Objetivo: salvar el planeta
La ONU reclama a los Estados en la cumbre de Nueva York medidas urgentes para frenar la emergencia clim¨¢tica
El llamamiento del secretario general de la ONU, Ant¨®nio Guterres, para que los gobernantes presenten en la Cumbre de Acci¨®n Clim¨¢tica que se celebra este lunes en Nueva York acciones concretas en lugar de meros discursos es un grito en¨¦rgico para movilizar a los Estados. ?nicamente si los pa¨ªses, empezando por los m¨¢s poderosos, asumen su responsabilidad y sellan compromisos con pol¨ªticas eficaces y coordinadas se podr¨¢ frenar la emergencia clim¨¢tica, un desaf¨ªo que deber¨ªa encabezar la agenda de los l¨ªderes mundiales.?
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Bajo los auspicios de la ONU, los Estados concertaron en 1992 un convenio marco en el que se abogaba por estabilizar la concentraci¨®n de gases de efecto invernadero en la atm¨®sfera a un nivel que no produjera interferencias peligrosas en el planeta. Un cuarto de siglo despu¨¦s, la situaci¨®n se ha agravado de forma alarmante y los efectos pueden ser irreversibles si no se adoptan medidas r¨¢pidas, profundas e innovadoras. La cita de Nueva York comienza con la vista puesta en los acuerdos adoptados en Par¨ªs en 2015 y las evidentes muestras de que los objetivos marcados entonces resultar¨¢n imposibles de cumplir si se mantiene el ritmo actual.
La meta m¨¢s ambiciosa es que en 2100 la temperatura del planeta aumente menos de 1,5 grados cent¨ªgrados con respecto a los niveles preindustriales. Si no se aplican remedios contundentes no se alcanzar¨¢ ese objetivo. A estas alturas del siglo, la temperatura ha subido ya aproximadamente un grado, los ¨²ltimos cuatro a?os han sido los m¨¢s calurosos, y el pasado julio bati¨® todos los r¨¦cords. Frente a quienes relativizan los efectos del calentamiento global existen certidumbres irrefutables: los casquetes polares se derriten, los glaciares se extinguen, la capa de hielo de Groenlandia adelgaza y los fen¨®menos meteorol¨®gicos extremos se multiplican.
La cumbre del clima servir¨¢ para tomarle el pulso a los gobernantes, saber qui¨¦nes est¨¢n a favor de impulsar acciones efectivas para reducir los gases de efecto invernadero y qui¨¦nes reniegan del cambio clim¨¢tico. Es cada vez m¨¢s clamoroso ver c¨®mo el presidente estadounidense, Donald Trump, o el brasile?o, Jair Bolsonaro, refutan sin rubor los informes cient¨ªficos. Bolsonaro no ha sido invitado porque el negacionismo no es un pensamiento tolerable ante la emergencia clim¨¢tica. Radicalmente opuesta es la actitud de la presidenta electa de la Comisi¨®n Europea, Ursula von der Leyen, que ha situado la lucha contra el calentamiento global como uno de los pilares de su mandato, con la vista puesta en un Pacto Verde que permita prescindir de los combustibles f¨®siles, a ser posible, en 2050 para hacer de Europa el primer continente clim¨¢ticamente neutro.
Espa?a se ha sumado a la tarea de combatir la degradaci¨®n del clima y del planeta con un plan muy ambicioso a medio plazo, el Plan Nacional Integrado de Energ¨ªa y Clima (PNIEC), cuyo objetivo es elevar la participaci¨®n de las energ¨ªas renovables hasta el 42% del consumo final hasta el a?o 2030 y una reducci¨®n del consumo, mediante medidas de eficiencia energ¨¦tica, del 39,6% en ese plazo. Por desgracia, el bloqueo pol¨ªtico ha frenado la iniciativa de cambio energ¨¦tico m¨¢s importante de los ¨²ltimos 20 a?os. Los objetivos marcados por Teresa Ribera, ministra para la Transici¨®n Ecol¨®gica en el Gobierno de S¨¢nchez, eran m¨¢s intensos que los planteados por la Comisi¨®n Europea e implicaban un esfuerzo inversor, privado y p¨²blico, que hubiera contribuido a elevar el valor a?adido de la econom¨ªa y el empleo de calidad.
Frente a la par¨¢lisis de los l¨ªderes pol¨ªticos, son los estudiantes quienes han enarbolado la bandera verde
Pero la UE no ha conseguido tener una voz ¨²nica, poniendo una vez m¨¢s en evidencia su incapacidad para dise?ar estrategias conjuntas ante la crisis clim¨¢tica. El bloqueo de Polonia, Hungr¨ªa, Estonia y la Rep¨²blica Checa revela hasta qu¨¦ punto conviven sensibilidades dispares dentro de la UE, si bien no se puede ocultar que tras este rechazo late un problema econ¨®mico de fondo: c¨®mo afrontar la descarbonizaci¨®n en pa¨ªses altamente dependientes de un combustible f¨®sil que es la principal fuente emisora de gases contaminantes.
Podr¨ªa pensarse que en tres d¨¦cadas hay tiempo suficiente para afrontar con ¨¦xito el objetivo de cero emisiones que quiere la ONU. Alcanzar una meta tan audaz requiere la puesta en marcha de transformaciones de calado en el ¨¢mbito del transporte, la energ¨ªa o el consumo. El planeta no puede soportar el actual modelo de vida. El tiempo se acaba. Millones de j¨®venes, impulsados por un pu?ado de activistas, saben que el problema no es futuro, sino presente. Es esperanzador que, frente a la par¨¢lisis de los l¨ªderes pol¨ªticos, sean los estudiantes quienes enarbolen la bandera verde en un movimiento que se extiende por los cinco continentes. El colof¨®n de los 5.000 actos convocados en 156 pa¨ªses ser¨¢ una huelga mundial el pr¨®ximo viernes.
La lucha contra el cambio clim¨¢tico afecta a todos y requiere la acci¨®n de todos: Gobiernos, instituciones, empresas, organizaciones civiles y ciudadanos. Se perciben ya cambios elocuentes de actitud. Alemania se propone reducir un 55% las emisiones de CO2 con una inversi¨®n de 54.000 millones. Por su parte, Amazon ha prometido alcanzar ¡°cero emisiones¡± en 2040, 10 a?os antes del plazo fijado en Par¨ªs. Las grandes corporaciones empiezan a comprender la urgencia de aliarse con la causa del medio ambiente. Solo con acciones sostenibles ser¨¢ posible alterar el rumbo de colisi¨®n y evitar la deriva destructiva de un planeta extremadamente vulnerable.
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