As¨ª se desarrolla el cerebro de nuestros hijos
Saber c¨®mo evoluciona es imprescindible para la tarea educativa tanto desde el punto de vista de los padres como del de maestros y profesionales
El cerebro es la torre de control de nuestro cuerpo y de nuestras vidas. Se encarga de recibir la informaci¨®n a trav¨¦s de los cinco sentidos, la procesa de manera consciente o inconsciente y, posteriormente, emite una conducta, que puede ser m¨¢s consciente (respuesta) o m¨¢s inconsciente (reacci¨®n). Todo lo que ocurre en el cuerpo pasa por el cerebro, seamos conscientes de ello o no. Considero que unas nociones, al menos b¨¢sicas, sobre qu¨¦ es el cerebro y c¨®mo evoluciona son imprescindibles para la tarea educativa tanto desde el punto de vista de los padres como del de maestros y profesionales.
Para ello empezar¨¦ explicando que el cerebro de los ni?os se desarrolla en tres direcciones. En primer lugar, el cerebro se desarrolla de atr¨¢s hacia delante, o lo que es lo mismo, primero se activan las zonas sensitivas (cerebro posterior) y a continuaci¨®n las zonas motoras (cerebro anterior). En segundo lugar, el cerebro se desarrolla de abajo arriba, es decir, evoluciona de zonas subcorticales (cerebro inferior) a las zonas corticales (cerebro superior). Y en tercer y ¨²ltimo lugar, el cerebro se desarrolla del lado derecho al lado izquierdo, motivo por el cual primero somos seres emocionales (hemisferio derecho) para posteriormente pasar a desarrollar el lenguaje, el pensamiento y la raz¨®n (hemisferio izquierdo).
La comunicaci¨®n entre un beb¨¦ y su figura de apego es esencialmente emocional, desarroll¨¢ndose el lenguaje unos cuantos meses despu¨¦s que la conexi¨®n emocional. Ahora bien, a pesar de que el cerebro del ni?o se desarrolle en estas tres direcciones, son las partes que se desarrollan en ¨²ltimo lugar las que tender¨¢n a dominar o a ejercer el control sobre las que evolucionaron en un primer momento. As¨ª, llegamos a la conclusi¨®n de que, el cerebro anterior dominar¨¢ al posterior (la corteza prefrontal mandar¨¢ sobre las zonas m¨¢s arcaicas y primitivas del enc¨¦falo), el neoc¨®rtex dominar¨¢ al subc¨®rtex y el hemisferio izquierdo (hemisferio ling¨¹¨ªstico) tiende a ser m¨¢s desarrollado que el derecho (hemisferio emocional) debido a la gran importancia que se le da tanto en el sistema educativo como en la familia.
Una vez que hemos visto las tres direcciones en las que se desarrolla el cerebro vamos a apoyarnos en una met¨¢fora para poder entender las partes m¨¢s relevantes del cerebro y su conexi¨®n entre ellas. Vuelvo a repetir que el modelo de los cuatro cerebros que explicar¨¦ a continuaci¨®n es una met¨¢fora para poder comprender de una manera pr¨¢ctica y sencilla algo tan complejo como es el funcionamiento y desarrollo cerebral.
El primer cerebro que se asienta sobre la base de nuestro enc¨¦falo es el cerebro reptiliano, que anat¨®micamente se corresponde con el tronco encef¨¢lico y el cerebelo. La funci¨®n b¨¢sica de esta estructura arcaica y primitiva del enc¨¦falo es la supervivencia. Cada vez que tenemos hambre, sue?o o sed se activa nuestro cerebro reptiliano para llevar a cabo una conducta que cubra dicha necesidad. En el caso de neonatos o ni?os muy peque?os que no puedan satisfacer por s¨ª mismos dicha necesidad, pondr¨¢n en marcha una conducta, que suele ser el llanto, para que sus figuras de referencia les cubran la necesidad en cuesti¨®n. Dicho cerebro es autom¨¢tico, involuntario, inconsciente y reactivo. Los reflejos y las necesidades de supervivencia est¨¢n aqu¨ª codificadas, como por ejemplo, el latido cardiaco o la regulaci¨®n de la temperatura corporal. Una lesi¨®n o un tumor en este cerebro reptiliano puede causar la muerte. Las funciones del cerebro reptiliano son el ataque, la huida y la par¨¢lisis. Esas mismas funciones son las que pueden surgir en nuestros hijos cuando son castigados, motivo por el cual debemos reflexionar sobre la idoneidad de los castigos.
