Kurdos, el pueblo traicionado
Tras la Primera Guerra Mundial se acord¨® hacer un refer¨¦ndum para un Kurdist¨¢n independiente. Pero nunca se cumpli¨®
La Primera Guerra Mundial se trag¨® tres imperios: el alem¨¢n, el austroh¨²ngaro y el otomano. Cuando acab¨® aquel conflicto, que entonces se llam¨® la Gran Guerra porque parec¨ªa imposible que se superase aquella tempestad de acero y muerte, se produjo una explosi¨®n de pa¨ªses que nacieron de las cenizas de aquellos imperios difuntos. Se formaron naciones como Checoslovaquia, Finlandia, Austria, Hungr¨ªa, Yugoslavia¡ Pero un pueblo fue traicionado por los vencedores: los kurdos.
Los aliados firmaron la paz con el Imperio Otomano en agosto de 1920 en el Tratado de S¨¨vres, que preve¨ªa un refer¨¦ndum para la creaci¨®n de un Kurdist¨¢n independiente. Aquella promesa nunca se cumpli¨®. No fue la ¨²nica vez que Occidente traicion¨® a los kurdos, que ahora han sido dejados de nuevo a merced del Ej¨¦rcito turco por la retirada de las tropas estadounidenses del norte de Siria.
La esperanza de que iban a poder contar con un Estado propio apenas dur¨® tres a?os: se esfum¨® con el Tratado de Lausana, que estableci¨® las fronteras de la actual Turqu¨ªa. Un siglo despu¨¦s, los kurdos siguen divididos entre cinco pa¨ªses ¡ªviven sobre todo en Turqu¨ªa, Irak, Ir¨¢n y Siria, aunque tambi¨¦n hay comunidades en Armenia¡ª y la posibilidad de cambiar las fronteras de Oriente Pr¨®ximo para que logren un Estado propio parece m¨¢s lejana que nunca, pese a que en Irak han conseguido un considerable grado de autonom¨ªa e incluso celebraron un refer¨¦ndum de independencia en 2017.
Los kurdos son un pueblo mesopot¨¢mico, con una historia que para algunos se pierde en la antig¨¹edad ¡ª?son los karduchoi de los que hablaba Jenofonte en su An¨¢basis?¡ª, aunque para otros su identidad nacional se forma m¨¢s tarde, en la Edad Media. Saladino, que derrot¨® a los cruzados y reconquist¨® Jerusal¨¦n, era un guerrero kurdo, lejano referente de los peshmerga, el nombre que reciben los combatientes kurdos desde 1920, entre los que tradicionalmente siempre ha habido muchas mujeres. Tienen desde luego una identidad nacional y una lengua propia: la mayor¨ªa de los entre 25 y 30 millones de kurdos practican el islam sun¨ª y hablan kurdo, aunque no todos compartan ni el mismo dialecto ni la misma religi¨®n.
Desde hace un siglo, los kurdos han luchado por preservar su identidad, y a veces su vida, en los pa¨ªses en los que viven, donde casi siempre han sido una inc¨®moda minor¨ªa. Pero, sobre todo, han sido utilizados como carne de ca?¨®n en diferentes conflictos para acabar siempre siendo traicionados.?
El caso m¨¢s espeluznante es el de Irak: el dictador iraqu¨ª Sadam Husein, uno de los grandes asesinos de masas del siglo XX, los consideraba favorables a Teher¨¢n durante su guerra contra Ir¨¢n y encarg¨® a su primo Al¨ª Hasan al Mayid, conocido como Al¨ª el Qu¨ªmico, una campa?a genocida para exterminarlos, que incluy¨® el asesinato de 5.000 kurdos bombardeados con gas mostaza en Halabja en 1988. Pese a las pruebas abrumadoras, Estados Unidos mir¨® hacia otro lado porque entonces su enemigo era el Ir¨¢n de los ayatol¨¢s. Ahora han sido esenciales para acabar con el Califato del Estado Isl¨¢mico y, sin embargo, Washington les ha dado la espalda de nuevo. La lecci¨®n que pueden sacar del ¨²ltimo siglo es que son un pueblo sin Estado y sin aliados fiables.
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