Gentrificaci¨®n, turistas y mentiras: ?por qu¨¦ todas las ciudades empiezan a parecer iguales?
?Habita usted una ciudad sostenible, abierta en lo cultural e inquieta en lo financiero? No saque pecho, porque las dem¨¢s tambi¨¦n. Para diferenciarse, todas las urbes copian el mismo argumentario. Pero que Mil¨¢n se venda como si fuera Barcelona oculta una verdad inc¨®moda
No importa si vives en un nudo de autopistas, si tu casa est¨¢ rodeada de turistas de despedida de soltero o si tu ¨¢rea metropolitana est¨¢ en un proceso de reconversi¨®n industrial. Sea como sea tu ciudad, lo m¨¢s probable es que ahora se est¨¦ publicitando por el mundo como el para¨ªso de la movilidad sostenible, el hervidero cultural y el nido de emprendedores que no es. La marca naci¨® como signo para diferenciar el ganado.
Fue hace miles de a?os y, desde entonces, se ha usado por todas las culturas para desigualar a trav¨¦s de letras y signos. Hoy, las empresas quieren seguir separando sus productos de los de la competencia y, ¨²ltimamente, prefieren venderse como comunidades abiertas. En cambio, las ciudades, que no son empresas aunque se comportan a veces como tales, invierten grandes presupuestos en estrategias de marca ciudad que no son en absoluto diferenciadoras.
Lo explica Aaron Renn, investigador del Manhattan Institute for Policy Research, en un texto para CityLab: ¡°Cada una de ellas parece estar haciendo todo lo posible por convencernos de que es exactamente igual que cualquier otra que se considere cool¡±. Lo hace con ejemplos como Houston y Atlanta, dos lugares con suburbios infinitos, donde el coche es rey y la econom¨ªa se basa en grandes corporaciones que, sin embargo, se comunican como si fueran Portland o ?msterdam, iconos de movilidad sostenible y econom¨ªa innovativa.
La identidad de las ciudades est¨¢ en las mismas ciudades
Nacho Padilla, director creativo del Ayuntamiento de Madrid durante la legislatura de Manuela Carmena, cuenta qu¨¦ se est¨¢ haciendo mal: ¡°La marca no debe ser un relato de lo que queremos ser, sino de lo que somos. La ciudad ya es una comunidad; se tratar¨ªa de entender y nutrir los significantes existentes¡±. Padilla, que viene de trabajar en agencias multinacionales, ha liderado en esos cuatro a?os una forma de comunicar de la que se habl¨® en todas partes.
No ha sido mejor porque haya sido m¨¢s bonita que la de antes, sino porque ha sido m¨¢s eficaz a la hora de ayudar a construir un relato compartido. ¡°La identidad de las ciudades est¨¢¡ en las mismas ciudades. Se trata de comprenderse sin asunciones previas y de saber contarse. Hacia fuera y hacia dentro¡±.
Pero, ?y si las ciudades en realidad s¨ª se est¨¢n pareciendo cada vez m¨¢s unas a otras? M¨¢s all¨¢ de la comunicaci¨®n, existe una sensaci¨®n generalizada de que, ahora que viajamos sin parar, solo lo hacemos para encontrar los mismos caf¨¦s, las mismas tiendas, los mismos espacios p¨²blicos. ¡°No es una sensaci¨®n, es as¨ª. Las ciudades siempre han estado ¨ªntimamente relacionadas con los intercambios comerciales. Lo que ocurre es que ahora los mercados son globales y la gentrificaci¨®n es una estrategia global¡±. Lo cuenta Gaia Redaelli, arquitecta y urbanista italiana especializada en rehabilitaci¨®n y patrimonio.
La gentrificaci¨®n, a pesar de lo que se tiende a pensar, es un mero asunto econ¨®mico. El estilo imperante de las clases creativas es el rastro por el que seguir un multimillonario proceso de inversi¨®n inmobiliaria con devastadoras consecuencias, incluso para esas clases creativas que tarde o temprano son expulsadas de esos barrios a los que llegaron para regenerar y que ya no se pueden permitir.
La turistificaci¨®n agudiza tanto las secuelas como la homogeneizaci¨®n. Y sus causas son las mismas. ¡°Las administraciones¡±, explica Redaelli, ¡°son responsables cuando emprenden procesos de regeneraci¨®n sin aplicar pol¨ªticas de vivienda que contengan los precios y la especulaci¨®n¡±. Por eso, son a¨²n m¨¢s peligrosas esas estrategias de marca ciudad pensadas para turistas e inversores y no para los habitantes.
Tanto si se hacen as¨ª por torpeza y falta de ingenio como si est¨¢n planificadas a prop¨®sito, no cabe m¨¢s remedio que recordar eso que se gritaba desde el tendido 7 de Las Ventas a?os atr¨¢s: ¡°?A qui¨¦n defiende la autoridad?¡±.
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