En segundo lugar, hablamos del cerebro emocional que se ubica en el sistema l¨ªmbico. Al igual que el reptiliano, el cerebro emocional es un cerebro autom¨¢tico, involuntario, inconsciente y reactivo. En ¨¦l aparecen las emociones. Cada vez que nuestros hijos se sienten injustamente tratados, aparece en el sistema l¨ªmbico la emoci¨®n de rabia. Como es un cerebro involuntario y reactivo, no podemos hacer nada para evitar que aparezca la emoci¨®n, por lo tanto, todas las emociones que experimenten nuestros hijos deben ser aceptadas y legitimadas. La emoci¨®n aparece en el sistema l¨ªmbico pero no es aqu¨ª donde se aprende a regularla. En concreto, cada vez que sentimos miedo, rabia o tristeza se activan unas estructuras del sistema l¨ªmbico que se llaman am¨ªgdalas cerebrales y se empieza a liberar adrenalina y cortisol, lo que hace que nos hiperactivemos y que no podamos pensar ni razonar.
En tercer lugar, sobre los dos cerebros subcorticales que acabamos de ver, se asienta el cerebro racional que es la sede de los pensamientos pero de car¨¢cter inconscientes. Estamos constantemente pensando aunque no seamos conscientes de ello. El cerebro racional se corresponde con lo que el fil¨®sofo Jos¨¦ Antonio Marina llama la inteligencia generadora.
Y en ¨²ltimo lugar tendr¨ªamos el cerebro ejecutivo que se localiza en la corteza prefrontal y es el que nos diferencia de resto de los animales. En este cerebro ejecutivo se asientan las funciones ejecutivas, de ah¨ª su nombre. Las funciones ejecutivas son las funciones psicol¨®gicas que est¨¢n orientadas al futuro y las que nos permiten concentrarnos, inhibirnos o controlar impulsos, planificarnos, c¨¢lculo matem¨¢tico, conciencia ¨¦tica, autorregulaci¨®n emocional, etc. El cerebro ejecutivo, a diferencia de los tres anteriores, es consciente, voluntario y perseverante. Dado que el cerebro emocional es inconsciente, podemos encontrarnos con personas que son expertas en el manejo de las emociones sin ser conscientes de lo bien que lo hacen, pero en el caso de habilidades m¨¢s racionales como aprender un idioma, no se puede dominar una lengua sin que seamos conscientes. El primero es un aprendizaje impl¨ªcito mientas que el segundo es expl¨ªcito y consciente.
Para que nuestros hijos sean capaces de autorregular sus emociones es necesario que se haya producido una correcta integraci¨®n tanto vertical como horizontal del cerebro. La integraci¨®n vertical (desarrollo del cerebro de abajo arriba) y la integraci¨®n horizontal (desarrollo del cerebro de atr¨¢s a delante y del hemisferio derecho al izquierdo) van a posibilitar que nuestros hijos puedan regular sus propias emociones. Como suelo comentar habitualmente, debemos ense?ar a nuestros hijos a ser humanos. Uno no es humano por el hecho de nacer con dos piernas, dos brazos, un cerebro y un aspecto humano, sino que se aprende a ser humano. Dicho aprendizaje va a depender del entorno donde se desarrolle el ni?o, motivo por el cual, nosotros, como figuras de apego de nuestros hijos, somos los m¨¢ximos responsables de hacer humanos a nuestros hijos para que sean seres humanos.
Ahora bien, ?qu¨¦ ocurre a nivel neurobiol¨®gico cuando un ni?o est¨¢ en plena rabieta? Ante la negativa de sus padres a comprarle una piruleta o la se?al del profesor de que ya ha acabado el tiempo de patio, el ni?o est¨¢ en desacuerdo ante la orden impuesta por el adulto y, por lo tanto, surge la rabia. Cuando dicha emoci¨®n hace acto de presencia en el ni?o es porque se ha activado el cerebro emocional, en concreto, las am¨ªgdalas cerebrales. Se han activado excesivamente las am¨ªgdalas en el ni?o, lo que hace que el menor se comporte en funci¨®n de la rabia que est¨¢ experimentando, motivo por el cual el ni?o podr¨¢ negarse a acatar la orden y se defender¨¢ de la situaci¨®n atacando (pegando, insultando, pataleando, etc¨¦tera). A este fen¨®meno se le conoce como el secuestro de la am¨ªgdala ya que es esta estructura la que se hace cargo del comportamiento del ni?o. Como ya hemos visto, en plena rabieta se libera cortisol y adrenalina y esto le impide al ni?o pensar, mostr¨¢ndose muy emocional y sin capacidad de hacerse cargo ni de s¨ª mismo ni de la situaci¨®n.
