Lo que el mundo perder¨¢ si Turqu¨ªa destruye a los kurdos de Siria
El ataque de Erdogan hace peligrar el innovador y pol¨¦mico experimento pol¨ªtico de la zona de Rojava, que promete iniciativas feministas, ecologistas y de distribuci¨®n de la riqueza
En la primavera de 2015, la ¨²nica manera de acceder a los territorios del norte de Siria bajo control kurdo ¡ªlo que los kurdos llaman Rojava¡ª era cruzando en barca el estrecho r¨ªo Tigris desde el Kurdist¨¢n iraqu¨ª. Las embarcaciones eran peque?as y estaban herrumbrosas. Sobrecargadas de emigrantes y suministros, se mov¨ªan con la urgencia de un b¨²falo de agua tomando el sol. Era un viaje para personas desesperadas ¡ªcompart¨ª barca con una pareja anciana que se dirig¨ªa a territorio controlado por el Estado Isl¨¢mico con la esperanza de salvar el hogar familiar de la ocupaci¨®n¡ª emprendido a ritmo de turista. Como gran parte de Rojava por entonces, el paso fronterizo era en parte realidad y en parte ilusi¨®n. En nuestra desvencijada embarcaci¨®n ondeaba la bandera kurda verde, roja y amarilla con tanto orgullo como en un barco de guerra. Las fuerzas de seguridad llevaban distintivos que proclamaban que eran miembros de las Unidades de Protecci¨®n del Pueblo (YPG, por sus siglas en kurdo), una fuerza sin experiencia dedicada a la protecci¨®n de la regi¨®n con aspiraciones de autonom¨ªa. Mientras distribu¨ªan permisos escritos a mano que deb¨ªan autorizarnos a cruzar los puntos de control, nos daban la bienvenida como si Rojava no fuese todav¨ªa poco m¨¢s que un sue?o kurdo.
Durante d¨¦cadas de intervenci¨®n de Estados Unidos en Oriente Pr¨®ximo, los kurdos han sido valorados casi siempre en funci¨®n de su inter¨¦s como aliados militares y en relaci¨®n con su mayor o menor contribuci¨®n a la derrota de un enemigo por parte estadounidense. En Rojava, ese enemigo era el Estado Isl¨¢mico (ISIS, por sus siglas en ingl¨¦s); en el kurdist¨¢n iraqu¨ª era Sadam Husein. Desde que el presidente Trump orden¨® la retirada de las tropas de su pa¨ªs del norte de Siria abriendo las puertas a la intrusi¨®n turca, el clamor occidental se ha centrado en el abandono de los combatientes que lideraron una peligrosa campa?a contra el ISIS. La retirada ha sido calificada justamente de ¡°traici¨®n¡±, y el posterior ba?o de sangre es prueba m¨¢s que suficiente de la brutalidad de la decisi¨®n de Trump.
No obstante, contemplar el movimiento como una simple traici¨®n a los aliados militares es no entender gran parte de lo que est¨¢ en juego en el norte de Siria, donde la zona kurda con anhelos de autonom¨ªa es tambi¨¦n el escenario de un proyecto de democracia, igualdad y estabilidad profundamente ambicioso, aunque joven y pol¨¦mico. Mientras que los miembros del YPG y sus hom¨®logas de la Unidad femenina de Protecci¨®n Popular luchaban en primera l¨ªnea, los kurdos de Rojava trabajaban para poner en pr¨¢ctica un plan de democracia kurda en preparaci¨®n al menos a lo largo de tres a?os. El plan inclu¨ªa la representaci¨®n igualitaria de las mujeres y las minor¨ªas, la distribuci¨®n justa de la tierra y la riqueza, el equilibrio en el poder judicial, e incluso la protecci¨®n del medio ambiente en las zonas rurales del norte de Siria.
Durante d¨¦cadas los kurdos han sido valorados por EE UU en funci¨®n de su inter¨¦s como aliados militares
Rojava es un experimento con defectos y a menudo dif¨ªcil, pero en medio de la represi¨®n contra los partidarios del movimiento kurdo en Turqu¨ªa y los reveses a la campa?a por la independencia en el Kurdist¨¢n iraqu¨ª, se convirti¨® en el n¨²cleo del gran movimiento kurdo, y sus habitantes en mucho m¨¢s que aliados militares. Quienes combatieron al Estado Isl¨¢mico lo hicieron junto a los estadounidenses, a los que consideraban verdaderos socios, pero luchaban por Rojava.
