El viaje psicol¨®gico extremo de Miguel ?ngel Silvestre en 'En el corredor de la muerte'
El actor se ha puesto en la piel del espa?ol condenado a cadena perpetua Pablo Ibar, una situaci¨®n psicol¨®gicamente explosiva: esto que sucede en la mente de un preso en circunstancias similares
En junio de 1994, Pablo Ibar, de padre vasco y madre cubana, es acusado de triple asesinato en Florida, Estados Unidos (EE UU), y condenado a la pena de muerte. El pasado mayo, tras varias apelaciones, se le conmut¨® la pena por cadena perpetua. Ibar ha evitado la pena capital, pero de lo que no se ha librado es de pasar pr¨¢cticamente toda su vida (los ¨²ltimos 25 a?os), aislado, 19 de ellos esperando a ser ejecutado. Comprender la sensaci¨®n de aislamiento y las consecuencias psicol¨®gicas es uno de los retos a los que ha debido enfrentarse el actor Miguel ?ngel Silvestre en la nueva serie de Movistar +, En el corredor de la muerte, que provoca que el espectador se pregunte por las secuelas psicol¨®gicas que surgen al permanecer tanto tiempo en aislamiento, en un cub¨ªculo, esperando una muerte anunciada.
Ibar entr¨® en el corredor de la muerte en 2000. No tuvo contacto f¨ªsico con su novia hasta que se cas¨® con ella, lo que signific¨® la desaparici¨®n del cristal que los separaba. No le dejaban leer ni estudiar, en el patio no se relacionaba con nadie, pero su mujer s¨ª hablaba con las parejas de otros presos. Un d¨ªa, una de aquellas mujeres no pudo ver a su marido porque lo iban a ejecutar, se enter¨® all¨ª mismo de la noticia y la esposa de Ibar se imagin¨® que podr¨ªa haber sido ella. En la serie, Silvestre intepreta c¨®mo Ibar, para no volverse loco encerrado en su celda, hace ejercicio, recuerda momentos bonitos, se evade... y habla con los funcionarios que lo custodian, como si fueran amigos de siempre. La suya es una vida quebrada, y no es la ¨²nica. Hay otros que sufren la misma tortura, y unos cuantos que han estudiado el trance por el que pueden pasar quienes se enfrentan a esta situaci¨®n.
El fen¨®meno del corredor de la muerte
Haber sido condenado a muerte no implica necesariamente ser ejecutado. De hecho, menos del 20% de las personas sentenciadas a la pena capital en Estados Unidos llegan a este punto. Pero tanto los reos como sus familiares sufren una ansiedad indescriptible por un proceso que parece no tener fin. Si hubiera que calibrar lo que supone para las familias, podr¨ªa decirse que la situaci¨®n se asemeja a la de tener a un ser querido con una enfermedad terminal, como explic¨® la mujer de Jarvis Masters, un acusado de matar a un polic¨ªa que lleva esperando su ejecuci¨®n en California desde 1990. Tambi¨¦n experimentan la despersonalizaci¨®n, el hecho de sentirse un n¨²mero, rechazado por la sociedad y por sus propios familiares.
El confinamiento, en el caso de Ibar en una celda de dos por tres metros, sin permiso para trabajar o estudiar, provoca la p¨¦rdida de la autoestima. Y es normal, teniendo en cuenta la ausencia de expectativas. La imposibilidad de ver la luz al final del t¨²nel hace que muchos reos ¨Cde 1976 a 2017 se contabilizaron 145¨C pidan ser ejecutados. Nick Yarris, el primer preso en el corredor en EE UU en pedir un an¨¢lisis de ADN, tras su condena establecida en 1989, pas¨® de la negaci¨®n (al proclamarse inocente) a la aceptaci¨®n, cancelando todas sus apelaciones. Finalmente, se demostr¨® su inocencia. Yarris lleg¨® a pasar 15 a?os sin tener contacto f¨ªsico, por eso, cuenta, sol¨ªa apoyarse sobre su mano para entumecerla y acariciarse como si fuera la mano de otro.
