Los dilemas de la seducci¨®n
Estamos inmersos en una profunda renegociaci¨®n de g¨¦nero y quiz¨¢ haya que buscar un nuevo t¨¦rmino que refleje mejor unas relaciones f¨ªsicas y emocionales entre hombres y mujeres m¨¢s equilibradas y libres
Es pronto a¨²n para vaticinar las consecuencias estructurales del movimiento MeToo, pero una de las cuestiones que parece preocupar a algunos es el futuro de la seducci¨®n entre los sexos. ?C¨®mo seducir en un mundo donde hay que ir haciendo expl¨ªcito lo que uno desea y no en cada momento de un encuentro ¨ªntimo? ?C¨®mo seducir en la transparencia cuando la seducci¨®n, tal y como la conocemos hasta ahora, se basa en la ambig¨¹edad? Del lat¨ªn seducere,conducir a otra parte, las tres acepciones de seducir que presenta el Diccionario de la RAE ayudan a entender el singular c¨®ctel sem¨¢ntico y cultural que esconde la palabra y, con ella, el acto de seducir: ¡°1. tr. Persuadir a alguien con argucias o halagos para algo, frecuentemente malo. 2. tr. Atraer f¨ªsicamente a alguien con el prop¨®sito de obtener de ¨¦l una relaci¨®n sexual. 3. tr. Embargar o cautivar el ¨¢nimo a alguien¡±.
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Las nociones de pecado, sexo y amor conviven t¨¢citamente en la etimolog¨ªa de la palabra y contribuyen a explicar el paradigma de la seducci¨®n, heteronormativo y androc¨¦ntrico, todav¨ªa dominante en la cultura occidental. Herencia, sobre todo, del siglo XIX, explican los historiadores; bajo este paradigma, la seducci¨®n en el terreno de las relaciones ¨ªntimas se entiende como un juego de poder entre el hombre y la mujer que sigue un guion particular. Un guion, para la psicolog¨ªa, es un esquema mental, ¡°una estructura cognitiva que representa un conocimiento organizado sobre un determinado ¨¢mbito¡±, que gu¨ªa nuestras acciones y nos ayuda a anticipar las de los dem¨¢s. Desde esta perspectiva, y admitiendo toda su complejidad en la pr¨¢ctica, el guion protot¨ªpico de la seducci¨®n, especialmente en las primeras relaciones, se resume de la siguiente manera: el hombre toma la iniciativa de una aproximaci¨®n f¨ªsica y la mujer muestra, inicialmente, resistencia antes de sucumbir a la seducci¨®n del var¨®n. Se asume que es el hombre quien inicia la actividad sexual, dado su supuesto mayor impulso sexual, que explicar¨ªa tambi¨¦n su promiscuidad. Frente a esta iniciativa, se espera que la mujer ejerza de guardiana del sexo, marcando los l¨ªmites al var¨®n en la situaci¨®n concreta y exponi¨¦ndose, en general, con menor frecuencia a situaciones de intimidad, si no quiere ser percibida como una mujer f¨¢cil. Uno de los problemas de este guion de la seducci¨®n, que permea nuestra cultura (desde las artes hasta los medios) y condiciona nuestros actos, es que comparte elementos con el que asociamos a una situaci¨®n de abuso sexual. Ciertos estudios, como el realizado por Heather Littleton y Danny Axsom con estudiantes universitarios estadounidenses, demuestran que algunos de sus elementos, como la resistencia simb¨®lica atribuida a la mujer, pueden llevar a determinados varones a perseverar en sus avances f¨ªsicos, aun cuando esta resistencia es genuina; y a algunas mujeres a interpretar esos avances contra su voluntad como parte del guion normal de la seducci¨®n.
Esto lleva a preguntarse si la cuesti¨®n del consentimiento a un avance sexual se resuelve con un s¨ª expl¨ªcito por parte de la mujer. Pues es posible consentir a una actividad sexual no querida o deseada, como explican las psic¨®logas Lucia F. O¡¯Sullivan y Elizabeth R. Allgeier. Ese consentimiento, ser¨ªa, nuevamente, el resultado de expectativas sociales y de g¨¦nero, incluida la anticipaci¨®n de una reacci¨®n contrariada o violenta por parte del var¨®n de no producirse ese consentimiento o, desde la perspectiva del var¨®n, la expectativa de que debe consumar una acci¨®n sexual por ¨¦l iniciada. Al calor del movimiento MeToo, hay quienes reivindican la importancia de explorar abiertamente todas las zonas grises que resultan de este guion asim¨¦trico y ambiguo a¨²n imperante, en el que el placer sexual de las mujeres ocupa un papel secundario, sus expresiones de resistencia o consentimiento pueden ser fingidas con el fin de adaptarse a aquel y, por otra parte, el var¨®n carga con el peso visible de la iniciativa.
