Marion Mar¨¦chal, la esperanza de la derecha dura francesa
La nieta de Jean-Marie Le Pen, que renunci¨® al apellido del abuelo, reaparece en escena
Un nombre y un apellido pueden ser una carta de presentaci¨®n y una declaraci¨®n de principios. Tambi¨¦n una carga. Cuando Marion Mar¨¦chal-Le Pen renunci¨® a la segunda part¨ªcula de su apellido para pasar a llamarse Marion Mar¨¦chal estaba diciendo varias cosas a la vez. El cambio coincidi¨® con la decisi¨®n de abandonar la primera l¨ªnea pol¨ªtica hace dos a?os. Los cinco anteriores hab¨ªa sido dipu?tada por el Frente Nacional, el partido que fund¨® su abuelo, Jean-Marie Le Pen, y que lideraba su t¨ªa, Marine Le Pen. Al renunciar al Le Pen, Marion Mar¨¦chal cerraba, primero, un cap¨ªtulo profesional, la carrera fulgurante de quien hab¨ªa sido la legisladora m¨¢s joven desde la Revoluci¨®n Francesa. Y, segundo, se deshac¨ªa de uno de los apellidos peor connotados en la Francia contempor¨¢nea. Le Pen, en la mente de muchos franceses, es sin¨®nimo de ultraderecha, de racismo, de antisemitismo: el peor rostro de Francia. ¡°Mi nombre de nacimiento es Mar¨¦chal. Yo pose¨ªa el ¡®Mar¨¦chal-Le Pen¡¯ como nombre de uso, pero no lo utilic¨¦ p¨²blicamente hasta mi entrada en pol¨ªtica. Me parec¨ªa simb¨®licamente importante significar mi salida de la pol¨ªtica electoral retomando mi nombre civil. Era una manera de marcar mi cambio de vida y de compromiso¡±, explica en un correo electr¨®nico.
Marion Mar¨¦chal ocupa a los 29 a?os una posici¨®n ¨²nica en el paisaje franc¨¦s. Participa en la discusi¨®n pol¨ªtica y el debate de ideas, pero ha abandonado la pol¨ªtica de partidos y la actividad legislativa. Es una promesa de la derecha de este pa¨ªs, pero ni tiene base electoral, ni partido que la sostenga. Es indiscutiblemente una Le Pen: la favorita del abuelo; la rival de la t¨ªa. Haberse criado en un clan donde la pol¨ªtica se vive con pasi¨®n desde la cuna contribuye a explicar su talento y su ¨¦xito tempranos. Pero la marca Le Pen, aunque ella ya la no muestre, no sale gratis. Este mismo verano, el Medef, la patronal francesa, anul¨® una invitaci¨®n a su escuela de verano ante el revuelo causado. Llamarse Le Pen todav¨ªa implica ser persona non grata en mucho c¨ªrculos.
Hoy, al frente del ISSEP, un modesto instituto de ciencias pol¨ªticas en Lyon, observa las peleas ideol¨®gicas y partidistas desde la media distancia y se deja querer por un sector de la derecha: conservador en materia de valores, liberal en lo econ¨®mico y sin tab¨²es a la hora de tender puentes entre la llamada derecha republicana (la del viejo partido de Chirac y Sarkozy) y la extrema derecha. Es una derecha hu¨¦rfana de l¨ªderes y victorias. Ella est¨¢ convencida, siguiendo al fil¨®sofo comunista italiano Antonio Gramsci, de que para ganar la batalla pol¨ªtica, antes hay que ganar la cultural. ¡°Su texto Odio a los indiferentes es inspirador¡±, afirma.
Rival, semiretirada, de su t¨ªa Marine, defiende un conservadurismo cl¨¢sico y sin complejos
La derecha marionista o marechalista se ha reunido este fin de semana en Par¨ªs para buscar alternativas al presidente Macron y romper cordones sanitarios que impiden la preciada uni¨®n de las derechas. Es uno de los debates que dividen a esta desavenida familia. Por un lado est¨¢n quienes, como Marine Le Pen, l¨ªder del Reagrupamiento Nacional (heredero del Frente Nacional), cultivan un discurso nacionalista y populista. Creen que conceptos como izquierda y derecha est¨¢n superados, y sostienen que todo se reduce a una pugna entre el pueblo y las ¨¦lites. Seg¨²n este argumento, deber¨ªan buscar el voto transversal: convertirse en el partido de ¡°los de abajo¡± frente a ¡°los de arriba¡±. Enfrente est¨¢ Marion, apegada a la idea m¨¢s cl¨¢sica de una derecha sin complejos. ¡°Desconf¨ªo de una lectura marxista de la sociedad, que reducir¨ªa el voto de los ciudadanos a su clase social y a su dimensi¨®n material¡±, dice Mar¨¦chal a EL PA?S. ¡°Esta oposici¨®n entre la Francia de arriba y la de abajo me parece la mejor manera de alimentar unos antagonismos que existen, pero que no son insuperables¡±. A?ade que una uni¨®n entre los chalecos amarillos y las clases acomodadas es necesaria, pero un acuerdo transversal con la izquierda antiliberal es imposible, puesto que esta es ¡°internacionalista, multiculturalista y socialista en el plano econ¨®mico¡±. La soluci¨®n es un ¡°di¨¢logo¡± entre las derechas, pero esto exige ¡°romper los diques partidistas¡± y olvidarse del cord¨®n sanitario que aisl¨® a su abuelo y a¨ªsla a su t¨ªa.
Marion Mar¨¦chal es hija de Yann Le Pen ¡ªla mediana de las tres hijas de Jean-Marie y su primera mujer¡ª y de Samuel Mar¨¦chal, militante del Frente Nacional. Su padre biol¨®gico era Roger Auque, playboy, periodista, reh¨¦n en el L¨ªbano de los a?os ochenta y diplom¨¢tico fallecido en 2014. Madre de una hija, se le atribuye una relaci¨®n con el italiano Vincenzo Sofo, pol¨ªtico en la ¨®rbita de Salvini y responsable del blog Il talebano (El talib¨¢n). Su mirada es internacional. ¡°No dudo de que el futuro no pertenece a la izquierda progresista, librecambista e inmigracionista¡±, comenta tras subrayar la fortaleza de Salvini, Trump y los defensores del Brexit, pese a los contratiempos recientes. ¡°Y conf¨ªo en que Vox contin¨²e avanzando en Espa?a¡±.
Existe un mito muy franc¨¦s, el del hombre o mujer providencial que se marcha y despu¨¦s regresa. Napole¨®n y De Gaulle son los ejemplos en los que el resto se miran. Todas las especulaciones sobre el futuro de Mar¨¦chal participan de este juego. ¡°No deseo de momento volver a hacer pol¨ªtica electoral. Le he tomado gusto a mi libertad fuera de los partidos¡±, dice. El suyo es un combate de ideas. Por ahora.
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