?Qu¨¦ nos empuja a ser madres en una sociedad sin pol¨ªticas sociales?
La maternidad est¨¢ atravesada indiscutiblemente por las condiciones materiales
Los nacimientos caen en picado desde hace d¨¦cadas en Espa?a. Lo sabemos por experiencias personales ¨Cpropias y ajenas¨C y por las encuestas: la Encuesta de Fecundidad de 2018 llevada a cabo por el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) refleja que alrededor del 20% de las mujeres que ten¨ªan entre 40 y 49 a?os en el momento de la encuesta no hab¨ªan tenido hijos. El 43% de ellas declara no haber querido tenerlos, el resto apunta que, aunque deseaban tenerlos, no se dieron las condiciones para ello. ¡°Espa?a es actualmente uno de los pa¨ªses del mundo en los que la transici¨®n a la maternidad se produce m¨¢s tarde. Mientras que en 1980 la edad media de las mujeres al primer hijo era de 25 a?os, en 2018 fue de 31 a?os. De hecho, del total de nacimientos que tuvieron lugar en ese a?o, el 40% correspondieron a mujeres de 35 o m¨¢s a?os y casi el 10% a mujeres de 40 o m¨¢s a?os¡±, se?ala Teresa Castro, dem¨®grafa y profesora de investigaci¨®n en el CSIC. Advierte Castro que el retraso del primer hijo no es un fen¨®meno exclusivo de las mujeres: ¡°El retraso de la paternidad es una tendencia igualmente creciente. En 1980, la edad media de los padres primerizos en Espa?a era aproximadamente de 30 a?os. En el a?o 2017, la edad media de los hombres al nacer su primer hijo ascend¨ªa a 35 a?os¡±.
La maternidad est¨¢ atravesada indiscutiblemente por las condiciones materiales. La tendencia a posponer la decisi¨®n de tener hijos responde, seg¨²n la dem¨®grafa, a que en Espa?a no se suelen alcanzar las condiciones que se consideran id¨®neas para criar hijos ¨Ccomo, por ejemplo, una cierta estabilidad laboral y una vivienda adecuada¨C hasta pasada una determinada edad. ¡°En Espa?a todas las transiciones vitales que tienen que ver con el paso a la etapa adulta (emancipaci¨®n del hogar paterno, inserci¨®n laboral, formaci¨®n de pareja estable, primer hijo¡) son bastante m¨¢s tard¨ªas que en los pa¨ªses del centro y norte de Europa. El aplazamiento de las decisiones reproductivas hasta alcanzar la estabilidad de pareja y la estabilidad laboral supone que un creciente n¨²mero de mujeres empiezan a plantearse convertirse en madres a partir de edades en las que la fertilidad ya ha comenzado a declinar de forma significativa. Existe un desfase entre las edades que marca el calendario social y laboral como preferibles para la reproducci¨®n y aquellas que impone como id¨®neas el reloj biol¨®gico¡±, se?ala Teresa Castro.
El deseo de la maternidad
Sobre c¨®mo abordar la cuesti¨®n del aplazamiento de la maternidad sin culpabilizar a las mujeres escribe Silvia Nanclares, escritora, activista cultural y autora de Qui¨¦n quiere ser madre (Alfaguara, 2017), un libro en el que recoge de manera bella y honesta su itinerario vital hasta la maternidad. Nanclares opina que, para empezar, a ese aplazamiento hay que cambiarle el nombre: ¡°Natalidad tard¨ªa, reproducci¨®n tard¨ªa, descendencia tard¨ªa... Lo de maternidad est¨¢ claro que centra el tiro sobre nosotras y, queriendo o no, nos responsabiliza. E incluyendo a los hombres en este debate, ?en qu¨¦ punto est¨¢n ellos, en el caso de estar? La maternidad tard¨ªa tambi¨¦n puede ser le¨ªda desde el punto de vista de liberaci¨®n. Cada vez m¨¢s madres tard¨ªas, pero con agencia: madres solas, maternidades lesbias, otros tipos de familia. Muchas se producen en ese estadio "tard¨ªo" que te permite tener otra madurez y experiencias para mont¨¢rtelo de otra manera¡±.
En Espa?a hasta hace tan solo 50 a?os no exist¨ªa la capacidad de decisi¨®n reproductiva que ¨Ca modo de trampantojo¨C tenemos hoy. Fue a partir de los a?os 80 del pasado siglo XX cuando se extendi¨® el acceso a m¨²ltiples m¨¦todos anticonceptivos. Esto, seg¨²n Teresa Castro, ¡°ha permitido a mujeres, hombres y parejas aplazar los nacimientos hasta reunir unas condiciones personales, familiares y laborales adecuadas ante la crianza¡±. Sin embargo, ese aplazamiento, que inicialmente se percibe como transitorio, cuenta Castro que se puede transformar en definitivo si las condiciones apropiadas no se alcanzan o tardan demasiado en alcanzarse. ¡°Los datos sobre deseos e intenciones reproductivas que recogen los Eurobar¨®metros confirman que la preferencia por los dos hijos es mayoritaria en toda Europa, incluida Espa?a. Sin embargo, Espa?a es uno de los pa¨ªses europeos donde se observa una mayor distancia entre el n¨²mero medio de hijos deseados (en torno a 2) y el n¨²mero medio de hijos que realmente se tienen (1,25 en 2018). As¨ª que hay una brecha importante entre la fecundidad deseada y la fecundidad alcanzada que indica que querer no es poder¡±, explica. Tenemos menos hijos de los deseados (o ninguno), cada vez lo postergamos m¨¢s y nuestras expectativas chocan frontalmente contra nuestra idea de bienestar.
