?Qu¨¦ es peor, tener un ego desmedido o pasar desapercibido?
Que el 'yo' tome la avanzadilla aporta oportunidades de desarrollo personal, pero si no se controla llega a nublar la raz¨®n y provoca rechazo. ?No ser¨ªa mejor optar por la discreci¨®n absoluta?
Si Espa?a se encuentra de nuevo ante la puerta de unas elecciones generales, las cuartas en cuatro a?os, es por un asunto de egos. A nuestros pol¨ªticos les mueve m¨¢s la supremac¨ªa de su 'yo' que la necesidad de di¨¢logo o negociaci¨®n, al menos eso es lo que argumentan algunos polit¨®logos, soci¨®logos y dem¨¢s analistas de la actualidad. Seg¨²n la idea, demasiados representantes parlamentarios se afanan en cultivar su grandeza, se dejan el alma en exponer sus talentos e interpretan sus criterios como soberanos e irrefutables, mientras escuchan con desd¨¦n el de los dem¨¢s. Demasiados de ellos est¨¢n desbordados por su ego.
Pero, ?estar¨ªa mejor el panorama si pasasen desapercibidos, tratasen de hacerse lo m¨¢s peque?os posible para evitar la verg¨¹enza de mostrarse, esperasen a que les preguntasen, aun a riesgo de que nunca sean invitados a responder? ?Ser¨ªa mejor que los pol¨ªticos tuvieran querencia por la invisibilidad? Qui¨¦n sabe. ?Y qu¨¦ sucede con el resto de las personas? ?Qu¨¦ es peor en la vida, tener un ego desmedido o una personalidad que no consigue atraer la atenci¨®n de nadie? Como ocurre con los medicamentos, el veneno est¨¢ en la dosis.
Impresindible para conocerse a uno mismo
El ego no solo es deseable, sino que es necesario. No es por casualidad que a nadie le gusten las personas inseguras o indecisas. El problema llega cuando su tama?o alcanza proporciones desmedidas. "Aunque el ego ayuda a no pararse, alguien as¨ª no calibra la respuesta. No tiene en cuenta a los dem¨¢s y, por lo tanto, dicha ventaja se desvanece como el papel de fumar. Cuando en las acciones y decisiones prevalece el ego, instintivamente y sin saber por qu¨¦, el resto siente que algo no va bien. Algo no cuadra y comienza el rechazo de lo desconocido", dice la asesora pol¨ªtica Bego?a Goz¨¢lbes, fundadora de la consultora Integridad Pol¨ªtica.
Para hacernos una idea de lo que eso supone basta saber que m¨¢s de la mitad de los ejecutivos creen que una parte de los ingresos anuales de sus compa?¨ªas se pierde por culpa de ese ego, seg¨²n un estudio que recoge el libro Egonomics. Sus autores, David Marcum y Steven Smith, llegaron a esta conclusi¨®n despu¨¦s de entrevistar a unos 850 directivos, entre los que el 63% admite que el ego ejerce un impacto negativo. Paul Nutt, de la Universidad de Ohio, analiz¨® durante dos d¨¦cadas las decisiones de cientos de organizaciones y observ¨® que la mayor¨ªa refleja un exceso de ego por parte de los gerentes, quienes, de alguna manera, imponen su opini¨®n.
"En cantidades adecuadas, el ego es positivo y proporciona un nivel saludable de confianza y ambici¨®n, que reduce la incertidumbre", confirma ?ngeles Esteban, psic¨®loga de Centro Alcea. Pero para alcanzar ese nivel ¨®ptimo exige un salto psicol¨®gico que empieza con una valoraci¨®n m¨¢s amplia de nuestros recursos. No darlo es resignarse a una vida en miniatura, como la que describe el psic¨®logo David Sack en un art¨ªculo publicado en la revista Psychology Today. "La falta de ego -dice- impide avanzar y significa perder oportunidades de crecer, aprender o divertirse por temor a la cr¨ªtica. Querer pasar desapercibido es una decisi¨®n infantil. No nos llevamos ninguna decepci¨®n, pero tampoco la satisfacci¨®n de haber llegado lejos".
