Zurda y con el 13 a la espalda: Pilar Rivas, la rebelde sexagenaria del deporte espa?ol
Gan¨® tres ligas con el Atl¨¦tico de Madrid de balonmano, fue convocada por la selecci¨®n nacional de f¨²tbol y consigui¨® el t¨ªtulo nacional de b¨¢dminton. Esta es su historia
El portazo fue descomunal. Casi medio siglo despu¨¦s, Pilar Rivas a¨²n recuerda el estruendo aquella tarde de 1972 en la escuela de educaci¨®n f¨ªsica de San Fernando (C¨¢diz) donde estudiaba. Hab¨ªa sido llamada por la selecci¨®n nacional de f¨²tbol, creada pocos meses antes. Ten¨ªa 20 a?os. Y su inmensa alegr¨ªa se convirti¨® en rabia cuando entr¨® en aquel despacho. Quienes mandaban en el centro formativo no le dieron permiso para acudir a la convocatoria. ¡°Dec¨ªan que el f¨²tbol no era un deporte de mujeres¡±, rememora. Nunca pudo vestir la el¨¢stica nacional, pero lo peor era aquella sensaci¨®n de desprecio. La misma que sent¨ªa cada vez que contaba que jugaba al f¨²tbol en el equipo de Fuengirola. Le miraban mal. ¡°Nac¨ª antes de tiempo¡±, destaca a sus 67 a?os.
La vida de Pilar ha estado marcada por el deporte. Con 14 a?os le horrorizaba ver a la inmensa mayor¨ªa de sus compa?eras de colegio acudiendo a clases de corte y confecci¨®n. Ella prefer¨ªa el bal¨®n, correr, la actividad. Eligi¨® el balonmano cuando solo 12 ni?as lo practicaban en Nerja, ciudad en la que naci¨®. Aquel equipo de la secci¨®n femenina fue el comienzo de una singular y exitosa carrera deportiva que le llev¨® a practicar diversos deportes cuando pocas mujeres lo hac¨ªan. Un papel de pionera que ha sido reconocido en su ciudad, donde le otorgaron un premio a su trayectoria deportiva el pasado marzo.
Antes, en 2007, fue la primera persona en recibir el galard¨®n Leyenda del Deporte en Nerja por su papel precursor. ¡°Me hubiera gustado m¨¢s ser promesa¡±, dice entre risas la que tambi¨¦n es protagonista del libro Dos Voces, de Carmen Sabio y Marta Sarrami¨¢n, cuyas p¨¢ginas ¡°cuentan un territorio y piensan la sociedad en clave feminista¡± a trav¨¦s de la historia de 14 mujeres, seg¨²n explica Sabio.
Din¨¢mica, positiva y con mucha energ¨ªa, la malague?a lleg¨® al f¨²tbol por su propio empe?o. Harta de ver los partidos en blanco y negro, acudi¨® a La Rosaleda ¡ªestadio del equipo de la capital¡ª para presenciar un encuentro. Alguien le cont¨® que exist¨ªa un club femenino en Fuengirola. A escondidas de sus padres escribi¨® una carta al club de la Costa del Sol. En ella destacaba su condici¨®n de zurda, su buen f¨ªsico, sus ganas de jugar. La llamaron dos d¨ªas despu¨¦s y consigui¨® convencer a sus progenitores para que le dieran el permiso, necesario para una ni?a de 18 a?os cuando la mayor¨ªa de edad estaba en 21. Le hicieron una prueba. Una semana despu¨¦s iba en avi¨®n hacia Valencia para su debut. ¡°Mi referencia no es ning¨²n deportista, es mi padre, que luch¨® mucho para que yo pudiera practicar deportes como este¡±, dice Rivas.
Tras su aventura futbolera, volvi¨® al balonmano para jugar en divisi¨®n de honor con el Medina de M¨¢laga. Luego form¨® parte del equipo de la escuela de San Fernando mientras se formaba como docente. Adem¨¢s de aquel portazo, recuerda el d¨ªa que conoci¨® a Juan de Dios Rom¨¢n en un torneo. Rom¨¢n era el entrenador del equipo masculino del Atl¨¦tico de Madrid. Y el club rojiblanco la llam¨® en 1974 para incorporarla a sus filas. No lo dud¨®. Se fue a la capital para empezar un lustro inolvidable. En sus cinco temporadas en el Atleti gan¨® tres ligas y alcanz¨® los cuartos de final de la Copa de Europa a las ¨®rdenes de Cruz Mar¨ªa ?bero. Es el mejor resultado de la historia de un equipo hoy desaparecido.
