Una grave amenaza acecha a Europa
Si un Brexit por las bravas se suma a las amenazas proteccionistas de Trump, habr¨¢ que prepararse para sortear una recesi¨®n en la UE con est¨ªmulos fiscales y monetarios y m¨¢s planes de contingencia
Una grave amenaza acecha a Europa: el Brexit por las bravas. O sea, la retirada brit¨¢nica de la Uni¨®n Europea sin mediar acuerdo previo. Grave, incluso terrible si eso deriva hacia otra gran recesi¨®n, al a?adirse a las guerras comerciales de Donald Trump contra China, que perjudican indirectamente a la UE como potencia comercial m¨¢s abierta del mundo, y por lo tanto, la m¨¢s sensible a las asechanzas proteccionistas (el FMI prev¨¦ que resten 400.000 millones de euros al PIB global hasta fin de a?o). Y por v¨ªa directa, si reactiva los nuevos aranceles contra el sector de la automoci¨®n de los 27 ¡ªclave para su crecimiento¡ª, que aplaz¨® hasta el 15 de noviembre.
El nefasto impacto del Brexit sobre la pol¨ªtica y la econom¨ªa de la UE qued¨® en la penumbra por la promesa de una salida pactada: m¨¢s que promesa, verdadero compromiso de la veleidosa Theresa May, antecesora del aut¨®crata Boris Johnson. Tambi¨¦n por los distintos tama?os respectivos: la econom¨ªa continental multiplica por seis a la brit¨¢nica; y la poblaci¨®n, por siete. A igual perjuicio absoluto, peor da?o para la isla en t¨¦rminos relativos.
La minimizaci¨®n de las amenazas del Brexit se debi¨®, en fin, a la confianza en las soluciones de ¨²ltimo minuto, frecuentes en la UE, aunque ahora es distinto pues no se pactar¨ªa el acuerdo, sino el modo del desacuerdo. Y a la conveniencia de no dar p¨¢bulo al temor al Brexit, por no fragilizar la posici¨®n negociadora europea.
Pero antes de solemnizarse, la retirada del Reino Unido ya es efectiva en sus desgracias. Ha provocado la primera ca¨ªda desde 2012 de su PIB este segundo trimestre (dos d¨¦cimas) y la reducci¨®n de ingresos de sectores como el turismo, de hasta un 5% en el primero, as¨ª como el empobrecimiento general de sus ciudadanos y empresas m¨¢s cosmopolitas, al haberse depreciado la libra hasta el 17% en tres a?os desde el refer¨¦ndum. Meros atisbos del futuro.
Y ya ha fracasado en la apuesta estrat¨¦gica de sus patrocinadores de que barrenar¨ªa la unidad de sus socios y suscitar¨ªa ¨¦mulos. La unidad de los 27 se ha mantenido, intacta, berroque?a: por su aprecio al mercado interior (base de su prosperidad), que el Brexit amenaza. Y porque el protagonismo econ¨®mico brit¨¢nico es potente pero perif¨¦rico: el comercio exterior de la hoy eurorrecelosa Polonia depende en un 27% de Alemania, y solo en un 6% del Reino Unido (cifras del Banco Mundial).
El encauzamiento (?temporal?) de la crisis italiana certifica el fiasco del af¨¢n divisorio: ni Roma se va de Europa, ni del euro, ni crea otra moneda, ni desafiar¨¢ las normas presupuestarias. El Italexit se esfuma.
La retirada brit¨¢nica en ciernes ya est¨¢ da?ando a la econom¨ªa del reino, sin lograr adeptos: Italia se normaliza
El impacto del Brexit en la econom¨ªa brit¨¢nica ha concitado el inter¨¦s de decenas de estudios. Todos lo pintan de color negro. Como recordaba un alto cargo del Banco de Inglaterra, ¡°tenemos el precedente del siglo V, cuando los romanos dejaron Inglaterra, que se sumi¨® en el declive durante cinco siglos, por culpa del desplome del comercio¡±. As¨ª que los distintos c¨¢lculos de ocho bancos de inversi¨®n y auditoras estiman su menor crecimiento en una horquilla de entre un 1% y un 8%. El Tesoro apunt¨® a un abanico del rango de la Gran Recesi¨®n, entre el 5,4% y el 9,5% (HM Treasury analysis: the long term economic impact of EU membership and the alternatives, abril de 2016). Y el Banco de Inglaterra, entre el 4% y el 7,75% sobre el PIB de 2016 en caso de ¡°Brexit desordenado¡± (EU withdrawal scenarios, noviembre de 2018).
Pero el efecto en la econom¨ªa europea se ha estudiado menos. Algunos buenos papeles sectoriales de Bruegel de Zsolt Darvas (sobre las consecuencias presupuestarias) y de Guntram Wolff (The implications of a no-deal Brexit, enero de 2019), una a¨²n ¨²til nota de AFI (Brexit, el pr¨®ximo reto para la UE, febrero de 2016) y un an¨¢lisis de la red IFO (Effects of Brexit on the European Economy, noviembre de 2017) es casi todo.
