Herencia popular
La corrupci¨®n y los pactos con Vox lastran el nuevo discurso de Casado
El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, ha se?alado ante la direcci¨®n de su grupo la necesidad de centrar y moderar el discurso con el que comparecer¨¢ a las elecciones del pr¨®ximo 10 de noviembre. El anuncio de Casado parece resolver las tensiones internas en favor de los barones que, como el presidente gallego, N¨²?ez Feij¨®o, viene abogando por abandonar la estrategia de la crispaci¨®n a la que pareci¨® adherirse inicialmente el sucesor de Mariano Rajoy, compitiendo en dureza con Ciudadanos y una emergente ultraderecha. Los primeros signos que anunciaban un viraje se manifestaron entre las elecciones generales celebradas en abril, en las que Casado obtuvo un resultado a mucha distancia de las expectativas, y las municipales y auton¨®micas, donde el Partido Popular evit¨® un nuevo descalabro.
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De perseverar en esta nueva posici¨®n, y ratificarla inequ¨ªvocamente con los hechos, el Partido Popular tiene en su mano poner fin a la incontrolable carrera hacia los extremos en la que se precipitaron las fuerzas pol¨ªticas en el ¨¢mbito de la derecha. Poco importa, a este respecto, que los motivos de fondo detr¨¢s de la decisi¨®n de Casado tengan que ver con el escaso rendimiento electoral obtenido por la estrategia de la crispaci¨®n y no con una sobrevenida vocaci¨®n centrista: separando n¨ªtidamente su discurso del que mantiene Vox y del que adopt¨® sorpresivamente Ciudadanos por una decisi¨®n personal de su l¨ªder, Albert Rivera, el Partido Popular se colocar¨ªa en mejores condiciones de conseguir su objetivo de reocupar la totalidad del espacio conservador.
Los problemas para Casado radican, sin embargo, en que este declarado viaje hacia la moderaci¨®n requiere gestionar una herencia que no deriva solo de las acciones de otros dirigentes populares, hoy sometidas a investigaci¨®n judicial, sino tambi¨¦n, y sobre todo, propias. La llegada de Casado a la presidencia del Partido Popular a trav¨¦s del voto de sus militantes le permit¨ªa trazar una rigurosa frontera con la corrupci¨®n y la manera en la que la trat¨® su antecesor; lamentablemente, no lo hizo, sino que opt¨® por mantener la huida hacia delante y por recuperar cuadros procedentes de los sectores del partido implicados en los hechos que juzgan los tribunales. Es el caso de la Comunidad de Madrid, donde no s¨®lo la oposici¨®n, sino tambi¨¦n Ciudadanos, miembro de la coalici¨®n de Gobierno, ha apoyado la creaci¨®n de una comisi¨®n parlamentaria para investigar informaciones que alcanzan, incluso, a familiares directos de la presidenta regional.
Pero la principal r¨¦mora para el cambio de estrategia que pretende Casado son los pactos que mantiene con la ultraderecha en municipios y autonom¨ªas. El Partido Popular ha tenido la rara habilidad de hacer que sea un desnortado Ciudadanos quien pague el coste pol¨ªtico, y seguramente electoral, de estos acuerdos, limit¨¢ndose por su parte a recoger los beneficios. Los acuerdos, sin embargo, est¨¢n ah¨ª, comprometiendo la acci¨®n de Gobierno, como qued¨® de manifiesto en el Ayuntamiento de Madrid al producirse un enfrentamiento p¨²blico entre el alcalde popular, Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida, y electos de Vox, a cuenta de un acto en protesta por un caso de asesinato de una mujer a manos de su pareja.
No s¨®lo la sombra del pasado remoto, sino tambi¨¦n la del m¨¢s reciente, se proyecta sobre el discurso de Casado.
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