No somos el objetivo
Es hora de que la sociedad deje de aceptar como normal que un veh¨ªculo humanitario pueda ser un blanco militar. Nunca
Es ya un clamor mundial. La ayuda humanitaria tiene que dejar de ser un objetivo en zonas de conflicto. En los ¨²ltimos diez a?os el n¨²mero de vidas perdidas en ataques a personal humanitario ha aumentado de forma imparable, alcanzando 313 v¨ªctimas en 2017. Es simplemente inaceptable. D¨ªa a d¨ªa, nuestros profesionales sobre el terreno se encuentran con un espacio humanitario cada vez m¨¢s reducido, ante un fen¨®meno de criminalizaci¨®n de la ayuda sin fundamento alguno, con la impotencia de saber qu¨¦ personas, d¨®nde y cu¨¢ndo est¨¢n muriendo de hambre y no poder acceder hasta ellas.
Hoy, m¨¢s que nunca, urge recuperar el Derecho Internacional Humanitario. Los principios acordados en Ginebra tras las dos peores guerras del siglo pasado, el que establece que el acceso a la ayuda humanitaria es un derecho inalienable que cada ser humano tiene por el simple hecho de haber nacido hombre o mujer, es el ¨²nico texto internacional ratificado por todos los pases del mundo. Significa que el alivio del sufrimiento humano, fin inequ¨ªvoco de la ayuda humanitaria, es un principio universal. Pero urge ponerlo en pr¨¢ctica. Y para ello las violaciones de este principio tienen que poder documentarse, contrastarse y sancionarse.
Sobre el terreno est¨¢n muriendo profesionales humanitarios, mujeres y hombres que deciden dedicar su saber hacer, experiencia y conocimiento, en condiciones a menudo muy dif¨ªciles, sencillamente a curar, proteger o aliviar el sufrimiento y el hambre que provocan las guerras. Nadie con uso de raz¨®n puede ver esto como una interferencia extranjera o como una ventaja otorgada al enemigo.
Quienes trabajamos desde hace d¨¦cadas en zonas de conflicto sabemos por experiencia que la neutralidad nos defiende mejor que cualquier guardaespaldas
Distribuir la ayuda con escolta armada nunca ser¨¢ la soluci¨®n. Es m¨¢s, esta confusi¨®n deliberada entre militares con fines humanitarios y la acci¨®n humanitaria pura, aquella que est¨¢ basada estrictamente en los principios humanitarios, nos est¨¢ saliendo cara. Lo estamos pagando con vidas. Quienes trabajamos desde hace d¨¦cadas en zonas de conflicto sabemos por experiencia que la neutralidad, tal y como la definen los Convenios de Ginebra, nos defiende mejor que cualquier guardaespaldas. Es precisamente nuestra capacidad de basar la ayuda en criterios irrefutables, como la relaci¨®n peso-talla o el ¨ªndice de masa corporal, con independencia de raza, etnia, sexo, religi¨®n... nuestro mejor aval de seguridad. Es esto lo que nos otorga la aceptaci¨®n incondicional de la poblaci¨®n, la ¨²nica garant¨ªa con la que realmente podemos sentirnos seguros trabajando.
Hace unos d¨ªas perdimos en Gambella (Etiop¨ªa) a dos compa?eros humanitarios. El color de su pasaporte es el m¨¢s irrelevante de los detalles. El ataque no fue solo a ellos, que intentaban evitar el sufrimiento innecesario de los civiles en un contexto de violencia. Dispar¨¢ndoles golpearon a todos los ni?os y ni?as a los que intentaban curar de desnutrici¨®n.
Es hora de que la sociedad deje de aceptar como normal que un veh¨ªculo humanitario pueda ser un blanco militar. Nunca. La ayuda humanitaria, simplemente, no es un objetivo a batir.
Olivier Longu¨¦ es director general de Acci¨®n contra el Hambre.
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