Lo peor, seg¨²n Sack, es que este tipo de persona siempre va a encontrar un mill¨®n de razones para no dar el empuj¨®n a eso que ven¨ªan planificando desde hac¨ªa tiempo. Se dice a s¨ª mismo que no funcionar¨¢, y as¨ª no avanza: "Quien no arriesga no llega a ver lo que habr¨ªa sido capaz de hacer. Es tanto como ir quitando capas de creatividad hasta que todo se reduce a un caparaz¨®n inofensivo".
Un error sistem¨¢tico y un com¨²n en las redes sociales
La psic¨®loga ?ngeles Esteban recuerda que, "gracias al ego, el individuo es consciente de su propia identidad y tiene un sentido de s¨ª mismo". Para Freud, precisamente ese era el primer paso para experimentar emociones. "El problema es -matiza la psic¨®loga- la valoraci¨®n disparatada de uno mismo". Hay an¨¦cdotas muy elocuentes, como este comentario de Ronaldo a prop¨®sito de sus problemas con Hacienda: "Lo que incomoda a las personas es mi brillo, los insectos solo atacan a las l¨¢mparas que brillan". O la compra por parte de Donald Trump de su propio retrato por 60.000 d¨®lares. Obsesionado con la idea de que su cuadro fuese lo m¨¢s caro de una subasta, pidi¨® que buscasen un falso comprador para subir el precio y la pieza alcanzase esa cantidad, seg¨²n cont¨® el antiguo abogado del presidente Michael Cohen cuando fue entrevistado a puerta cerrada por el Comit¨¦ de Inteligencia del Senado.
Sara Konrath, investigadora de la Universidad de Michigan, observa que las redes sociales est¨¢n elevando los niveles de narcisismo en nuestra sociedad. Lo advierte especialmente en los estudiantes universitarios, que utilizan sus cuentas para exhibir sus egos y controlar su percepci¨®n frente a los dem¨¢s. "Como ser social -admite Esteban-, el ser humano necesita por simple naturaleza sentirse admirado o superior, pero empieza a ser poco saludable si desea auparse como ¨²nico ganador y centro de atenci¨®n".
La especialista puntualiza que el ego es beneficioso en ambientes en los que se exige competitividad y resultados. "Sin embargo, no te puede superar, algo que ocurre cuando necesitas pasar por encima de los dem¨¢s, buscas constantemente la aceptaci¨®n o te pones a la defensiva para hacer prevalecer un criterio que consideras ¨²nico y poderoso". Alimentar ese ego tiene un coste muy alto, dice: "Resulta agotador estar siempre alerta y a la defensiva, con sus muletillas yo, m¨ª, me, conmigo¡" Y los resultados acaban siendo negativos tanto para uno mismo como para los dem¨¢s; cuando al psic¨®logo Daniel Kahneman, Nobel de Econom¨ªa en 2002, le preguntaron qu¨¦ error sistem¨¢tico borrar¨ªa de la condici¨®n humana, respondi¨® que el exceso de autoconfianza, por considerarlo el m¨¢s da?ino para la historia y el que hace que los l¨ªderes crean que las guerras se ganan f¨¢cilmente.
?Cu¨¢nto ego ser¨ªa necesario para triunfar?
Marcum y Smith se plantean esta pregunta en Egonomics, sabiendo que esta condici¨®n puede ser tan valiosa como destructiva y partiendo de que el exceso de humildad no contribuye a los buenos resultados. Su conclusi¨®n es un ego que admite humildad, curiosidad y veracidad. "Solo un ego bien gestionado empatiza con los dem¨¢s, conquista corazones, pues la autoestima y confianza generan atracci¨®n. Detr¨¢s est¨¢ el autoconocimiento: soy bueno, me lo creo, conf¨ªo y todo fluye de manera natural", a?ade Goz¨¢lbes.
La asesora aconseja estar alerta porque un ego desmedido puede estar encubriendo falta de confianza en uno mismo. "Cuando la inseguridad hace acto de presencia, el ego monta una fiesta y salen a la pista de baile los miedos camuflados en diferentes m¨¢scaras. Si teme rechazo, se mostrar¨¢ huidizo. Si teme humillaci¨®n, actuar¨¢ masoquista. Si teme traici¨®n, ser¨¢ controlador. Y si teme injusticia, se mantendr¨¢ r¨ªgido", relata. Son algunas de las caras en las que el ego se manifiesta. "Lo bueno ser¨ªa que cada uno sepa cu¨¢l es su miedo y qu¨¦ m¨¢scara lleva para entender de d¨®nde viene su inseguridad".
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