Mapa en marcha
Unas nuevas elecciones que favorecieran un fulminante Gobierno de derechas, cautivo de Vox y de sus votos, podr¨ªa activar de nuevo en Catalu?a el motor emocional que estuvo en el origen de todo
Posiblemente esta Diada sea algo distinta: una parte de la ciudadan¨ªa que sali¨® en los ¨²ltimos a?os a exhibir su mezcla de impaciencia perentoria y protesta pol¨ªtica puede quedarse en casa. Es palpable que el desencanto ha cundido en algunos sectores independentistas, no s¨¦ si tanto como para abatirlos cabizbajos y depresivos, pero posiblemente s¨ª desconcertados ante la bifurcaci¨®n pol¨ªtica del proc¨¦s. El combustible afectivo de una sentencia a¨²n ignorada no ha sido tir¨®n suficiente y, sobre todo, la evidente insolvencia pol¨ªtica de Quim Torra y su unidad m¨®vil en Waterloo est¨¢ cuarteando la estrategia y hasta la convicci¨®n de parte de los suyos. Cuando Tarradellas asegur¨® que lo ¨²ltimo que har¨ªa en esta vida es el rid¨ªculo quiz¨¢ capt¨® de forma intuitiva parte de la sensibilidad m¨¢s delicada de las sociedades avanzadas, incluida la catalana. El rid¨ªculo (calculad¨ªsimo) pod¨ªa hacerlo Salvador Dal¨ª, pero la elevaci¨®n entronizada de la gasolina a la presidencia de la Generalitat posiblemente excede la capacidad de encaje de la mayor¨ªa de esta sociedad. Las comparaciones ¨¦picas estrafalarias (y ofensivas) han abundado en los ¨²ltimos a?os ¡ªsacando a pasear al santoral completo de la resistencia civil contra aut¨¦nticos despotismos¡ª. Pero desde que el macizo de la raza no gobierna en Espa?a tiene menos flowesa propensi¨®n al melodrama impostado de mal publicitario. Los pueblos de la Catalu?a del interior ¡ªdesde Olot hasta Celr¨¤, pero tambi¨¦n Sant Feliu de Gu¨ªxols o El Port de la Selva¡ª siguen exhibiendo trincheras visuales para situar a unos a un lado de la frontera amarilla y a otros a otro: la quiebra interna tiene rastros visibles e intocables pero no crecientes, y a menudo con banderas ya muy descoloridas.
La salida desesperada que cultiva Torra sigue siendo la venenosa planta del cuanto peor mejor
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Tambi¨¦n es palpable la retracci¨®n de intelectuales e influencers medi¨¢ticos que hab¨ªan sido hasta hace nada activistas de la unilateralidad con argumentos de muy escasa entidad. Hab¨ªan respaldado, a veces de formas muy c¨ªnicas, un proyecto de secesi¨®n unilateral hasta las mismas v¨ªsperas de la declaraci¨®n de independencia: all¨ª, en las v¨ªsperas, algunos de ellos se pararon ante la obvia cat¨¢strofe pol¨ªtica que se avecinaba si el independentismo pretend¨ªa seguir sin contar con la mitad parlamentaria y social de catalanes, y sin una mayor¨ªa suficiente, ni reforzada ni no reforzada. El miedo cundi¨® entonces en t¨¦rminos nada l¨ªquidos, reales, ¨ªntimos, nocturnos, aunque los medios p¨²blicos catalanes y los medios digitales afines y a veces dopados ense?asen solo la ola de euforia y la s¨²bita perplejidad al descubrir que el Govern de la independencia se iba de fin de semana.
Una Diada cansada puede favorecer indirectamente el acuerdo in extremis entre S¨¢nchez e Iglesias
Hoy es la sentencia lo que tiene descolocados a casi todos los agentes. Es como si los dos a?os transcurridos desde septiembre-octubre de 2017 hubiesen puesto en marcha un reloj de aclimataci¨®n terrenal de los sue?os celestiales. O quiz¨¢ el tiempo transcurrido ha permitido identificar sin autoenga?os la temeridad de una aventura pol¨ªtica conducida con frivolidad y las consecuencias penales de decisiones tomadas sin levantar la vista de los m¨®viles y sin escuchar otras voces, otros ecos. Los presos siguen en sus c¨¢rceles, pero no todos han interiorizado de la misma forma la experiencia carcelaria ni la meditaci¨®n sobre el oto?o negro de 2017. A unos les ha estimulado a un sacrificio biogr¨¢fico y mesi¨¢nico que justifica su propia vida y a otros les ha conducido a recapacitar sobre la ilegitimidad pol¨ªtica del unilateralismo. La salida desesperada que cultiva Torra sigue siendo la venenosa planta del cuanto peor mejor, pero en ERC ha calado la v¨ªa pol¨ªtica como instrumento de poder: en Catalu?a la lucha no gira hoy en torno a la independencia, sino en torno a la conquista del poder, y de momento ERC gana. Hoy parece claro que tambi¨¦n su m¨¢s veloz procesador de oportunidades, Gabriel Ruf¨ª¨¢n, ha asumido el error democr¨¢tico, no solo pol¨ªtico, en que incurrieron el 6 y 7 de septiembre, rematado el 27 de octubre con la declaraci¨®n de independencia.
