Trump sin fronteras
Netayanhu se pliega sumiso a las exigencias del mandatario de EE UU y veta a dos congresistas la entrada a Israel
La campa?a presidencial de 2020 en ciernes es un peligroso excitante para los peores instintos de Donald Trump. Su ¨²ltima jugada, pidiendo a Israel que proh¨ªba la entrada a dos congresistas dem¨®cratas, es una interferencia ins¨®lita en una decisi¨®n soberana de un Gobierno extranjero, el de Benjamin Netanyahu, que en principio hab¨ªa autorizado el viaje a Rashida Tlaib y a Ilhan Omar, representantes dem¨®cratas de M¨ªchigan y Minnesota, respectivamente.
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Las congresistas musulmanas vetadas a petici¨®n de Trump son dos de las cuatro mujeres que el presidente descalific¨® por sus cr¨ªticas a los centros de internamiento de inmigrantes y a la detenci¨®n y separaci¨®n de los ni?os de sus padres expulsados. Ilhan Omar y Rashida Tlaib, como sus otras dos compa?eras, la portorrique?a Alexandria Ocasio-Cortez y la afroamericana Ayanna Presley, son la punta de lanza de la iniciativa dentro del partido dem¨®crata de destituci¨®n presidencial de Trump o impeachment, en abierta disonancia con la posici¨®n moderada de la presidenta del Congreso, Nancy Pelosi. Es toda una iron¨ªa que Trump quisiera mandarlas a sus pa¨ªses de origen ¡ªque en el caso de tres de ellas es Estados Unidos¡ª y que ahora haya impedido que Rashida Tlaib, nacida en tierra americana de familia palestina, pueda viajar al pa¨ªs de sus padres.
Hay pocas dudas respecto al c¨¢lculo electoral que pretende identificar al entero partido dem¨®crata con inmigrantes de religi¨®n isl¨¢mica y partidarios de Palestina en su conflicto con Israel, a los que Trump califica adem¨¢s de antisemitas. Ni siquiera a un pol¨ªtico tan extremista como Netanyahu le interesa una amalgama que es profundamente t¨®xica para una sociedad abierta como Estados Unidos, y que es tambi¨¦n inadmisible en Israel, pa¨ªs que cuenta con extensos apoyos y simpat¨ªas en el Partido Dem¨®crata y en su electorado. Tampoco las hay sobre las ventajas que pretende obtener el trumpismo de la polarizaci¨®n extrema que significar¨ªa un proceso de destituci¨®n ya dentro del a?o electoral.
La exigencia de Trump y la sumisa reacci¨®n de Netayanhu han sido recibidas con preocupaci¨®n por parte de la opini¨®n p¨²blica estadounidense que simpatiza con Israel. No se trata tan solo de una interferencia en la acci¨®n de un Gobierno extranjero, sino de la exportaci¨®n por cuestiones electoralistas de un conflicto interno a un pa¨ªs con el que Washington mantiene unas relaciones de excepcional valor estrat¨¦gico. Que un personaje como Trump, propenso a la expresi¨®n de ideas supremacistas y condescendiente con la extrema derecha, pretenda constituirse en vigilante de esta ideolog¨ªa racista y en juez de las actitudes de los congresistas dem¨®cratas cuando critican a Israel, constituye toda una afrenta a quienes sufren y combaten el antisemitismo.
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