Cuando el efecto se convierte en s¨ªndrome
Hay autores que hablan del s¨ªndrome del corredor de la muerte, un concepto que reservan para cuando la situaci¨®n provoca da?os psicol¨®gicos a¨²n m¨¢s graves. "La funci¨®n de nuestro cerebro es la de garantizar, en la medida de lo posible, nuestra supervivencia. Por eso vivimos tan mal la incertidumbre", explica Javier Aznar, psic¨®logo cl¨ªnico, psicoterapeuta y especialista en trauma relacional. "El preso del corredor vive con la anticipaci¨®n de la muerte, pero a la vez, por m¨¢s ilusoria que sea, no pierde la esperanza. Ambas cosas, la esperanza por sobrevivir y la angustia de no poder hacerlo, se unen en un proceso psicol¨®gicamente extremo".
Seg¨²n Mar¨ªa Esther G¨®mez Rubio, psic¨®loga cl¨ªnica y neuropsic¨®loga, "el ser humano no est¨¢? preparado para experiencias que aparecen de forma repentina, en las que lo extremo, lo m¨¢s da?ino, se hace cotidiano, y hay una falta de necesidad b¨¢sica". Si el preso no posee la capacidad de adaptaci¨®n y resiliencia para soportar el aislamiento sufrir¨¢ des¨®rdenes psicol¨®gicos como delirios psic¨®ticos, ataques de p¨¢nico, pensamientos obsesivos y tendencias suicidas, tal y como explic¨® en un estudio el profesor en la escuela de medicina de la Universidad de Harvard Stuart Grassian.
Para G¨®mez Rubio, el s¨ªndrome del corredor de la muerte vendr¨ªa a ser como el s¨ªndrome por estr¨¦s postraum¨¢tico. "Comparten la misma causa, una experiencia traum¨¢tica sostenida en el tiempo", pero con un matiz diferenciador: "El cuadro psicopatol¨®gico se da con la persona incomunicada, esperando algo terrible que acecha, pero que no sabe cuando llegar¨¢". El cerebro privado de informaci¨®n externa har¨¢ que el individuo pueda sufrir delirios. "Las alucinaciones son una defensa del cerebro contra esa situaci¨®n de aislamiento. El cerebro se enciende cuando el entorno se apaga", apunta G¨®mez Rubio. "Hay una hiperproducci¨®n de pensamientos que intentan dar sentido al sinsentido y es el delirio el que dota de argumento y ayuda a comprender". Se provoca entonces una especie de efecto domin¨®. "La no comprensi¨®n de lo vivido genera ansiedad y ataques de p¨¢nico. La ¨²nica manera de aliviar el sufrimiento es escapando de ¨¦l, con un suicidio decidido".
Las formas de combatir el estr¨¦s extremo ¨Ccomo sentir que nuestras acciones tienen un prop¨®sito o alimentar nuevos aspectos de la identidad¨C se reducen al m¨ªnimo en el corredor de la muerte. "Para manejar la ansiedad, los seres humanos nos contamos historias, algo que se ve limitado en este contexto", explica Aznar, quien destaca, sobre todo, la ambigua percepci¨®n del paso del tiempo. "Solemos calcular mal el tiempo porque lo que registramos son episodios. Cuantas m¨¢s cosas vivimos, m¨¢s r¨¢pido pasa el tiempo. En el corredor de la muerte el tiempo transcurre de forma muy lenta, y el preso, al volver la vista atr¨¢s, lo ¨²nico que sentir¨¢ es que le han robado todo su tiempo". Toda una vida.
El estudio Death Row Phenomenon, Death Row Syndrome and Thier Affect on Capital Cases in the US (2010) diferencia ¡°el fen¨®meno del corredor de la muerte¡± ¨Co aislamiento del preso a la espera de su ejecuci¨®n¨C y ¡°el s¨ªndrome del corredor de la muerte¡±, cuando dicha situaci¨®n provoca da?os psicol¨®gicos. En este art¨ªculo analizamos ambos.
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