El pueblo en el que las chicas pueden hablar de su regla
En Pakist¨¢n, la menstruaci¨®n sigue siendo un tab¨². Hajra Bibi lucha contra el estigma en el entorno rural fabricando en casa miles de compresas caseras
En su peque?o local de Booni, en el noroeste de Pakist¨¢n, Hajra Bibi lucha contra remotos tab¨²es. Con su m¨¢quina de coser a manivela, fabrica compresas en un pa¨ªs donde el ciclo menstrual todav¨ªa es un tema prohibido. "Respondo a una urgencia", afirma esta madre de familia de 35 a?os, delante de su peque?a mesa de trabajo. Se siente "orgullosa" de actuar "para las necesidades b¨¢sicas de las mujeres de (su) sociedad".
En su mano, Hajra Bibi tiene una de sus compresas higi¨¦nicas, de uso ¨²nico. Larga y gruesa, est¨¢ confeccionada con bandas de algod¨®n envueltas en pl¨¢stico, y recubierta con un tejido blanco. Tiempo de confecci¨®n: 20 minutos. Precio de venta: 20 rupias (10 c¨¦ntimos de euro). Cantidad producida: miles en menos de dos a?os. "Antes, las mujeres de Booni no ten¨ªan ni idea de lo que eran las compresas", comenta.
Seg¨²n un estudio realizado en 2013, s¨®lo 17% de las paquistan¨ªes las utilizaban entonces. Pero la ONG local AKRSP en colaboraci¨®n con Unicef, ense?¨® a Hajra Bibi a confeccionar este producto ¨ªntimo.
Esta actividad en torno a un tema tab¨² dio un vuelco a la existencia de la comunidad de este peque?o pueblo de monta?a, cercano a Afganist¨¢n. "Al principio, la gente me preguntaba por qu¨¦ hac¨ªa esto. Algunos me insultaban", explica Hajra Bibi, que cuenta con el apoyo de su marido, en silla de ruedas tras un accidente.
El ciclo menstrual suscitaba hasta hace poco misterio y cierto asco, como en otras zonas rurales paquistan¨ªes: "La percepci¨®n es que una chica que tiene la regla no puede cocinar"
Ahora, "en el pueblo, las chicas pueden hablar de su regla", comenta satisfecha la mujer. Bushra Ansari, la coordinadora de AKRSP que form¨® a Bibi, lo confirma: "El programa cambi¨® completamente" la vida de las mujeres de Booni. El ciclo menstrual suscitaba hasta entonces misterio y cierto asco, como en otras zonas rurales paquistan¨ªes. "La percepci¨®n es que una chica que tiene la regla no puede cocinar", afirma. Una serie de creencias populares rodean tambi¨¦n la cuesti¨®n. "Se les dice que no tienen que lavarse durante esos d¨ªas", y eso genera "infecciones urinarias y del aparato reproductor", insiste esta doctora.
Sin compresas higi¨¦nicas, las mujeres ten¨ªan que utilizar "trozos de tela mojados", ya que no pod¨ªan ponerlos a secar en el exterior debido a la presi¨®n social, recuerda Ansari. "Y si hab¨ªa tres chicas en una misma familia, utilizaban todas los mismos trozos de tela", lamenta la doctora Wassaf Sayed Kakakhail, lo que favorece la "transmisi¨®n de enfermedades".
La educaci¨®n sexual es inexistente en el norte de Pakist¨¢n, regi¨®n particularmente conservadora. Las escuelas no abordan el tema. Seg¨²n un sondeo realizado en 2017 por Unicef, la mayor¨ªa de j¨®venes paquistan¨ªes interrogadas ignoraban lo que era el ciclo menstrual antes de tenerlo. "Algunas adolescentes nos dijeron que pensaban que ten¨ªan un c¨¢ncer o una enfermedad muy grave, que las hac¨ªa sangrar", recuerda Kakakhail.
La situaci¨®n es diferente en las ciudades, donde internet ha derribado tab¨²es milenarios, sobre todo entre los m¨¢s ricos. En Karachi (sur), megal¨®polis de 20 millones considerada la ciudad m¨¢s liberal del pa¨ªs, las compresas son f¨¢ciles de adquirir, aunque son caras. Muchas mujeres sin embargo se sienten mal con las miradas de los vendedores cuando van a comprarlas y env¨ªan a sus maridos. Como explica Sajjad Ali, un vendedor: "Algunos vienen a comprarlas de noche. Otros prefieren comprarlas en otro barrio".
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