Algunos piensan que las declaraciones conciliadoras, o el apoyo a Pedro S¨¢nchez de ERC, son solo una estrategia defensiva ante el fallo del Supremo. Puede ser, y puede que una vez conocida la sentencia caiga la m¨¢scara y regrese el Rufi¨¢n conocido. Otros creemos que no es solo un mecanismo de defensa, sino el principio de un escarmiento democr¨¢tico basado en una lectura elemental, pero in¨¦dita, de la realidad. Contra la opci¨®n destructiva y delictiva de Puigdemont y de Torra ¡ªun brexitcatal¨¢n por las bravas¡ª, Oriol Junqueras sabe mejor que nadie que la viabilidad actual de la independencia es nula y sabe tambi¨¦n que sin un Gobierno cortijeramente espa?olista no hay combustible capaz de aumentar los partidarios de la independencia. No hay claudicaci¨®n alguna en la finalidad pol¨ªtica; hay un regreso a la pol¨ªtica cl¨¢sica en forma de lucha interna por la hegemon¨ªa en Catalu?a, y a la vez resignaci¨®n forzosa a las cifras que moviliza hoy el independentismo. Su cota m¨¢s alta pas¨® hace tiempo, y la confianza en que una sentencia dura pudiera reactivar las movilizaciones, o la desesperada ¡°acci¨®n no violenta¡± que predica Torra, es cada vez m¨¢s baja, aunque nada despreciable. Lo que va a faltar para que funcione el tir¨®n antiespa?ol como lo hizo durante a?os es el pretexto de tener en el Gobierno de Madrid a una derecha estigmatizada en Catalu?a: no lo digo yo que est¨¦ estigmatizada; lo indica la ¨²nica diputada del PP con que cuenta el Parlamento catal¨¢n.
Las condiciones pol¨ªticas para ese reciclaje de ERC y sus muchos votantes s¨ª pasan por Madrid. Figuro entre los que creen que una Diada cansada puede favorecer indirectamente el acuerdo in extremis entre S¨¢nchez e Iglesias (incluida la v¨ªa Zapatero). Sea o no causa fuerte de sus discrepancias, el encauzamiento pol¨ªtico de Catalu?a pasa por un Gobierno de centroizquierda, izquierda, semizquierda o pseudoizquierda, da igual. De la misma manera que la crisis de 2008 fue el catalizador que permiti¨® prender la mecha del independentismo, hoy el apaciguamiento civil en Catalu?a puede ser el catalizador que favorezca un Gobierno en Madrid. Cualquier otra soluci¨®n ¡ªincluidas las elecciones del 10 de noviembre¡ª conducir¨ªa a una peligrosa resurrecci¨®n en campa?a de mensajes, esl¨®ganes, discursos y lanzallamas verbales sin control, ni de un lado ni del otro. La sentencia quiz¨¢ solo pueda ser condenatoria, pero el margen de maniobra de que disponen los magistrados, dicen los juristas, es suficientemente amplio como para que su fallo no sirva de horno para relanzar la ¨¦pica. Incluso dir¨ªa que buena parte del independentismo social ¡ªel menos movilizado, el menos ruidoso, quiz¨¢ tambi¨¦n el m¨¢s vol¨¢til¡ª espera encontrar en la sentencia el pretexto para escapar al chantaje emocional en que muchos siguen inmersos (a sabiendas del disparate de 2017 pero ya tambi¨¦n desenga?ados). La temeridad de forzar unas nuevas elecciones, con la sentencia a¨²n en el aire, podr¨ªa colocar al Estado ante una exacerbaci¨®n fuera de control entre dos fiebres patri¨®ticas adiestradas en los m¨¦todos de Trump, Bolsonaro o Boris Johnson. Y si el resultado favorece un futuro y fulminante Gobierno de derechas, cautivo de Vox y de sus votos, podr¨ªa activarse de nuevo en Catalu?a el motor emocional que estuvo en el origen de todo. Y entonces a lo mejor, atrapado entre el Cid de Vox y el Sant Jordi local, hasta yo me hago independentista, aunque sea por libre.
Jordi Gracia es profesor y ensayista.
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