Razones para un Gobierno de coalici¨®n
La renuncia de S¨¢nchez a repetir su oferta de un Gabinete con Unidas Podemos no tiene sentido, como tampoco lo tendr¨ªa una nueva negativa de Iglesias si de verdad aspiran a garantizar la gobernabilidad
D¨ªas antes de la formaci¨®n del Gobierno entre las Cinco Estrellas de Beppe Grillo y los socialdem¨®cratas, me preguntaron desde Italia c¨®mo habr¨ªa de ser la coexistencia entre los antisist¨¦micos y los representantes precisamente del sistema que aquellos sue?an con destruir. Todav¨ªa hoy persiste la duda de si ese experimento emprendido en nombre de la estabilidad no servir¨¢ para dar a luz un monstruo de dos cabezas, dos Gobiernos en uno, o sea, lo contrario a la estabilidad misma. Sin embargo, mi respuesta a la interrogante fue clara: un acuerdo as¨ª comporta sus riesgos, pero siempre ser¨¢n menores que los de recurrir a nuevas elecciones. Responde adem¨¢s a los valores de la democracia representativa. Un mal Gobierno, o un Gobierno dif¨ªcil de gestionar, no son buena noticia, pero peor es el no Gobierno, f¨®rmula cort¨¦s para describir el desgobierno a secas, en el que nuestro pa¨ªs se ve sumido desde hace meses.
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Me distancian m¨¢s cosas de Pablo Iglesias de las que puedan unirme, entre otras la querencia que su partido mantiene respecto a Maduro y su oprobioso r¨¦gimen. Pero en la crisis pol¨ªtica por la que atravesamos su actitud me ha parecido desde un principio la m¨¢s coherente con la institucionalidad democr¨¢tica. Y en no pocos aspectos la m¨¢s sensata y constructiva de cuantas hemos visto en el proceder de los otros grandes partidos. Me refiero a la eventualidad de una coalici¨®n gubernamental que permita, como en el caso italiano, dar alg¨²n viso de estabilidad a la gobernanza del pa¨ªs.
Llama la atenci¨®n el empecinamiento socialista por pretender gobernar en solitario con solo 123 diputados en circunstancias tan graves como las que vivimos, con amenazas a la unidad del Estado, a la continuidad de la monarqu¨ªa parlamentaria y hasta de la propia democracia. La quiebra institucional que padecemos no es exclusiva de Espa?a. Pa¨ªses tot¨¦micos para el r¨¦gimen de libertades como Estados Unidos o el Reino Unido se despe?an por similar pendiente, empujados por dirigentes egoc¨¦ntricos e idiotas. Por lo mismo, una reflexi¨®n l¨²cida de nuestro primer mandatario deber¨ªa haberle llevado a ofrecer tras las elecciones un Gobierno de coalici¨®n a Ciudadanos cuando todav¨ªa este partido manten¨ªa un rictus liberal, hoy desfigurado por completo, y le pod¨ªa garantizar la mayor¨ªa absoluta. La pol¨ªtica de vetos personales, tan a la moda, frustr¨® cualquier intento al respecto.
La versatilidad italiana no es comparable al ensimismamiento y arrogancia de nuestra clase pol¨ªtica
Nuestro primer ministro, tras recibir el encargo real que por el momento no se ha repetido, declar¨® que intentar¨ªa formar Gabinete con quien m¨¢s a gusto se encontraba: Unidas Podemos. Para ser este su socio preferente, seg¨²n dijo, casi aterra imaginar el trato que puede acabar dando a los que considere aliados secundarios. Empez¨® por considerar que era un estorbo el l¨ªder y fundador del partido que pod¨ªa auparle al poder, al igual que su persona era el escollo para un acuerdo con los sedicentes liberales. Y ha acabado por escenificar un aut¨¦ntico espect¨¢culo medi¨¢tico al que ha arrastrado de paso al resto del elenco, figurantes incluidos.
En este teatrillo que denuncia la derecha, en el que ella misma no se libra de hacer payasadas, casi nadie se salva del reproche. A empezar por el jefe del Estado y el presidente en funciones, que no evitaron su merecido descanso y se fueron a veranear en plena crisis. Las discusiones te¨®ricas sobre el papel que ha de jugar el Rey son abundantes. La propuesta de un candidato a presidente tras la celebraci¨®n de elecciones es, junto con el mando supremo de las Fuerzas Armadas, el ¨²nico poder efectivo que en cierto modo tiene el Monarca en la Constituci¨®n, en consonancia con su car¨¢cter simb¨®lico y su capacidad moderadora. Los tratadistas se?alan que el Rey debe procurar operar sobre seguro, pues sus actos han de ser refrendados por la presidencia del Congreso. La nebulosa en torno al papel de la Corona en los procesos pol¨ªticos no es una caracter¨ªstica solo nuestra (todav¨ªa colea la pol¨¦mica sobre la decisi¨®n de la reina Isabel de suspender el Parlamento brit¨¢nico a petici¨®n del primer ministro). Pero no hubiera sobrado para tranquilidad de la opini¨®n p¨²blica y la neutralidad del procedimiento, que don Felipe reanudara sus consultas con los l¨ªderes, toda vez que con el jefe de Gobierno ha seguido despachando regularmente.
