Antes aqu¨ª no hab¨ªa nada
El centro suele ser un lugar sin sentido. Por eso uno revaloriza las ciudades feas, sin turismo, con bares normales
Un estudio de la Universidad de Huxley trabaja con la hip¨®tesis de que la masificaci¨®n tur¨ªstica y el desparrame urban¨ªstico pueden contribuir a desarrollar las capacidades cognitivas, porque en muchos sitios se requiere una gran capacidad de abstracci¨®n para no ver la gente que hay o lo que han construido. Seguro que este verano habr¨¢n tenido que hacer esta gimnasia mental. Es dif¨ªcil imaginar c¨®mo es el mundo que no conocimos, hasta que est¨¢s en una playa, en un pueblecito, y un anciano, o alguien no tan mayor, dice esta frase: ¡°Antes aqu¨ª no hab¨ªa nada¡±.
En verano, cuando nos paramos a mirar y a pensar en el mundo, y no en nuestras cosas, suele haber alg¨²n momento en que nos ponemos apocal¨ªpticos, como en esta columna. Notas que algo va mal. Durante un tiempo pens¨¦ que si bien el mundo antiguo hab¨ªa desaparecido ¡ªmares llenos de peces, bosques rebosantes de animales¡ª, se quedar¨ªa m¨¢s o menos as¨ª. Nunca cre¨ª llegar a sentirme como uno de esos ancianos, ver un cambio a peor en mi generaci¨®n. Una de las mayores impresiones de mi vida fue regresar el verano pasado a un glaciar de los Alpes que hab¨ªa visto hace 20 a?os. Era la mitad, como si lo hubieran borrado con efectos especiales. Esta primavera en Roma no hubo golondrinas. ?Se les ocurre una se?al de alarma m¨¢s po¨¦tica? Pues esperen que les cuente la siguiente: como no llegaron en mayo, por el fr¨ªo ins¨®lito, en junio hubo una invasi¨®n de mariposas. Que en un a?o normal se habr¨ªan comido antes las golondrinas.
Lo curioso es que en la ciudad oyes la frase contraria: ¡°Antes aqu¨ª hab¨ªa de todo¡±. Una carnicer¨ªa, una panader¨ªa¡ Ahora, el centro de una ciudad suele ser un lugar sin sentido. Por eso uno revaloriza las ciudades feas, sin turismo, con bares normales. Acabaremos viviendo todos en lugares anodinos mientras viajamos a los bonitos, que solo ser¨¢n visitables, no habitables. En verano esa sensaci¨®n se agudiza, las ciudades se vac¨ªan a¨²n m¨¢s de sus vecinos, solo hay turistas desubicados. Vamos a lugares con placas que dicen que ah¨ª vivi¨® Picasso o se sent¨® Hemingway, como si a¨²n quedara algo especial en el aire, cuando lo cierto es que si ellos vivieran jam¨¢s se acercar¨ªan por all¨ª. La ¨¦poca de estas placas quiz¨¢ ha pasado, no s¨¦ a qui¨¦n le pondr¨¢n una dentro de 50 a?os: ¡°Aqu¨ª es donde Isabel Pantoja dijo algo sin la menor importancia¡±; ¡°Aqu¨ª es donde un comit¨¦ de sabios decidi¨® las 10 series que uno no pod¨ªa dejar de ver en 2019¡±. Son cosas que sabemos que en cien a?os no le interesar¨¢n a nadie, qu¨¦ digo cien a?os, dentro de un rato. A lo que hoy prestamos atenci¨®n est¨¢ en relaci¨®n inversamente proporcional con la posteridad.
Adem¨¢s, la tecnolog¨ªa acude en nuestra ayuda para abstraernos bien: cuando la gente est¨¢ en los sitios ya es como si no estuviera. Una de las cosas m¨¢s raras que este verano he visto hacer a alguien con el m¨®vil es un tipo hablando por tel¨¦fono mientras cog¨ªa moras. ?Cogiendo moras! ?Puede haber algo de una disipaci¨®n m¨¢s pura, un placer menos maquinal, que coger moras? Yo creo mucho en esta combinaci¨®n como soluci¨®n de futuro: cuando lo que hab¨ªa ya no est¨¦, tampoco estaremos all¨ª para verlo, porque estaremos siempre con el m¨®vil. O habr¨¢n sacado ya unas gafas de realidad virtual para ver el paisaje como era, como una visita en 3D a unas ruinas griegas. Y hasta veremos las ciudades con gente corriente haciendo la compra y ni?os jugando en la calle, como asegurar¨¢n los ancianos que eran.
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