Antes de visitar la regi¨®n, me dediqu¨¦ varios a?os a informar sobre los movimientos kurdos de la zona, centr¨¢ndome especialmente en los influidos por el l¨ªder encarcelado Abdul¨¢ Ocalan. A lo largo de 40 a?os, el Partido de los Trabajadores del Kurdist¨¢n, conocido como PKK y fundado por Ocalan como ej¨¦rcito guerrillero ¡ªy al que Turqu¨ªa, EE UU y la Uni¨®n Europea consideran una organizaci¨®n terrorista¡ª, creci¨® hasta convertirse en una fuerza social y pol¨ªtica. El ¨¦xito de su doctrina qued¨® de manifiesto sobre todo en el papel destacado que desempe?an las mujeres en la pol¨ªtica kurda.
Por el contrario, los kurdos de Turqu¨ªa, al igual que los de Irak, forjaron sus conquistas pol¨ªticas y culturales rodeados de Estados centralizados mucho m¨¢s fuertes. En Siria, la guerra y la agitaci¨®n pol¨ªtica crearon un vac¨ªo de poder en el norte, y los kurdos se apresuraron a erigir su sociedad ideal inspirada en las ideas de Ocalan.
Como experimento, Rojava resultaba enormemente convincente. Conoc¨ª a l¨ªderes pol¨ªticos como Hediye Yusuf, una mujer cuya identidad pol¨ªtica se empez¨® a forjar en las prisiones sirias y que acab¨® convirti¨¦ndose en copresidenta de una de las tres regiones de Rojava. Tambi¨¦n conoc¨ª a mujeres preparadas para intervenir tras una denuncia de violencia dom¨¦stica. Habl¨¦ con comerciantes que repart¨ªan productos a las familias necesitadas, y con un cristiano sirio que se qued¨® en el norte del pa¨ªs para asegurarse de que el Partido de la Uni¨®n Democr¨¢tica ten¨ªa representaci¨®n en el Gobierno.
Lo que vi era coherente con la doctrina por la que se reg¨ªa Rojava ¡ªun documento denominado Contrato social¡ª y, al mismo tiempo, producto de unas circunstancias extremas. El ISIS no estaba lejos. Un agricultor compart¨ªa su comida no porque hubiese le¨ªdo el Contrato social, sino porque es lo que se hace con los vecinos durante un embargo comercial. Una combatiente habr¨ªa preferido ser fot¨®grafa, pero su vocaci¨®n tuvo que esperar. A menudo, los ideales de Rojava eran inseparables de las presiones de la guerra.
Idealizarlo todo resultaba tentador. Los periodistas y los pol¨ªticos atra¨ªdos a la zona por las promesas del Contrato social fueron invitados a visitas guiadas y conferencias organizadas. La palabra ¡°utop¨ªa¡± se empleaba a menudo en los titulares, y se comparaba la lucha de las YPG contra el ISIS con la de los que combatieron a los fascistas en la Guerra Civil espa?ola. Los escritos de Ocalan incorporaban las ense?anzas del fil¨®sofo estadounidense Murray Bookchin y hac¨ªan referencia a las cr¨ªticas al nacionalismo del polit¨®logo irland¨¦s Benedict Anderson, lo cual hizo el proyecto kurdo atractivo para el mundo. En 2014, la defensa de Kobane, una ciudad fronteriza de poca importancia estrat¨¦gica pero enorme significado simb¨®lico, dio renombre a las fuerzas kurdas de Siria. Cuando las YPG abrieron una v¨ªa segura para que los yazid¨ªes escapasen del genocidio en Irak a manos del ISIS, fueron consideradas heroicas, no terroristas.
Los kurdos de otros Estados, en especial los que estaban en Turqu¨ªa, supeditaron sus sue?os de autonom¨ªa al sue?o de Rojava. En 2015, un arquitecto kurdo hizo planes a largo plazo para Kobane. Me cont¨® que las casas ser¨ªan bajas, estar¨ªan pintadas de blanco, como en una isla griega, y tendr¨ªan paneles solares. Un abogado kurdo que beb¨ªa t¨¦ junto a la frontera aseguraba que nunca habr¨ªa previsto que las ideas de Ocalan se fuesen a poner en pr¨¢ctica en Siria en vez de en Turqu¨ªa, pero que se alegraba de ello. ¡°Es un sue?o hecho realidad¡±, declaraba entonces.
