¡°Ha habido suerte¡±
La escritora Bel¨¦n Gopegui recuerda a su padre, Luis Ruiz de Gopegui, director de las estaciones de seguimiento de la NASA en Espa?a, que falleci¨® hace unos d¨ªas a los 90 a?os
Imagino a mi padre conmovido ante las decenas de art¨ªculos que se han escrito con motivo de su muerte y, al mismo tiempo, envuelto en ese sano y afable escepticismo con que contemplaba la vida y tambi¨¦n la ciencia que amaba.
Los sucesivos trabajos que Luis Ruiz de Gopegui (1929-2019) desempe?¨® le proporcionaron una proyecci¨®n medi¨¢tica importante y le convirtieron en un referente para muchas personas j¨®venes que, en aquel pa¨ªs oscuro, encontraban la posibilidad de una conexi¨®n real con la exploraci¨®n del cosmos. ?l estuvo en la estaci¨®n de seguimiento espacial de Fresnedillas-Navalagamella durante las horas cruciales de la llegada del Apolo XI a la superficie lunar y sigui¨® el resto de misiones Apolo que llevaron a diez personas m¨¢s, junto con Armstrong y Aldrin, a pisar la Luna. Luis, creo que es un hecho, nunca se vanaglori¨® de haber ocupado ese lugar pues lo consideraba fruto de un azar favorable. Tampoco ocultaba, por ejemplo, con respecto a la beca obtenida en 1956 para hacer un m¨¢ster en Stanford, que solo se hab¨ªan presentado cuatro solicitudes para tres plazas. Lo contaba divertido pero tambi¨¦n muy preocupado por los problemas de quienes, al contrario que ¨¦l, no pueden desarrollar sus facultades porque no tienen los medios para hacerlo.
Particip¨® desde puestos de responsabilidad en otros muchos programas espaciales, la misi¨®n Apolo-Soyuz, los diez primeros vuelos del transbordador espacial o el proyecto Skylab. Sol¨ªa destacar la importancia del Apolo X, cuyo m¨®dulo lunar perdi¨® el control, empez¨® a dar tumbos y estuvo a punto de estrellarse. ¡°Si eso hubiera ocurrido¡±, dec¨ªa, ¡°la historia de los viajes tripulados hubiera sido quiz¨¢ muy distinta¡±. Recordaba la felicidad con que vivi¨® el momento en que por fin los astronautas del Apolo XIII cayeron sanos y salvos al agua. Le emocionaba el papel de la estaci¨®n de Robledo en el lanzamiento del primer transbordador espacial: tras un comienzo problem¨¢tico, las dos estaciones de seguimiento anteriores, Kennedy y Bermudas, no hab¨ªan logrado determinar si la velocidad alcanzada era suficiente para entrar en ¨®rbita y Madrid lo consigui¨®. Le gustaba recoger la experiencia de aquella etapa en an¨¦cdotas que expon¨ªa con amenidad; as¨ª subrayaba de nuevo el azar, el asombro y la gratitud por vivir y poder participar en proyectos m¨¢s grandes que uno mismo. Durante muchos a?os intervino en debates sobre el tema de la inteligencia extraterrestre del lado de quienes, aun contemplando la posibilidad de que esa inteligencia existiera, pon¨ªan en duda que se pudiera entablar contacto con ella, por la distancia y por la escasa probabilidad de coincidir en el tiempo y de encontrar c¨®digos comunes. Como a Epicteto, por su cualidad de hombre razonable le hac¨ªan sufrir a veces los argumentos disparatados de quienes aseguraban haber visto platillos volantes.
Su vida personal, si es que puede separarse, fue m¨¢s dif¨ªcil que la profesional: su hija Miriam, debido a la falta de ox¨ªgeno durante el parto, naci¨® con par¨¢lisis cerebral severa. No pod¨ªa hablar ni moverse, pero pod¨ªa re¨ªr y llorar, vivi¨® veintis¨¦is a?os y mi padre evocaba a menudo c¨®mo se re¨ªa a carcajadas, completamente relajada, cuando ¨¦l hablaba por tel¨¦fono en ingl¨¦s con sus colegas de la NASA. Acompa?ado siempre por mi madre, Margarita Dur¨¢n, admir¨® su lucha en favor de los derechos humanos desde distintos frentes. La perdimos en enero de 2015.
Como a Epicteto, por su cualidad de hombre razonable le hac¨ªan sufrir a veces los argumentos disparatados de quienes aseguraban haber visto platillos volantes
Luis Ruiz de Gopegui escribi¨® muchos libros. Disfrutaba con la divulgaci¨®n, formaba parte de su cordialidad el empe?o en explicar bien las cosas y en encontrar los ejemplos que permitieran imaginar y comprender: Hombres en el espacio, Mensajeros c¨®smicos, Extraterrestres, ?mito o realidad? o Rumbo al cosmos, son algunos de sus libros de divulgaci¨®n junto con, para ni?as y ni?os, El blog de la verdad extraordinaria. Quiero hacer una menci¨®n especial a sus historias de ficci¨®n, porque en ellas parec¨ªa querer corregir de alg¨²n modo la realidad inclemente, as¨ª ocurr¨ªa en el final alentador de su Regreso a la Luna, o al hacer que unos ni?os pudieran viajar solos y de manera cre¨ªble al espacio en Seis ni?os en Marte, o al inventar al extraterrestre m¨¢s veros¨ªmil, desvalido y sorprendente que haya existido en la ciencia ficci¨®n en Ludwig el extraterrestre. Apreciaba particularmente el ensayo Cibern¨¦tica de lo humano, tal vez porque recibi¨® cr¨ªticas que el tiempo ha desmentido paso a paso, tal vez porque condensaba su forma de estar en la vida, un fatalismo activo y, pese todo, alegre, y la modestia profunda de quien antes que creerse forjador de su propia historia asiste a ella como a un descubrimiento. Luis llev¨® esta actitud hasta el final y cuando, en sus ¨²ltimas horas, le dimos las gracias por haber sido el mejor padre y el mejor abuelo, respondi¨® con un brillo en los ojos y encogi¨¦ndose de hombros: ¡°Ha habido suerte¡±.
Son muchos los nombres que podr¨ªan haber firmado este texto: sus compa?eros de trabajo, que han enviado mensajes detallados y c¨¢lidos; sus editores, en especial los ¨²ltimos, Vicente Ferrer y Bego?a Lobo, de Media Vaca, hacedores de maravillas; su extensa familia, su ahijada Ana, sus nietos Daniel y Mari¨²; las personas que nos ayudaron a cuidarlo cuando muri¨® mi madre, Jose, Johnny, Roc¨ªo, H¨¦ctor y Marco; periodistas; alumnas y alumnos de distintos cursos; Reyes, Marichu y dem¨¢s amigas y amigos; el autor del blog Mr. Gorsky, o quienes tal vez un d¨ªa le conocieron, escucharon o leyeron y recibieron algo de su humor y generosidad. Hago hoy nuestro para mi padre aquel poema de Lezama: ¡°?ngel de la jiribilla, ruega por nosotros. Y sonr¨ªe, obliga a que suceda. (¡) Lo imposible al actuar sobre lo posible, engendra un posible en la infinidad.¡±. Las personas, dec¨ªa Luis, somos hijas del cosmos porque estamos hechas de los materiales que provienen de las primeras estrellas. Y cada persona es irremplazable.
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