Amaya Valdemoro y Lydia Valent¨ªn: ¡°No hay deporte de g¨¦nero¡±
A UNA LA LLAMABAN chicazo. Con la otra no se met¨ªan por si les pegaba. Entre Amaya Valdemoro (Alcobendas, Madrid, 43 a?os) y Lydia Valent¨ªn (Ponferrada, Le¨®n, 32 a?os) no hay una generaci¨®n de distancia, pero s¨ª a?os de mucho cambio. La primera creci¨® profesionalmente en una ¨¦poca en la que su deporte, el baloncesto, era eminentemente masculino. La segunda, pese a practicar una disciplina de fuerza como la halterofilia, ya tuvo que pelear contra menos prejuicios. Ambas coinciden en que lo importante es la actitud ante esos intentos de ofensa. ¡°Por un o¨ªdo me entraba y por el otro me sal¨ªa¡±, asegura Valdemoro. ¡°Los prejuicios siempre vienen del desconocimiento¡±, dice Valent¨ªn. Pese a la diferencia de edad tambi¨¦n coinciden en que no tuvieron referentes femeninos. Y ambas saben, pese a su prudencia, que ahora son ellas quienes poseen ese t¨ªtulo, el del referente que necesitan miles de ni?as, j¨®venes y mujeres. Rompieron estereotipos, pero no le dan ninguna importancia. Hac¨ªan lo que les gustaba. Tampoco les importaron los prejuicios de otros. Lo importante es la actitud, insisten. ¡°No hay deporte de g¨¦nero¡±, asegura la halterofilista.
Amaya Valdemoro ha ganado tres veces el anillo de la liga estadounidense de baloncesto. Ning¨²n otro deportista espa?ol lo ha conseguido. Valent¨ªn se ha colgado cuatro medallas en otros tantos campeonatos mundiales y una en cada uno de los tres Juegos Ol¨ªmpicos en los que ha participado. ¡°Has hecho much¨ªsimo por el deporte¡±, le agradece la baloncestista. ¡°Has roto moldes y la felicitaci¨®n tiene que ser doble. Has roto unas barreras muy importantes¡±, le insiste a una deportista que dibuja corazones en el aire cada vez que levanta m¨¢s de 100 kilos con mu?equeras de Hello Kitty y lazos rosas. ¡°Me he criado con dos hermanas, mi madre nos compraba cosas que nos gustaban. Practico un deporte vinculado al g¨¦nero masculino y parece que una tenga que perder su feminidad¡±, explica. Pero lo ve normal, ¡°va en la personalidad¡±, dice. ¡°Nos tachan de hipermasculinas y de no cuidarnos. Pero lo que me importaba era llegar a la excelencia deportiva¡±, cuenta Valdemoro.
Aparentemente, son distintas. Quiz¨¢ sea la experiencia de la edad o la vida. La baloncestista se desenvuelve ante las c¨¢maras como lo hac¨ªa en la cancha, con desparpajo y resoluci¨®n. Determinante. La halterofilista es dulce. Desplaza toda la t¨¦cnica milim¨¦trica que precisa el levantamiento de pesas a su conversaci¨®n. Y es rotunda. Ambas tienen car¨¢cter y son sensibles. Luchadoras. Y se r¨ªen juntas. Se comprenden. Se miran con la complicidad de quien se ha sobrepuesto a los mismos golpes.
Repiten e insisten en que las mujeres pueden hacer lo que quieran. De la misma forma se?alan que la educaci¨®n es fundamental. ¡°Internet hizo mucho bien al deporte femenino porque est¨¢ m¨¢s a mano para todos los chavales, que tienen modelos a seguir, pueden elegir¡±, dice Amaya Valdemoro, que acaba de escribir un libro infantil, Los Trugos. El enigma del Trece, donde se retrata un poco y en el que ha plasmado los valores del deporte: constancia, sacrificio, humildad y compa?erismo.
No se sienten hero¨ªnas, aunque lo son. Pero reconocen que abrieron camino.
EL PA?S organizar¨¢ en noviembre, en Madrid, el encuentro Los estereotipos est¨¢n para romperlos, donde ponentes como la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie compartir¨¢n ideas sobre los t¨®picos que condicionan la igualdad real de g¨¦nero.
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