Ante una rabieta o cualquier otra emoci¨®n intensa es importante que los padres diferenciemos entre lo que es la emoci¨®n y la conducta asociada a la emoci¨®n. La emoci¨®n surge en el sistema l¨ªmbico (cerebro emocional) y dado que es un cerebro autom¨¢tico, involuntario e inconsciente, ninguna persona puede controlar las emociones que experimenta. Lo que s¨ª que podemos aprender a gestionar o controlar son las conductas asociadas a la emoci¨®n. Me explico. Siguiendo con el ejemplo anteriormente citado, si los padres de Mario se han negado a comprarle una piruleta porque la hora de la cena est¨¢ a punto de llegar, es normal y leg¨ªtimo que Mario se sienta rabioso. Nadie debe criticarle por experimentar esa emoci¨®n, ya que Mario no lo ha decidido conscientemente. Las emociones ocurren irremediablemente. Cada vez que las cosas no salen como queremos sentimos rabia; otra cosa bien diferente es que la expresemos, pero siempre la sentimos. Como a Mario no se le ha comprado la piruleta, se siente rabioso. Las emociones ocurren s¨ª o s¨ª, no podemos hacer nada para no experimentarlas.
Ahora bien, otra cosa bien diferente es la conducta asociada a la rabia. Cada vez que experimento rabia (cerebro emocional) tengo ganas de agredir, devolver la patada, insultar, escupir, gritar, pegar, etc. Es natural y sano tener ganas de hacerlo, pero una cosa es tener ganas de empujar y otra bien diferente es llevarlo a cabo. Aqu¨ª es cuando entra en juego el cerebro ejecutivo, el cerebro que nos permite ser humanos con todas las letras. Dec¨ªamos que la corteza prefrontal (cerebro ejecutivo) es el encargado de recibir la informaci¨®n de los impulsos, instintos, necesidades, emociones, pensamientos e ideas y todo eso se mete en una coctelera y se toma una decisi¨®n que sea lo m¨¢s adaptativa posible. Aunque Mario tenga ganas de pegar o insultar a sus padres porque se siente rabioso por no comprarle la piruleta, si su corteza prefrontal es lo suficientemente madura, sabr¨¢ que no es lo adecuado y podr¨¢ inhibir dicha conducta. Si tiene buena capacidad de autorregulaci¨®n (integraci¨®n horizontal e integraci¨®n vertical en su cerebro) se sentir¨¢ rabioso pero no expresar¨¢ la rabia de una manera desadaptativa (pegando, insultando o gritando) porque ya es capaz de hacerse cargo de sus emociones y actuarlas de una manera sana y adaptativa. Por lo tanto, es imprescindible que diferenciemos entre la emoci¨®n, que nace en el cerebro emocional (autom¨¢tico, involuntario e inconsciente) y la conducta, que se da en el cerebro ejecutivo (voluntaria, consciente y perseverante).
En conclusi¨®n, se hace imprescindible que eduquemos a nuestros hijos en ese cuarto cerebro: cerebro ejecutivo o corteza prefrontal. Ese es el ¨²nico cerebro que se aprende, y por lo tanto, se ense?a. El resto de cerebros (reptiliano, emocional y racional) son cerebros autom¨¢ticos, inconscientes y reactivos. Somos las madres y los padres, adem¨¢s de los profesores y el resto de la sociedad, los encargados de moldear y construir ese cerebro ejecutivo, clave para hacer personas sensibles, aut¨®nomas, capaces de solucionar conflictos, emocional y socialmente inteligentes, resilientes y con buena autoestima. Somos los arquitectos de los cerebros de nuestros hijos, tanto para lo bueno como para lo malo. Recordad, se aprende a ser humano. Ense?emos a ser humanos a nuestros hijos.
Rafael Guerrero Tom¨¢s es psic¨®logo y doctor en Educaci¨®n. Director de Darwin Psic¨®logos. Autor del libro ¡°Educaci¨®n emocional y apego. Pautas pr¨¢cticas para gestionar las emociones en casa y en el aula¡± (2018) y ¡°Cuentos para el desarrollo emocional desde la teor¨ªa del apego¡± (2019).
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