Mercosur y la euforia del comercio libre
La euforia librecambista llev¨® a los presidentes de Brasil y de la Argentina a apresurar el paso al anunciar el comienzo de conversaciones para un nuevo TLC con EE UU
Para la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre la Uni¨®n Europea y el Mercosur debieron combinarse varias oportunidades. El inter¨¦s de Jean-Claude Juncker de concluir la interminable negociaci¨®n antes de abandonar la presidencia del Consejo Europeo. La ansiedad de Mauricio Macri de alentar a los mercados en medio de una campa?a electoral como la argentina, tan condicionada por la incertidumbre econ¨®mica. La gravitaci¨®n, en Brasil, de un superministro de Econom¨ªa ultraliberal como Paulo Guedes. Y, para decirlo todo, el placer de Angela Merkel de anunciar un acuerdo de liberalizaci¨®n de un universo de 750 millones de consumidores, que representa el 25% del PBI mundial, en las narices de Donald Trump, durante la cumbre del G20.
Durante el lento proceso de aprobaci¨®n del tratado, los intereses en disputa se volver¨¢n mucho m¨¢s ostensibles. El texto no ser¨¢ ya discutido por tecn¨®cratas en gabinetes inaccesibles. Ingresar¨¢ a los parlamentos. Ser¨¢ tema de pol¨ªticos. El contexto estimula, adem¨¢s, la agresividad. La promesa del pleno empleo se ha vuelto problem¨¢tica en casi todo Occidente. Y el proteccionismo vuelve a izar su bandera. A pesar de que la evidencia emp¨ªrica hace pensar en que la falta de trabajo no se debe al incremento del comercio internacional sino, m¨¢s bien, a su ca¨ªda. El crecimiento global de los intercambios de bienes y servicios fue, seg¨²n el Banco Mundial, del 4% en 2017. Hab¨ªa sido de un 2,5% en 2016. Y hab¨ªa tenido un derrumbe del 10,3% en el a?o 2009.
A ambos lados del Atl¨¢ntico el acuerdo debi¨® superar diferencias dom¨¦sticas que no se han aplacado. En Brasil, por ejemplo, Guedes debi¨® doblegar la resistencia del jefe de Gabinete de Jair Bolsonaro, Onyx Lorenzoni, quien se ali¨® a la ministra de Agricultura, Tereza Cristina Corr¨ºa, para expresar al sector vitivin¨ªcola de Rio Grande do Sul, temeroso de la competencia con los vinos europeos. Lorenzoni aspira a gobernar ese Estado. Gracias al pacto, los ex¨®ticos vi?ateros brasile?os acaban de conseguir m¨¢s protecci¨®n: la ministra Corr¨ºa anunci¨® la creaci¨®n de un fondo de est¨ªmulo a la producci¨®n de vinos y espumosos.
En la Argentina la discusi¨®n alimenta la guerra entre Macri y la f¨®rmula Alberto Fern¨¢ndez-Cristina Kirchner, que compiten para las elecciones presidenciales de octubre. El kirchnerismo se opone al acuerdo. Un gesto de coherencia. Cuando era presidenta, la se?ora de Kirchner se neg¨® a acelerar la negociaci¨®n, a pesar de los pedidos de su amiga Dilma Rousseff, con quien no ten¨ªa grandes diferencias conceptuales. Fern¨¢ndez, postulado como candidato a presidente por su candidata a vicepresidenta, conden¨® el tratado en defensa, sobre todo, de la industria automotriz. Sin embargo, en la Argentina, la m¨¢s interesada en frustrar la aprobaci¨®n parlamentaria es la sobreprotegida industria farmac¨¦utica. A pesar de que el acuerdo que se firm¨® sigue sin obligarle a pagar regal¨ªas por las patentes medicinales que utiliza como insumo. El kirchnerismo y, sobre todo, Fern¨¢ndez, han sido siempre pr¨®ximos a ese sector.
En Europa tambi¨¦n est¨¢n apareciendo dificultades. En Francia 37 diputados anunciaron que votar¨¢n en contra de lo que acord¨® Emmanuel Macron. El jefe de los ecologistas de Francia y parlamentario europeo, Yannick Jadot escribi¨® en las redes sociales: ¡°Qu¨¦ vejamen la Comisi¨®n Europea, pactar con Bolsonaro, que ataca a los dem¨®cratas, LGBTs, mujeres y la Amazonia, y homolog¨® 139 pesticidas desde enero¡±. El rechazo del nacionalista Bolsonaro al movimiento ambiental fue un obst¨¢culo para un entendimiento. La tensi¨®n cedi¨® en Osaka, cuando Macri se acerc¨® a Macron con el brasile?o del brazo y le dijo: ¡°Emmanuel, ¨¦ste es mi amigo Bolsonaro¡±. Macron contest¨® que ¡°los amigos de mis amigos son mis amigos¡±, y llev¨® a Bolsonaro hacia un sill¨®n en el que conversaron durante media hora. Tema obvio: medioambiente.
La cuesti¨®n, de cualquier modo, sigue abierta. Georg Witschel, el embajador alem¨¢n en Brasilia, ha reclamado al gobierno de Bolsonaro que deje de desmontar la Amazonia.
La euforia librecambista llev¨® a los presidentes de Brasil y de la Argentina a apresurar el paso. Anunciaron el comienzo de conversaciones para un nuevo TLC con Estados Unidos. Son tratativas muy distintas de las que se tuvieron con Europa. La econom¨ªa del Mercosur, tan ligada al negocio agr¨ªcola, no es complementaria sino competitiva con la estadounidense.
Tambi¨¦n hay otra divergencia que se har¨¢ sentir en la Argentina: Estados Unidos reclama desde hace d¨¦cadas que los laboratorios sudamericanos respeten la propiedad intelectual. Es inimaginable un TLC sin un nuevo r¨¦gimen sobre patentes en el Mercosur.
La discusi¨®n comienza a asomar en la Argentina que es uno de los dos pa¨ªses que firmaron pero no ratificaron el Tratado de Cooperaci¨®n en Materia de Patentes. El otro es el Vaticano. Las c¨¢maras empresariales de Europa y Estados Unidos est¨¢ reclamando en el Congreso argentino la ratificaci¨®n. Pero Eduardo Machiavello, de la asociaci¨®n de laboratorios locales, y Hugo Sigman, de la C¨¢mara Argentina de Biotecnolog¨ªa, se opusieron por escrito a ese pedido. Esta discusi¨®n es crucial para la negociaci¨®n con Washington sobre libre comercio.
El cap¨ªtulo sobre patentes es central en la disputa de Trump con Xi Jinping. Esa tensi¨®n ya amenaza al Mercosur: el presidente de los Estados Unidos propuso a los chinos que compren m¨¢s productos primarios a los farmers norteamericanos. Se entiende: soja, cereales, cerdo. Los productos que la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay exportan al extremo oriente.
La discusi¨®n reci¨¦n comienza.
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