El principal responsable de la repetici¨®n electoral ser¨¢ quien asumi¨® el encargo del Rey y no pudo o no quiso consumarlo
Sea como sea, estamos a dos semanas de convocar nuevas elecciones si alguien no puede garantizar la aprobaci¨®n de una investidura. La versatilidad italiana, puesta de relieve gracias a la experiencia y autoridad personal de Mattarella, no es comparable al ensimismamiento y arrogancia de nuestra clase pol¨ªtica. Parad¨®jicamente, el presidente espa?ol todav¨ªa en funciones ni siquiera fue votado en su d¨ªa popularmente para el cargo, pues lo es como consecuencia de una moci¨®n de censura parlamentaria cuando ¨¦l mismo no era ni siquiera diputado. Podemos no garantiza la mayor¨ªa absoluta a los socialistas, pero s¨ª un n¨²mero de diputados suficientes para ser capaces de formar Gobierno. La pretensi¨®n de hacerlo en solitario con sus mermados esca?os resulta incomprensible. Y la renuncia de S¨¢nchez a repetir su oferta de un Gabinete de coalici¨®n, en su d¨ªa rechazado por Iglesias, no tiene sentido alguno, como tampoco lo tendr¨ªa una nueva negativa si de verdad aspiran a garantizar la gobernabilidad. La ¨²nica salida racional para tener un equipo ministerial progresista y duradero en el tiempo como S¨¢nchez predica es abrirse a la coalici¨®n. Si esto no se produce, el principal responsable de la repetici¨®n electoral ser¨¢ el candidato que asumi¨® el encargo del Rey y no pudo o no quiso consumarlo.
Se dice que el nuevo Gobierno italiano es fruto en parte de las presiones del G7 y de Bruselas, que vieron as¨ª una forma de ahuyentar al neofascismo. Ha cundido tambi¨¦n la especie, alimentada por filtraciones de di¨¢logos con periodistas, de que esas mismas instancias le habr¨ªan impuesto un veto a S¨¢nchez a la hora de incorporar Unidas Podemos al Consejo de Ministros. La desconfianza mutua con Iglesias quiz¨¢ est¨¦ m¨¢s basada en circunstancias como esa que en sus relaciones personales. En tal caso les recomendar¨ªa leer las memorias de Yanis Varoufakis, en las que el antiguo secretario del Tesoro americano Larry Summers explica c¨®mo a su juicio funciona el poder, incluso en las democracias. ¡°Hay dos clases de pol¨ªticos, los que est¨¢n dentro (insiders) y los que est¨¢n fuera (outsiders)¡±. Los ¨²ltimos priorizan su libertad de expresi¨®n: dicen lo que quieren, pero son ignorados por los insiders. ¡°Estos son los que toman las decisiones y tienen una regla inquebrantable: nunca hablan con los de fuera ni les cuentan lo que los otros que est¨¢n dentro dicen o hacen. ?A cu¨¢l de los dos tipos perteneces?¡±. ¡°Por naturaleza soy de los de fuera¡±, contesta Varoufakis, ¡°pero estoy preparado para estrangular mi car¨¢cter y comportarme como un insider de nacimiento mientras logremos un acuerdo¡±.
A juzgar por las declaraciones p¨²blicas y las confidencias privadas, si S¨¢nchez le hiciera la misma pregunta a Iglesias no obtendr¨ªa respuesta muy diferente. Varoufakis dimiti¨® meses despu¨¦s de esta conversaci¨®n, lo que explica el temor del l¨ªder socialista a compartir el poder, con Podemos o con quien sea, por si alguien sigue el ejemplo. Pero, con sus oportunidades y sus riesgos, un Gobierno de coalici¨®n sigue siendo la respuesta m¨¢s acorde a los principios de la democracia representativa. La ¨²nica e inevitable regla exigible al socio es el respeto a la Constituci¨®n y a las leyes. O sea, comportarse como los de dentro, aunque a uno le gustar¨ªa estar fuera.
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