La autonom¨ªa kurda y el apoyo estadounidense convert¨ªan a Rojava en una amenaza para Turqu¨ªa y para el presidente Recep Tayyip Erdogan. Utilizando la ret¨®rica de la lucha antiterrorista, en 2015 su Gobierno empez¨® a mostrar cada vez mayor empe?o en encarcelar a los defensores del movimiento kurdo del pa¨ªs, expuls¨® de sus cargos a los l¨ªderes kurdos democr¨¢ticamente elegidos, y reprimi¨® las protestas con tal brutalidad que convirti¨® las ciudades del sureste de Turqu¨ªa en zona de guerra. El a?o pasado, fuerzas apoyadas por Siria conquistaron Afrin, que formaba parte del territorio de Rojava. ¡°Erdogan empez¨® una guerra¡±, me dec¨ªa Adem Uzun, jefe de relaciones exteriores del Congreso Nacional Kurdo. ¡°Le daba miedo que el proyecto de los kurdos de Rojava saliese bien y obtuviesen reconocimiento¡±.
Hay indicios de que los ataques de Erdogan en Siria han despertado un fervor pol¨ªtico que hab¨ªa logrado aplastar. En Diyarbakir, hist¨®ricamente el centro pol¨ªtico del kurdist¨¢n turco, se han producido peque?as protestas en las calles. ¡°Cuando hablas con la gente, te dice que en Turqu¨ªa se ha perdido mucho, que han destruido sus ciudades, pero que al menos en Rojava se han conseguido cosas¡±, me contaba Ramazan Tunc, un empresario y pol¨ªtico que hasta la represi¨®n de 2015 trabajaba en la apertura de una universidad en lengua kurda en Turqu¨ªa. Los ataques en el norte de Siria, a?ad¨ªa, ¡°pueden provocar disturbios¡±.
Para merecer que la protejan, Rojava no necesita ser idealizada o vista solamente a trav¨¦s del prisma de los objetivos estadounidenses en la zona. Se trata de un experimento exclusivamente kurdo que ha crecido a lo largo de d¨¦cadas de esfuerzo pol¨ªtico y militar en cada una de las zonas del anhelado Kurdist¨¢n, adapt¨¢ndose sin cesar a las circunstancias de la guerra.
El experimento ha recibido cr¨ªticas justificadas. Mientras preparaba mi art¨ªculo, habl¨¦ con kurdos que hab¨ªan huido del dominio pol¨ªtico de las YPG y con grupos defensores de los derechos humanos que las acusan de reclutar ni?os soldados. Los rumores de una alianza, quiz¨¢ t¨¢cita, con el r¨¦gimen de Bachar el Asad han ganado peso a ra¨ªz de una nueva alianza militar ante el ataque turco. Quienes consideraban que cualquier v¨ªnculo con el r¨¦gimen de Asad deslegitimaba la revoluci¨®n ver¨¢n reforzados sus argumentos; otros dir¨¢n que los kurdos, como tantas otras veces, se limitan a intentar sobrevivir en una situaci¨®n insostenible.
La iniciativa de Rojava recibe cr¨ªticas por el dominio de las Unidades de Protecci¨®n del Pueblo o reclutamiento de ni?os
Pero Rojava ha salido adelante a pesar de las contrariedades asombrosas y ha puesto los cimientos de una democracia local deficiente pero ambiciosa. ¡°No digo que fuese un lugar perfecto¡±, me escrib¨ªa en un correo electr¨®nico Yasi Duman, un investigador cuyos estudios se centran en la administraci¨®n del norte de Siria, ¡°pero ha dado un enorme paso adelante hacia la consecuci¨®n de una regi¨®n aut¨®noma capaz de dar cabida a las necesidades de los diferentes grupos ¨¦tnicos, religiosos y pol¨ªticos, todo mientras sufr¨ªa el ataque de distintos reg¨ªmenes y organizaciones¡±.
La fuerza de Rojava, explicaba Duman, no proviene solo de las tan cacareadas unidades combatientes. Proviene tambi¨¦n de la ense?anza de la lengua y la cultura kurdas, dentro del respeto a otras etnias y religiones, y de los avances hacia la igualdad de g¨¦nero. ¡°No creo que el Gobierno de Trump pueda entenderlo o est¨¦ dispuesto a hacerlo¡±, remachaba.
Jenna Krajeski es periodista, trabaja desde Turqu¨ªa y lleva dos a?os centrada en las minor¨ªas kurdas. Publica en medios como ¡®The New York Times¡¯ ,¡®The Atlantic¡¯ y ¡®The New Yorker¡¯.
? 2019 The New York Times
Traducci¨®n de News Clips.
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