informar sobre ella.
Aqu¨ª no estamos hablando de pinchar anuncios ni de ninguna otra cosa que d¨¦ asco, sino de una tecnolog¨ªa que empieza a resultar muy valiosa en el dise?o de f¨¢rmacos y otras mol¨¦culas, en la mejora del diagn¨®stico m¨¦dico y en aspectos tan b¨¢sicos de la ciencia como el descubrimiento de nuevas part¨ªculas elementales. Un problema central es la ¡°caja negra¡± de los algoritmos. Hemos conocido en estos a?os unos sistemas de aprendizaje autom¨¢tico (machine learning) verdaderamente asombrosos, como AlphaGo Zero, que no solo aprendi¨® a jugar al Go por s¨ª solo, sino que descubri¨® unas estrategias abstractas de alto nivel que se les hab¨ªan escapado a los grandes maestros durante siglos. La paradoja es que no sabemos bien c¨®mo funcionan estos algoritmos, que se comportan en este sentido como cajas opacas a nuestro entendimiento.
¡°Muchos de los algoritmos son tan complicados¡±, dice Riley, ¡°que es imposible inspeccionar todos los par¨¢metros o razonar sobre la forma exacta en que los inputs se han manipulado¡±. Este cient¨ªfico de Google prev¨¦ que, a medida que estos algoritmos se extienden a cada vez m¨¢s sectores cient¨ªficos e industriales, aumentar¨¢n las conclusiones err¨®neas y las interpretaciones sesgadas, y buena parte de los esfuerzos de investigaci¨®n acabar¨¢n en un callej¨®n sin salida.
He aqu¨ª dos grandes debates sobre la inteligencia artificial que recorren el mundo. Es importante que te sumerjas en ellos.
?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.