La pesadilla interminable
Maduro necesita que haya siempre un di¨¢logo en curso, como v¨¢lvula capaz de evitar que estalle el descontento. Ahora esperar¨¢ que se reinstale otra mesa de negociaci¨®n
El s¨¢bado pasado Nicol¨¢s Maduro recibi¨® otra mala noticia. La oposici¨®n, present¨¢ndose como el Gobierno leg¨ªtimo de Venezuela, anunci¨® que las negociaciones con su r¨¦gimen, que se desarrollaban en Barbados con la mediaci¨®n de Noruega, fracasaron. Y se apresur¨® a responsabilizarle a ¨¦l por ese fracaso. La raz¨®n es t¨¢cita, pero conocida: Maduro no quiso comprometerse a una salida electoral en un plazo de seis a nueve meses, como reclamaban sus rivales. Por debajo de esa disidencia opera el verdadero l¨ªmite. Para los jerarcas venezolanos no existe una salida que no incluya un monto de impunidad. Pero esta cl¨¢usula inconfesable solo se debate en s¨®rdidas conversaciones con testaferros.
La novedad es negativa para el dictador bolivariano. ?l necesita que haya siempre un di¨¢logo en curso, como v¨¢lvula capaz de evitar que estalle el descontento. Ahora esperar¨¢ que se reinstale otra mesa de negociaci¨®n. La del Grupo de Contacto Internacional, que integran la Uni¨®n Europea, M¨¦xico, Uruguay y Costa Rica. El asesor especial de Europa, el prestigioso Enrique Iglesias, hab¨ªa recomendado desactivar cualquier gesti¨®n hasta que se conociera el desenlace de la mediaci¨®n noruega. Los europeos defienden una estrategia distinta a la de Estados Unidos. Por ejemplo, en vez de denostar, privilegia la gravitaci¨®n de Cuba sobre Maduro. Y rechaza sanciones extra regionales, como las que impuso Washington. Aun cuando las est¨¦n aplicando contra los venezolanos acusados por torturas.
La frustraci¨®n del ejercicio de Barbados se suma a otros percances, como la exposici¨®n de fisuras en el r¨¦gimen. La asonada del 30 de abril, que permiti¨® la liberaci¨®n de Leopoldo L¨®pez, dej¨® al descubierto disidencias militares. A esta fragilidad sigui¨® otra: el 19 de agosto pasado, la agencia Associated Press revel¨® negociaciones entre el segundo del r¨¦gimen, Diosdado Cabello, y representantes del Gobierno de Donald Trump. Cabello, desde luego, las neg¨®. Ocurr¨ªan a espalda de Maduro. Y se propon¨ªan impulsar la salida de Cabello como embajador en Turqu¨ªa, con la promesa difusa de un retorno para hacerse cargo del pa¨ªs y organizar la salida electoral.
A pesar de estas adversidades, que se recortan contra el tel¨®n de fondo de una econom¨ªa desquiciada, Maduro podr¨ªa celebrar algunos cambios en el frente internacional. Uno es la salida de John Bolton como asesor de Seguridad Nacional, entendida como un giro de Donald Trump a una diplom¨¢tica menos agresiva, tambi¨¦n en relaci¨®n con Venezuela. El senador Marco Rubio, custodio de los intereses electorales republicanos en Florida, dio la voz de alarma. Y forz¨® a Trump a desmentir con un tweet esa interpretaci¨®n. Dijo que su visi¨®n sobre Cuba y Venezuela era m¨¢s dura que la de Bolton y que, contra lo que se supone, su asesor le frenaba. Un detalle corrobora la declaraci¨®n de Trump: la designaci¨®n de Michael Kozak como responsable de Am¨¦rica Latina en el Departamento de Estado. Reconocido defensor de los Derechos Humanos, Kozak secund¨® en otros tiempos a Elliot Abrams, el responsable de la rigurosa pol¨ªtica de Washington hacia Venezuela. La ¨²ltima manifestaci¨®n de esa estrategia ha sido la convocatoria, en el marco de la OEA, del Tratado Interamericano de Asistencia Rec¨ªproca (TIAR), a pedido de Juan Guaid¨®, el titular de la Asamblea Nacional venezolana a quien m¨¢s de 50 Gobiernos extranjeros reconocen como presidente del pa¨ªs. En la OEA votaron a favor Argentina, Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Hait¨ª, Honduras, Paraguay y Rep¨²blica Dominicana. M¨¦xico critic¨® la decisi¨®n. Costa Rica, Panam¨¢, Per¨², Trinidad y Uruguay se abstuvieron. El recurso al TIAR, en el que relampaguea la posibilidad de una intervenci¨®n armada, tiene una gran potencia simb¨®lica: salir del TIAR fue la primera consigna de la pol¨ªtica regional de Hugo Ch¨¢vez. Guaid¨® volvi¨® all¨ª.
El argumento principal para esa escalada lo proveer¨ªa Colombia. La revista Semana public¨® documentos que demostrar¨ªan la protecci¨®n del r¨¦gimen chavista a guerrilleros de las FARC y del ELN para desestabilizar al Gobierno de Ivan Duque. La noticia coincidi¨® con el anuncio de un sector de las FARC, liderado por Iv¨¢n M¨¢rquez, de un regreso a la lucha armada. Preocupado por el curso que tome este proceso, Maduro convoc¨® a los embajadores extranjeros para desmentir esas acusaciones. Su aparato de Inteligencia contraatac¨® publicando fotos de Guaid¨® confraternizando con dos paramilitares colombianos vinculados al narcotr¨¢fico. Guaid¨® relativiz¨® esas im¨¢genes. Pero sufri¨® el golpe.
Alarmado por el fantasma de un ataque, Maduro moviliz¨® a sus tropas hacia la frontera con Colombia. La hip¨®tesis de una invasi¨®n enciende el nacionalismo de los militares venezolanos, a los que el dictador mira con desconfianza. Aun as¨ª, la idea de un avance del Ej¨¦rcito colombiano al que se sume luego el de Venezuela para terminar con el r¨¦gimen, suena poco veros¨ªmil. El aislacionista Trump se ufana de no involucrar a su pa¨ªs en m¨¢s conflictos militares. Y hay otro factor clave que inhibe esa soluci¨®n para Venezuela: m¨¢s all¨¢ del antichavismo de Jair Bolsonaro, el Ej¨¦rcito brasile?o se niega a participar, y considera crucial desalentar un enfrentamiento entre dos pa¨ªses con los que comparte la frontera.
Hay otra buena noticia para Maduro: en Argentina entr¨® en un eclipse el antichavista Mauricio Macri. Es muy probable que el pr¨®ximo 27 de octubre sea derrotado por Alberto Fern¨¢ndez, un kirchnerista moderado que se alinea con el dialogismo de M¨¦xico y Uruguay. La se?al m¨¢s clara de este cambio de posici¨®n de la Argentina se advirti¨® en Madrid hace dos semanas: Fern¨¢ndez almorz¨® con Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, la figura que m¨¢s ha insistido en que la insoportable crisis venezolana debe superarse a trav¨¦s de la negociaci¨®n. Es lo que espera el c¨ªnico Maduro, ansioso porque el Grupo de Contacto reemplace a los frustrados noruegos, y as¨ª continuar con la pesadilla interminable.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.