Boris, desacreditado
El Supremo imputa a Johnson ¡°finiquitar el n¨²cleo esencial¡± del Parlamento
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Nunca un gobernante autocr¨¢tico y populista recibi¨® de las instituciones un varapalo tan intenso por atentar contra la democracia parlamentaria como el que el Tribunal Supremo del Reino Unido propin¨® ayer al primer ministro, Boris Johnson. Los 11 jueces, que dictaron su resoluci¨®n por unanimidad, prestaron un gran servicio a la causa de la democracia, m¨¢s all¨¢ de las fronteras de la peque?a isla atl¨¢ntica.
El tribunal cas¨® dos sentencias de las cortes superiores de Inglaterra/Gales y de Escocia: aquella, favorable a Johnson; esta, contraria. Al sentenciar que el consejo del primer ministro a la reina de cerrar durante cinco semanas previas a la fecha-guillotina del Brexit (31 de octubre) fue inequ¨ªvocamente ¡°ilegal¡±, ¡°vac¨ªo¡± y ¡°carente de efecto¡± se erigi¨® en salvaguarda de la democracia parlamentaria frente a la usurpaci¨®n de poderes por el Ejecutivo.
La lecci¨®n que dimana de la resoluci¨®n es triple. Dom¨¦sticamente, desacredita por completo al gobernante. Institucionalmente, subraya que el juego de pesos y contrapesos de las democracias asentadas ¡ªcomo la brit¨¢nica¡ª dispone de recursos para contrarrestar las a?agazas internas que persiguen desnaturalizarlas. Internacionalmente, constituye un aviso para hipot¨¦ticos ¨¦mulos como los de la derecha ultranacionalista que ocupa el poder en Polonia.
Los jueces descalifican de modo personal e intransferible a Johnson, al imputarle ¡°conducir a su fin el n¨²cleo o actividad esencial¡± del Parlamento de Westminster, piedra angular de la democracia brit¨¢nica y como tal protegido por la Ley de Derechos (Bill of Rights) de 1688. Para mayor frialdad y distancia, no entran siquiera a juzgar si esa fue su intenci¨®n, sino que establecen que ese era ¡°el efecto¡± de su actuaci¨®n ¡ªevitar su contribuci¨®n a la resoluci¨®n del Brexit¡ª, en l¨ªnea con los m¨¢s actuales planteamientos jur¨ªdicos sobre la responsabilidad objetiva de los gobernantes y de las Administraciones que rigen.
Si el aura democr¨¢tica de Johnson queda enlodada de modo definitivo ¡ªya lo estaba suficientemente¡ª y por doquier se reclama razonablemente su dimisi¨®n, ?por qu¨¦ motivo deber¨ªan prestarle cr¨¦dito los dirigentes de otra (y m¨¢s amplia) comunidad de derecho como es la UE?
En todo caso, el problema pol¨ªtico que pone de relieve la sentencia siluetea al primer ministro, que ya intent¨® ayer minimizar el alcance del rev¨¦s. Y para nada versa sobre sus colegas europeos. Estos, si acaso, ven robustecidas las razones de su firmeza ante el estilo torticero y las imposturas del mandatario: no se les podr¨¢ acusar de boicotear ning¨²n acuerdo, ni de intolerancia negociadora, ni de falta de paciencia.
La responsabilidad de cualquier deriva negativa del Brexit es en todo caso atribuible al impostor que objetivamente enga?¨® a su jefa de Estado. Y que a¨²n no ha presentado un plan s¨®lido alternativo al de su predecesora, Theresa May. El peligro de un Brexit ca¨®tico sigue ah¨ª, bien que la confirmaci¨®n de los poderes del Parlamento ¡ªque inmediatamente ha sido convocado para hoy por su speaker, seg¨²n le aconsej¨® la sentencia¡ª, hace concebir la esperanza de una salida menos irracional al embrollo: acordada. Porque no hay en Westminster mayor¨ªa a favor ni de la permanencia ni de ninguna modalidad de retirada, ni blanda, ni dura, ni pluscuamperfecta. Salvo una: el rechazo a un Brexit sin acuerdo previo con los 27.
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