Despu¨¦s del hurac¨¢n
La destituci¨®n de Bolton es una de las mejores noticias de una presidencia que nos tiene acostumbrados a fabricarlas malas y en abundancia
Nadie va a lamentar que este hurac¨¢n se haya ido. El dolor es que llegara. Su paso durante 17 meses por la Casa Blanca ha a?adido el riesgo m¨¢ximo a una presidencia que es ella misma un riesgo permanente e insuperable. All¨ª donde hab¨ªa le?a, en Venezuela, en el golfo P¨¦rsico, en Corea del Norte o en Afganist¨¢n, el hurac¨¢n Bolton alent¨® el incendio. La inseguridad mundial se increment¨® desde que Trump le nombr¨® consejero de Seguridad Nacional y se mantuvo en niveles alarmantes hasta este pasado martes, cuando le destituy¨® de malas maneras.
Esta destituci¨®n es una de las mejores noticias de una presidencia que nos tiene acostumbrados a fabricarlas malas y en abundancia. Su nombramiento fue fruto del ca¨®tico estilo de Trump y de una decisi¨®n tomada en uno de sus momentos estelares frente al televisor, Twitter en mano. Le gustaban las opiniones rompedoras y belicistas del tertuliano Bolton en su cadena preferida, la Fox, y le eligi¨® para sustituir al racional y ordenado general McMaster.
Trump es especialmente peligroso cuando se halla fuera de control. Con un discurso le¨ªdo en el telepr¨®nter y siguiendo el gui¨®n ceremonial es como muchos de sus predecesores, pero suelto por las noches en el sof¨¢ o en conversaci¨®n con mandatarios extranjeros en solitario, como ha sucedido con Putin, hace temblar a la entera Administraci¨®n y especialmente a los servicios secretos.
Bolton fue un hurac¨¢n belicista con Bush y lo ha sido con Trump. Con una diferencia que ha determinado su destino. Hace 20 a?os, tras los atentados del 11-S, el presidente quer¨ªa guerra y ahora en cambio la elude, especialmente en cuanto piensa en su relecci¨®n. El destituido es amigo de las guerras preventivas y, sobre todo, de los cambios de r¨¦gimen: nada le producir¨ªa mayor satisfacci¨®n que los derrocamientos de Maduro, Jamenei o Kim Jong-un. El estilo de Bolton le convino a Trump cuando quiso echar a los adultos de la Casa Blanca, que quer¨ªan organizaci¨®n y previsibilidad. Su consejero de Seguridad de los ¨²ltimos 17 meses desmantel¨® el Consejo Nacional de Seguridad para dedicarse a susurrarle al presidente las ideas belicistas que tanto le gustaban cuando las proclamaba en la Fox. Esta ha sido su contribuci¨®n a la destrucci¨®n de las instituciones propugnada por Steve Bannon, el asesor electoral y ap¨®stol de la disrupci¨®n trumpista.
Ahora, encarando las segundas elecciones, Trump quiere resultados: alg¨²n acuerdo de desarme como el que buscaba con Corea del Norte, una retirada de tropas como la que negociaba con los talibanes o una negociaci¨®n directa con Ir¨¢n. Bolton era un estorbo para cualquiera de estos triunfos, mientras que Mike Pompeo, con ideas e instintos semejantes, es un leal servidor de Trump, dispuesto a darle la raz¨®n por encima de sus convicciones. Bolton ha ca¨ªdo y sube la cotizaci¨®n de Mike s¨ª se?or.
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