Empeorar¨¢
La hybris es un estado de soberbia tan absoluto que te deja sordo y ciego. Imaginen lo que puede hacer con un tipo exhibicionista como Trump.
Hay un ensayo que me encanta y sobre el que ya he escrito alguna vez: En el poder y en la enfermedad (Siruela, 2010), del neur¨®logo brit¨¢nico David Owen, m¨¢s conocido como pol¨ªtico, porque fue dos veces ministro, de Sanidad y de Exteriores, con los laboristas. Su libro, documentad¨ªsimo y deliciosamente escrito, trata de la enfermedad en los pol¨ªticos. De c¨®mo la ocultan, sobre todo. Y entre otras cosas dice que, seg¨²n un estudio de 2006, el 29% de todos los presidentes de Estados Unidos sufrieron dolencias ps¨ªquicas mientras ejerc¨ªan el cargo, y que el 49% presentaron rasgos que indicaban trastorno mental en alg¨²n momento de sus vidas. Unas cifras aterradoras por lo elevadas, sobre todo si tenemos en cuenta que, seg¨²n la OMS, la prevalencia de la poblaci¨®n general estar¨ªa en torno al 22%.
Le¨ª el libro de Owen cuando fue publicado en Espa?a, hace casi 10 a?os, pero al releerlo ahora sus palabras me han parecido espeluznantemente actuales. S¨ª, claro, s¨¦ que me entienden: estoy hablando del inaudito Donald Trump. Aunque, bien mirado, creo que el trastorno ps¨ªquico es una realidad demasiado seria y no justificar¨ªa lo que este se?or es. Yo dir¨ªa m¨¢s bien que debe de tener una de esas personalidades que no son consideradas enfermedad mental en los tribunales, un car¨¢cter psicop¨¢tico, narcisista y eg¨®latra.
En su formidable libro, Owen desarrolla una teor¨ªa propia sobre la borrachera de poder en la que caen demasiados pol¨ªticos. ?l bautiza esta enfermedad con el nombre griego de hybris. Esquilo dec¨ªa que los dioses envidiaban el ¨¦xito de los humanos y que, para vengarse, enviaban la maldici¨®n de la hybris a quien estuviera en lo m¨¢s alto, volvi¨¦ndole loco. La hybris, pues, es un estado de soberbia tan absoluto que te deja sordo y ciego, haci¨¦ndote perder todo sentido de la realidad. A los poderosos les es sumamente f¨¢cil caer en esta dolencia: lo sab¨ªan bien los romanos, que por eso ten¨ªan al esclavo que iba susurrando el famoso ¡°recuerda que eres mortal¡± al o¨ªdo de los generales victoriosos. Ahora bien: si incluso Julio C¨¦sar pod¨ªa perder la cabeza con el poder, imaginen lo que la hybris puede hacer con un tipo exhibicionista y mercurial como Trump.
Aunque no hace falta imaginarlo: lo estamos viendo. Ya saben que, por cuestiones de impresi¨®n, este art¨ªculo se escribe 15 d¨ªas antes de su publicaci¨®n. Tal como est¨¢n las cosas, no descarto que en estas dos semanas el se?or Trump haya lanzado al mundo otras dos o tres peligrosas bravuconadas. Est¨¢ muy subido, muy crecido, hybrido total, que dir¨ªa el sabio Owen. Porque adem¨¢s no creo que haya nadie en su entorno que aventure una cr¨ªtica. Vamos, para m¨ª Donald Trump tiene toda la pinta de mandar a la horca a quien le contradiga. Y esto es lo que los psic¨®logos llaman ¡°pensamiento de grupo¡± (tambi¨¦n viene en el libro), un fen¨®meno habitual en los poderosos, y que consiste en la creaci¨®n de un peque?o grupo cerrado que se jalea a s¨ª mismo apasionadamente, demoniza las opiniones ajenas y niega cualquier dato objetivo que contradiga sus creencias. Como es evidente, unir la hybris y el calent¨®n del pensamiento de grupo trae consecuencias catastr¨®ficas.
S¨ª, Trump est¨¢ muy crecido. Tiene la desfachatez de querer comprar Groenlandia, porque el deshielo del calentamiento clim¨¢tico ha hecho que su riqueza en tierras raras sea m¨¢s f¨¢cilmente explotable (junto con su ep¨ªgono Bolsonaro, parece dispuesto a expoliar la Tierra, a saquearla), y cuando los daneses le dicen que no est¨¢ en venta, anula su viaje presidencial a ese pa¨ªs con alucinante pataleta, un gesto zafio y feroz semejante al empell¨®n que el mat¨®n de la escuela da a un ni?o en el patio. Acto seguido, ordena a los empresarios norteamericanos que se vayan de China, cosa que me ha dejado turulata: pero ?no era Donald Trump el adalid del liberalismo? ?No se opon¨ªa con todas sus fuerzas a que el poder p¨²blico y los pol¨ªticos se inmiscuyeran en la sacrosanta libertad de mercado? La hybris parece estar haciendo tales estragos en ¨¦l que incluso act¨²a como un tirano contra sus propias ideas. Yo dir¨ªa que tiene grandes planes megalomaniacos y una cabeza demasiado peque?a para albergarlos. Me temo que esto s¨®lo puede empeorar
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