Y claro, un completo trabajo del FMI (Long term impact of Brexit on the EU, 29/6/2018), que prev¨¦ una desaceleraci¨®n del PIB europeo de dos a cinco d¨¦cimas (con un futuro tratado de libre comercio) o del 0,5% al 1,5% si Londres se refugia en la OMC: el d¨ªa de su retirada se implantar¨ªan sus aranceles, una media del 3,5%, pero con picos de hasta el 15% en alimentaci¨®n y del 10% en automoci¨®n: ?peligro! Una nota de blog de igual t¨ªtulo (10/8/2018) estima la ca¨ªda m¨ªnima global del PIB en un 0,8%.
No es brutal, aunque se comer¨ªa buena parte del crecimiento previsto para este a?o (del 1,3%) y del siguiente (1,6%). Pero s¨ª muy insidioso. Los pa¨ªses en principio m¨¢s perjudicados ser¨ªan Irlanda, Holanda, Dinamarca, B¨¦lgica y la Rep¨²blica Checa. Pero algunos de los grandes Estados miembros sufrir¨ªan en sectores que son tractores de su econom¨ªa. Y de la eurozona.
El impacto global previsto?en la UE es grave, no tr¨¢gico, pero perjudicar¨¢ a sectores?y pa¨ªses clave como Espa?a
As¨ª, la automoci¨®n en la RFA (vende al Reino Unido 800.000 coches anuales, el 14% de su producci¨®n); la inversi¨®n directa francesa; el turismo espa?ol (los brits suponen el 25% de nuestros visitantes; les exportamos 300.000 veh¨ªculos y el principal contingente de emigrantes); o la ganader¨ªa de Irlanda (suministra el 70% del vacuno importado por el reino). Es lo que ocurre con las barreras a la exportaci¨®n: que duelen donde m¨¢s duele. Obstaculizan el tr¨¢nsito de los flujos m¨¢s relevantes y tienden as¨ª a generar da?os exponenciales.
Claro que el perjuicio ser¨¢ peor para Gran Breta?a, no en vano la UE es el destino del 46% de sus exportaciones de mercanc¨ªas y el origen del 53% de sus importaciones, mientras que las ventas europeas al Reino Unido apenas superan el 10% del total de las de los 27. Incluso Irlanda, que en 1953 le enviaba el 91% de sus exportaciones, hoy solo lo hace en un 11%. Pero la mayor desgracia (y culpa) ajena constituye magro consuelo. Si vuelve una gran recesi¨®n, ?qu¨¦ beneficio se obtendr¨¢ atribuy¨¦ndola, incluso certeramente, a las conjuras iliberales anglosajonas?
Es mucho m¨¢s ¨²til acabar de prepararse para lo peor mientras se act¨²a hasta el 31 de octubre en defensa de una mejor salida: negociada. M¨¢s vale un acuerdo mediocre similar al firmado con May que un buen pleito. Y eso requiere sobre todo mantener la unidad de los 27, pues su desuni¨®n en este asunto ser¨ªa letal para el proyecto com¨²n, al destruir su sistema sangu¨ªneo, el mercado com¨²n.
Despu¨¦s, hay que preparar concienzuda, con frialdad y con celeridad un nuevo acuerdo de libre comercio y asociaci¨®n pol¨ªtica (externa) con el Reino Unido, sin dejarse arrastrar por la inquina y los agravios acumulados en los desencuentros previos. Un Brexit a las bravas dificultar¨ªa m¨¢s la cooperaci¨®n militar, de inteligencia, de seguridad interna, diplom¨¢tica y tecnol¨®gico-cient¨ªfica. Pero la erosi¨®n mundial que supondr¨ªa en la marca de la sociedad Europa no se contrarrestar¨¢ alejando m¨¢s al fugitivo, sino absorbiendo o asociando sus mejores activos en la competencia global.
Econ¨®micamente hay que insistir en la necesidad de planes de est¨ªmulo fiscal (empezando en Alemania); en la flexibilizaci¨®n del Pacto de Estabilidad que los complica; y en el expansionismo monetario ¨¢gilmente previsto por el BCE de Mario Draghi.
Administrativa y legalmente, la preparaci¨®n de planes de contingencia ha sido exhaustiva por parte de la Comisi¨®n y (algunos) Gobiernos para evitar un caos mayor del previsible: sectores sensibles, transporte a¨¦reo, agencias y organismos, ayudas a pymes, programa reforzado de apoyo especial a la paz en Irlanda, visados, garant¨ªas a los ciudadanos, como concreta el plan de acci¨®n del 13/11/2018 (COM[2018]880 final) y hasta media docena de comunicaciones emitidas por Bruselas.
Pero a¨²n est¨¢ pendiente la decisiva preparaci¨®n psicol¨®gica. No nos acabamos de creer tanto dislate. Ni queremos creerlo.
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