En aquellos a?os comparti¨® vestuario con In¨¦s Saban¨¦s, hasta hace unos meses delegada de Medio Ambiente en el Ayuntamiento de Madrid en el gobierno de Manuela Carmena. Rivas jugaba como extremo derecho, a brazo cambiado porque en el colegio le obligaron a usar la derecha. Llevaba el 13 a la espalda para ir contra convencionalismos, un s¨ªmbolo m¨¢s de su rebeld¨ªa en una sociedad chapada a la antigua. Recuerda los viajes por Europa para jugar la competici¨®n continental. Como un largo trayecto a Leipzig, en la Alemania Oriental de entonces, cruzando el muro de Berl¨ªn y haciendo paradas en iglesias ortodoxas para escapar del intenso fr¨ªo. En el pabell¨®n hab¨ªa una calefacci¨®n que les asfixiaba. ¡°Perdimos de goleada¡±, dice mientras rememora su vida en Madrid.
Daba clases de educaci¨®n f¨ªsica en dos colegios: uno del barrio de Salamanca y otro en el pueblo de Vallecas. No cobraba nada en el balonmano y ten¨ªa que ganarse la vida. Echa de menos los partidos en un polideportivo Antonio Magari?os ¡°lleno hasta la bandera¡±. ¡°De eso nadie se enteraba porque la atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n al deporte femenino era nula¡±, subraya.
Decidi¨® volver a M¨¢laga cuando la desaparici¨®n del Atl¨¦tico de Madrid ya se vislumbraba. Sigui¨® practicando el balonmano hasta que descubri¨® el b¨¢dminton. Tuvo que ir a Gibraltar a comprar su primera raqueta, una Yones que era imposible encontrar en el sur de Espa?a. Era 1984 y qued¨® subcampeona de Andaluc¨ªa. Los tres a?os siguiente obtuvo el t¨ªtulo. Y en 1988 fue campeona de Espa?a en categor¨ªa de veteranos. En los noventa tambi¨¦n gan¨® campeonatos locales de tenis. E inici¨® la pr¨¢ctica del taich¨ª en su localidad natal.
Rivas nunca ha dejado el deporte. Ahora le gusta caminar por el r¨ªo Ch¨ªllar y hacer ejercicios de nataci¨®n para fortalecer los m¨²sculos que tantos golpes recibieron en su juventud. Est¨¢ encantada con los ¨¦xitos que las deportistas nacionales consiguen. Este a?o acudi¨® a Roland Garros donde pudo ver a Garbi?e Mugurza. Sigue a las guerreras de la selecci¨®n nacional de balonmano y recuerda haber llorado cuando la onubense Carolina Mar¨ªn consigui¨® su primer mundial.
¡°Hasta entonces nadie sab¨ªa que las mujeres jugaban al b¨¢dminton¡±, apunta mientras critica la escasa atenci¨®n medi¨¢tica a las mujeres que no ganan europeos, mundiales o t¨ªtulos de liga. ¡°La prensa solo presta atenci¨®n a las que ganan y a los deportes que dan rentabilidad. Pero hay otras muchas mujeres m¨¢s que se esfuerzan cada d¨ªa, que compaginan el deporte con su papel de madres, que est¨¢n olvidadas¡±, recalca Rivas, que no entiende por qu¨¦ ¡°a cualquier futbolista lo elevan a la luna cuando hace una chilena, una jugada bonita o dice alguna tonter¨ªa¡± y a Ona Carbonell, la mujer que m¨¢s medallas acumula en la historia en los mundiales de nataci¨®n ¡°casi nadie le ha hecho caso¡±. ¡°A¨²n queda mucho por hacer¡±, concluye esta precursora que espera que las deportistas j¨®venes no tengan que repetir el portazo que ella dio hace medio siglo.
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