Para Silvia Nanclares la cuesti¨®n ahora va m¨¢s all¨¢ y plantea que los cambios culturales y sociales no han corrido en paralelo a los cambios biol¨®gicos. ¡°Queremos tener hijos a edades en que ya se hace dif¨ªcil o incluso arriesgado biol¨®gicamente. Ah¨ª entra entonces la mercantilizaci¨®n de la industria reproductiva. ?Somos m¨¢s o menos libres entonces? Porque ahora el problema parece estar en la fertilidad y no en controlarla, sino en potenciarla. Y poder decidir c¨®mo, cu¨¢ndo y cu¨¢ntos hijos queremos se ha convertido en todo un privilegio. Los tratamientos son caros y la corresponsabilidad una entelequia en el escenario laboral cada vez m¨¢s l¨ªquido. Otra ¨¦poca, otras complejidades. M¨¢s opciones para elegir, pero no para todas y no siempre a tiempo¡±, cuenta.
?Qu¨¦ nos empuja a ser madres en un pa¨ªs sin pol¨ªticas que apoyen los cuidados? ¡°Uf, esa es la madre del cordero. Por un lado, el reconocimiento social que nos sigue dando a las mujeres ser madres, a¨²n siendo un reconocimiento tramposo, porque, como no hay apoyos, pero simb¨®licamente sentimos una completitud absurda pero a¨²n presente en nuestro mandato de g¨¦nero. Para m¨ª, adem¨¢s, y esto se me ha criticado, en el deseo de ser madre hay algo irracional, visceral, un punto inexplicable¡±, se?ala Nanclares.
Decidir no ser madre
¡°La maternidad siempre es algo que, por ausencia o por presencia, una tiene que explicar¡±, dec¨ªa Leila Guerreiro en una de las entrevistas que recoge la periodista de Maika ?vila en Conciliaqu¨¦ (Litera libros). En realidad, hablar de ello permite que trascienda de lo privado y convertirlo en un tema p¨²blico. Hoy para algunas mujeres ¨Csobre todo para las que habitan el primer mundo¨C hay una menor presi¨®n social y familiar para tener hijos que en ¨¦pocas anteriores pero el ideal de formar una familia sigue muy presente. Dice la periodista y escritora Carolina Le¨®n en el pr¨®logo de Nacemos de mujer, el ensayo de Adrienne Rich ¨Cque fue reeditado en Espa?a a finales de 2018 por Traficantes de sue?os¨C, que si pudi¨¦ramos hablar con su autora, probablemente nos dir¨ªa que la instituci¨®n de la maternidad de la que hablaba no ha sido tocada. ¡°Aunque parezca que las mujeres han ganado un peque?o margen de acci¨®n y decisi¨®n, la gesti¨®n de sus maternidades va a estar estrechamente vigilada por el entorno¡±, lamentaba.
Pilar Ad¨®n, escritora, poeta y traductora espa?ola, hablaba en Las ¨®rdenes (La bella Varsovia) de las mujeres que no desean ser madres. ?No queremos ser madres./ La ausencia de un heredero / que deje borrones./ Seguir siempre hijas...?. Explica Ad¨®n que escribir sobre la no maternidad voluntaria conlleva todo tipo de respuestas. Tambi¨¦n tomar la decisi¨®n de no ser madre. ¡°Hace no tantos a?os, cuando yo ten¨ªa treinta y tantos y hablaba de que no quer¨ªa ser madre, de que no hab¨ªa querido nunca y de que parec¨ªa que mi reloj biol¨®gico no sonaba, recib¨ªa silencio en el mejor de los casos, aunque lo frecuente eran los consejos "bienintencionados" que me avisaban de que me iba a perder lo mejor de la vida, lo mejor que le pod¨ªa pasar a una mujer, o de que me iba a ver muy sola en el futuro. Tambi¨¦n me llamaban ego¨ªsta. Hay que ser muy consciente de que no se quiere ser madre para no dejarse llevar por una fuerza social "bienintencionada" que es demoledora¡±. La escritora canadiense Sheila Heti reflejaba esta fuerza social en un fragmento de Maternidad (Lumen): ¡°No ser madre es lo m¨¢s dif¨ªcil. Siempre hay alguien dispuesto a interponerse en el camino de la libertad de una mujer: al advertir que todav¨ªa no es madre, intenta que lo sea. En el alegre y resplandeciente camino de la libertad de una mujer se interpondr¨¢n su madre o su padre, un hombre u otro, o alguna joven o alg¨²n joven, que querr¨¢n convertirse en sus hijos adoptivos y la obligar¨¢n a ser su madre¡±.
Cuenta Ad¨®n que son los propios amigos los que te aconsejan y te dicen que te est¨¢s equivocando; tambi¨¦n que aunque no es madre s¨ª es hija y el hecho de haberse sentido madre de su madre desde la infancia le ha permitido tener una buena perspectiva para hablar de las relaciones materno-filiales desde una ¨®ptica que ha transformado en literaria. ¡°No me atrev¨ª a escribir sobre ello hasta hace un a?o, cuando lo hice en mi poemario Las ¨®rdenes. En el libro hay un verso que dice: ??Qui¨¦n me va a cuidar cuando sea vieja?? con intenci¨®n ir¨®nica. Ahora puedo escribir sobre ello y hasta puedo bromear¡±, concluye.
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