Se asume que el hombre tome la iniciativa y la mujer muestre, inicialmente, resistencia antes de sucumbir
No es casualidad que en los ¨²ltimos a?os un gran n¨²mero de estudios sobre sexualidad y consentimiento ¡ªgeneralmente, desde una perspectiva feminista¡ª se hayan generado en la ¨®rbita anglosajona, donde tambi¨¦n se inici¨® el movimiento MeToo. Y que, al mismo tiempo, algunas de las reacciones de reivindicaci¨®n masculinista m¨¢s visibles hayan surgido en el mismo entorno cultural: desde el inusitado ¨¦xito del psic¨®logo canadiense Jordan Peterson, quien denuncia el ¡°asalto contra la masculinidad¡± que cree distinguir en la actualidad, hasta el renovado inter¨¦s por la llamada comunidad de seducci¨®n (Seduction Community), una red informal de grupos f¨ªsicos y virtuales que promueve t¨¦cnicas para el cortejo y de autoafirmaci¨®n masculina para contrarrestar la que perciben como creciente e injustificada dominaci¨®n femenina en las relaciones entre los sexos.
Fuera del entorno anglosaj¨®n, una de las reacciones cr¨ªticas al MeToo que m¨¢s atenci¨®n recibi¨® en su momento fue la tribuna que firmaron a principios de 2018 un centenar de mujeres, entre ellas la actriz Catherine Deneuve, en Le Monde. Estas, en su mayor¨ªa francesas, consideraban que ¡°tocar una rodilla, tratar de robar un beso, hablar de cosas ¨ªntimas en una cena profesional o enviar mensajes de connotaci¨®n sexual a una mujer cuya atracci¨®n no es rec¨ªproca¡±, junto a otros elementos que podr¨ªan formar parte del guion de la seducci¨®n, no debieran ser suficientes para incriminar a un hombre y acusarlo de acoso sexual, y, menos a¨²n, destruir su carrera. El escrito pone en evidencia la brecha cultural que muchos aprecian entre un supuesto puritanismo anglosaj¨®n que confronta a las mujeres con los hombres, y una presunta libertad sexual francesa que reclama matices ¡ª?acaso, junto a los donjuanes, no conviven las femmes fatales?¡ª y cuestiona el papel de v¨ªctima estructural de la mujer en sus relaciones con el var¨®n.
El guion se est¨¢ reescribiendo. ?Acaso, junto a los donjuanes, no conviven las ¡®femmes¡¯ fatales?
Como parte de la profunda renegociaci¨®n de las relaciones de g¨¦nero que estamos viviendo en la actualidad, el guion de la seducci¨®n se est¨¢ reescribiendo. Hay mucho en juego en un aspecto tan esencial de las relaciones entre los sexos y no deber¨ªa sorprender que muchos, tanto hombres como mujeres, teman perder, en ese nuevo guion (quiz¨¢, nuevos guiones), el papel que hasta ahora han ostentado. Desde algunos sectores cient¨ªficos y acad¨¦micos hay t¨ªmidas, pero muy necesarias, llamadas a una exploraci¨®n de car¨¢cter m¨¢s interdisciplinar sobre las din¨¢micas de la seducci¨®n y su evoluci¨®n en nuestra especie; una que tenga en cuenta tanto nuestra biolog¨ªa como nuestra socializaci¨®n y la interacci¨®n entre ambas. El objetivo es encontrar elementos emp¨ªricos y te¨®ricos con los que trabajar colectivamente para impedir los abusos y lograr que m¨¢s hombres y mujeres se sientan genuinamente c¨®modos y satisfechos en sus relaciones ¨ªntimas. Es posible que, en el proceso, el significado de seducir cambie e, incluso, que abandonemos la palabra por otra que refleje mejor unas relaciones f¨ªsicas y emocionales entre hombres y mujeres m¨¢s equilibradas, libres y equitativas.
Olivia Mu?oz-Rojas es doctora en Sociolog¨ªa por la London School of Economics e investigadora independiente. oliviamunozrojasblog.com.
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